Rodolfo Hinostroza: «La poesía nos emparenta directamente con lo sobrehumano»

Es una de las voces más importantes de la poesía peruana. Integrante de la denominada Generación del 60, Rodolfo Hinostroza es un escritor polifacético, de pluma inquieta y que sigue produciendo y tiene pensando publicar más libros. Conversamos extensamente con este poeta y aquí presentamos el resultado.

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Es esencialmente poeta, pero ha incursionado en todos los géneros. Publicó su primer cuento a los 17 años; ha escrito una novela, obras de teatro, incluso un libro de gastronomía antes de todo el boom y guloso fervor que se vive ahora por la comida peruana. Y, además, es astrólogo. En la última Feria del Libro de Lima presentó un libro de crónicas llamado Pararrayos de Dios (Tribal, 2012), en el que presenta 22 perfiles de poetas que él conoció -incluidos su padre y su madre-. Con motivo de este libro solicitamos esta entrevista a Rodolfo Hinostroza (Lima, 1941), con quien -como se entenderá por todo lo dicho- había mucho de qué hablar.

Usted es un escritor multifacético. Además de poesía ha escrito novelas, ensayos, teatro incluso textos gastronómicos y de astrología. Sin embargo, ¿se considera esencialmente un poeta?
Claro, soy poeta. La poesía es la madre de todo lo que he escrito, aunque pensándolo bien, yo empecé escribiendo cuentos. Mi primer cuento lo publiqué a los 17 años y he cultivado paralelamente la poesía con la prosa. Empecé con la prosa, después pasé a la poesía, y luego toda mi vida he pasado de un género a otro sin ninguna dificultad porque las he mantenido al mismo nivel. De manera que sí, me identifico más con la poesía aunque hay que tomar en cuenta que he escrito mucha prosa.

La poesía ha tenido en su vida una presencia muy importante, tanto su madre como su padre fueron poetas
Así es. Además de mis padres, me formé en un ambiente de poetas. En San Marcos con jóvenes poetas de la Generación del 50 que estuvieron muy cerca de nosotros, los de la Generación del 60.

En una entrevista usted dijo que su vocación de poeta le venía de su padre, Octavio Hinostroza, quien le leía sus poemas en voz alta y le regaló las obras completas de Walt Whitman
En mi familia ya había cierta tradición literaria que se concretó con mi padre. Me leían de niño a Rubén Darío, que para mí era como parte de la familia. Me crié en un ambiente poético y no es raro que haya sido poeta.

Sin embargo, usted quería alejarse a como dé lugar de la poesía y estudió Medicina, y esto se suma al hecho de que su familia materna le hablaba mal de su padre poeta
Claro, eran ellos gente muy ignorante y la poesía qué habrá sido para ellos, quizás como un repollo extraño, surrealista. Hablaban mal de la poesía de mi padre sin saber nada de poesía. Ellos lo solucionaban todo a patadas (ríe y sus ojos se empequeñecen más).

Pero tanto le hablaban mal de su padre que usted quería ser su negación,  quería ser médico y no escritor
Quería ser investigador, en fin…pero luego me reconcilié con la poesía y con mi padre y me dediqué a ser poeta. Me encanta la escritura en general y no me concibo fuera de la palabra.

Acaba usted de recordar hace un rato que su primer cuento apareció publicado en el diario La Crónica cuando tenía 17 años, pero ¿desde cuándo empezó a escribir?
A los 15 años cuando estaba en Huaraz allí empecé a borronear cuadernos. Yo aprendí a leer todo lo que me pasaba por las manos, siempre leo y eso me ha servido mucho. Leer ha sido mi gran vicio.

Y de esas lecturas de niño, ¿cuál es la que recuerda con mayor cariño?
Bueno, hay muchas. Tom Sawyer, de Mark Twain, Huckleberry Finn. Yo me identificaba mucho con Tom Swayer. Leía a Julio Verne. Pero curiosamente por ahí se coló una lectura que no era muy juvenil que era el libro Del sentimiento trágico de la vida, de Miguel de Unamuno, y me lo devoré y por eso me metí a leer filosofía y, debido a esto, mi poesía ha venido siempre acompañada de una reflexión filosófica.

Hablemos de sus influencias. En Pararrayos de Dios menciona la importancia de su padre y de sus amigos poetas Juan Gonzalo Rose y César Calvo, pero ¿quiénes considera que son sus maestros?
Yo creo que uno aprende de sí mismo realmente. Creo profundamente en el autodidactismo, que uno encuentra su propio tono, su voz, como se dice literariamente. Uno eso lo tiene que aprender solo por más que te den indicaciones. Hay, entonces, una profunda soledad en esta chamba de escritor porque cada vez que uno escribe está como reinventando la escritura.

¿A usted no le pasó como a muchos jóvenes que empiezan imitando a los escritores que admiran hasta poder encontrar su propia voz y luego desligarse de ese estilo que se imita?
La imitación es fundamental, el hombre es un animal imitativo por excelencia. Yo imitaba a Vallejo y un día escribí un poema al mismo estilo de Alturas de Machu Picchu, de Pablo Neruda, y gané un premio (ríe y resuene en la sala su voz ronca).

¿Y en la poesía peruana ese referente fue Vallejo?
Yo no le debo absolutamente nada a Vallejo. Claro, la emoción, pero formalmente mi poesía es distinta. Yo le debo mucho a Saint-John Perse, a T. S. Eliot, a Góngora, de quienes tomé algunas cosas, o de Whitman, de quienes he tomado cosas puntuales. De Vallejo nada, solo la profunda emoción de haberlo leído.

Y en cierta raza, en cierta latitud tú fuiste
la nitidez de una espada, la pureza
de una puerta que se abre.
Yo no, yo paso
a describirme:
Consejero del lobo, portador
de un extraño don,
todo cubierto de arenas y de ritos.

(Fragmento del poema Consejero del lobo que da título a su primer poemario).


hinostrozaFOTOPOST.jpgHablemos ahora de su primer libro Consejero del lobo, donde resaltan el elemento erótico y lo apocalíptico.
En el Decamerón de Bocaccio una serie de parejas se juntan en unas fincas aisladas para huir de la peste que asolaba Europa, y entonces comienzan a contarse cuentos eróticos como para contrarrestar la muerte que acecha. La respuesta natural del hombre a la muerte es el erotismo. Entonces, poemas míos como La noche tienen un ambiente de catástrofe, de destrucción.

Pero cuénteme del momento en que empezó a escribir Consejero del lobo que finalmente publicaría en Cuba en 1964
Fue un momento largo, no lo escribí de la noche a la mañana. Ocurrió en una noche en Barranco, en la Casa de la Poesía que me habían prestado. Estuve un tiempo allí y escribí mis primeros poemas de Consejero del lobo. Fue en ese viaje accidentado a Cuba en que se fue forjando este libro, pero ya tenía el tono. Me tomó dos años escribir el poemario que se fue escribiendo a medida que encontraba el tono que finalmente fui encontrando.

El tono es fundamental para un escritor…
Ah, es fundamental. No sé por qué siempre pienso que el tono es una especie de oblicuidad. El poeta no puede mirar de frente la cámara (Hinostroza apunta con su dedo a la cámara y por primera vez mira directamente al lente) y no puede mirar de frente a la poesía. Si no mira oblicuamente, el tono no aparece. El tono es una parábola. Hay una frase de Kierkegaard que siempre me ha gustado que dice «el espíritu n
o se deja expresar espontáneamente. Solo lo hace en virtud de una espontaneidad superior, toda penetrada de reflexión». Y así fue que agarré este tono personal a la poesía.

 Luego viene en 1971 Contra natura que gana el premio Maldoror. Hay una anécdota sobre este libro. Contaba usted que Octavio Paz, que integraba el jurado que le dio este premio, le dijo que este poemario le iba a cambiar la vida. Más de 40 años después, ¿le cambió la vida efectivamente?
Sí, definitivamente. Este poemario se hizo conocido y la crítica habló mucho del libro. Me cambió la vida como dijo Paz.

Hablemos de los temas de Contra Natura. Ricardo González Vigil dice «no conocemos otro poemario en español que mejor absorba el clima ideológico y cultural». Y el clima ideológico en que escribió su libro fue las protestas de mayo del 68.
Todo eso era un aire de época. La revuelta de Fidel Castro y los hippies son cosas distintas, pero tienen un aire de época ambas. Comienzan siendo antiautoritarias las dos. Mi libro representa esto porque yo absorbí lo que se vivía en el momento, lo vi, lo viví, lo compartí. Pero también estuve metido en el psicoanálisis que tuvo mucho que ver e influyó.

También está la influencia de la poesía anglosajona, T.S. Eliot, Ezra Pound..
A Eliot lo veo como un maestro de la estructura, es un gran estructuralista del poema. Sin embargo, no he aprendido de su tono, de su estilo, pues él era muy cristiano, yo no.

Me llamó particularmente la atención las interpretaciones que se han hecho de su poema Gambito de rey, sobre todo aquella que afirma que es una metáfora sobre el fracaso de la guerrilla peruana

Sí, lo es. De la guerrilla peruana y la noción de guerrilla internacional. De repetición histórica también. Del héroe que derrota al tirano y que luego termina convirtiéndose en tirano. Lo que le pasó a Fidel Castro. El destino de los héroes es ser tiranos. Este poema busca una salida a esta repetición histórica.

Hace también una analogía del juego de ajedrez, como el juego de poder, de estrategia
Y está esa posibilidad de salir y hacer otra partida y salir de ese círculo mágico.

Hablemos de las otras exploraciones literarias que ha hecho usted. Ha escrito teatro, y novela, como Fata Morgana. González Vigil critica cierta monotonía de recursos narrativos. ¿Su experiencia en la novela no ha sido tan feliz?
(La expresión de Hinostroza se torna adusta, se percibe su fastidio) Al contrario, a mí me parece que Fata Morgana es una novela bien lograda, aunque esté mal decirlo. Tiene un gran despliegue de recursos narrativos.

LOS POETAS, LA POESÍA Y LA VIDA

Hinostroza es una de las voces más importantes de la poesía peruana y su voz -esa que se transmite a través del aire- es ronca y rasposa. Si no fuera porque es risueño uno podría pensar que está molesto. Precisamente hay una anécdota sobre esto. En una de tantas jaranas junto con Juan Gonzalo Rose, empiezan a cantar un vals y cuando este escucha a Hinostroza, le pregunta burlonamente, «¿estás cantando o me estás buscando la bronca?»

pararrayosPost.jpgSobre Pararrayos de Dios, este libro de crónicas y perfiles de poetas, en una entrevista en Radio Programas usted expresó su fastidio porque siempre le preguntan por dos crónicas polémicas: la de Javier Heraud y de la Manuel Scorza.
Son 22 de perfiles y me hablan de dos nada más. Algunos periodistas buscan la polémica en lugar de ponderar todos los perfiles. Para mí (estos dos mencionados) no son los más representativos.

Pero, al fin y al cabo, ¿la idea no era mostrar los defectos y virtudes de estas personas que son tan humanas como cualquiera?
Mi intención era poner a los poetas tal cual los he conocido, tampoco poniendo sus virtudes en una percha, con naturalidad y respeto.

Aunque ha habido reclamos de los deudos de estos poetas
Sí, de gente mal informada. Es una polémica que tiene bastante tiempo ya, y la verdad quisiera acabar con esa historia, porque en ningún momento hay una mala intención en este libro, todo lo contrario. Yo quiero que los lectores descubran un mundo, vean cómo vivimos los poetas, cómo pensamos y discurrimos el tiempo que nos toca pasar en el mundo y que somos buena gente finalmente (ríe).

En la presentación de este libro decía usted que su objetivo era dar a conocer cómo son los poetas. ¿Cómo son los poetas, don Rodolfo?
La gente no conoce a los poetas. No somos personajes que andamos por ahí, somos medio misteriosos. Nadie ha escrito sobre los poetas, los críticos hablan de su obra, pero no de su vida. Yo cuento historias dentro de ese ambiente, he conocido a grandes poetas del siglo XX, y ha sido todo un honor.

Y actualmente,  ¿cree que la poesía actual no se ha renovado o está en un proceso de estancamiento?
Yo pienso que los poetas mismos se pueden estancar porque no consiguen un tono personal. Además, el peligro que se corre es que con tantos talleres la gente tenga una misma alimentación, es decir, leen lo mismo, tienen a los mis profesores, y terminan haciendo una poesía parecida entre ellos. En México se nota mucho, creo que también está pasando aquí y esto se va a romper en la medida que aparezcan voces diferentes, que los poetas maduren. Por ejemplo, tenemos al joven poeta Víctor Ruiz, quien acaba de ganar el premio de poesía José Watanabe.  Este libro es el salto de un poeta que logra su voz personal.

Y no será más bien que ahora los poetas son islas, usted, por ejemplo, cuenta en Pararrayos de Dios, que los poetas se reunían que conversaban de literatura, que los mayores aconsejaban a los menores
De repente hay un problema de dispersión. Pueden ser muchos factores, ya cada generación encontrará cómo resolver sus propios problemas.

Una pregunta que le suelen hacer a los poetas es sobre el concepto de poesía. Por ejemplo, Octavio Paz dice que la poesía es la erotización del lenguaje. ¿Cuál es su concepto de poesía?
Yo no creo que sea posible definir la poesía en una sola frase. La poesía es demasiado grande como para que entre en una sola frase. Creo que es un espíritu muy envolvente. La poesía es lo que más directamente nos emparenta con lo sobrehumano. Eso me parece (ríe).

HINOSTROZA Y EL FIN DEL MUNDO

Cuando en 1970 apareció el movimiento Hora Zero, sus integrantes salieron con la pierna en alto. En su manifiesto Palabras urgentes le dan con palo a prácticamente todos los poetas contemporáneos, pero uno de los que se salvó fue Hinostroza, de quien resaltan la innovación que significó su libro Consejero del lobo. En palabras del crítico Ricardo González Vigil, Hinostroza es el escritor peruano  vivo, «y , en general, hispanoamericano», que domina mejor el registro completo de la creación literaria. Y no solo de lo literaria, pues también ha publicado textos de cocina y ‘amenaza’ con sacar un nuevo libro en el que asegura pondrá en su sitio a Gastón Acurio, chef que vemos hoy en día hasta en la sopa.

Hablemos de una faceta que para algunos no es muy conocida, pero que usted practica. Me refiero a la astrología. ¿De dónde le viene esa curiosidad?
Justamente me gustaría saber de dónde me viene, pues la curiosidad es algo muy vivo en mí, siempre lo mantengo, siempre lo he mantenido. La astrología es algo que a todo el mundo le puede interesar, y sigue siendo tan popular porque se pregunta por el
destino humano, entonces siempre me ha interesado esto desde hace mucho tiempo. Ahora voy a publicar un par de libros. Ya publiqué un libro en España que fue un best-seller.

¿Sigue haciendo mapas astrales y todo eso?
Sí, ahora los hago por computadora y esto facilita mucho la tarea.

¿Y usted está convencido de que los astros nos rigen?
Pero, claro. ¿Tiene usted alguna duda? (ríe con ganas cerrando los ojos y tocándose la cabeza).

Algunos, exageran y ven todos los días los horóscopos
Bueno, esas son tonterías, los astrólogos de periódicos son todos malos. Generalmente los que escriben en los periódicos son los que menos saben de astrología.

Y este interés por los astros por la mitología está emparentado con este libro de ensayos Tercer diluvio, donde se habla del fin de mundo
Sí, son energías que desconocemos y nos gobiernan hace muchos años y se van a manifestar muy lujosamente a fin de año ¿no?

¿El 21 de diciembre como creen los mayas?
Sí, claro. A mí lo que me encanta que se están organizando fiestas del fin del mundo.  Por ejemplo en Guatemala están organizando una gran fiesta. Ojalá me inviten (vuelve a reír).

Y si tuvieran que englobar su obra de acuerdo a temas. Tenemos, como hemos hablado, lo erótico, lo mitológico y apocalíptico. ¿Cómo podríamos sintetizar a su obra?
No creo que se pueda reducir el abanico de cosas que yo toco, pues son muchos temas. Tengo tendencia a ser politeísta, digamos, no reduzco todo a una cosa. Me parece que tener una sola cosa, un solo dios, es malsano. Los gobernantes antiguos eran dos. La unidad me parece la causa de todos los males. Tengo varios registros y no me reduzco a uno solo.

¿Sigue escribiendo poesía? Contaba que tiene un libro que más adelante va a publicar y se llamará Dioses
Sí y que justamente tiene que ver con mi politeísmo (ríe). Ya verás cuando salga. No sé cuándo saldrá todavía.

Su poemario Memorial de Casa Grande es una suerte memoria autobiográfica. ¿Esa fue la intención?
Es una memora histórica, de una clase social, en fin, de todo lo que pasó en el siglo pasado en el decurso de mi familia. Me parecía importante hacerlo. Ahora que tengo tres hijos me importa escribirlo para que ellos tengan registro de lo que pasó.

¿Le gustaría que se le recuerde más como poeta?
Claro, me gustaría que se me recuerde como poeta y como padre (ríe y su voz ronca resuena con fuerza).

CINCO LIBROS RECOMENDADOS POR RODOLFO HINOSTROZA

1. La Iliada y La Odisea, de Homero (Para mí son un solo libro).
2. Hojas de hierba, de Walt Whitman.
3. Elegías de Duino, de Rainer María Rilke.
4. Tao Te King, de Lao Tse.
5. Ficciones, de Jorge Luis Borges.



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