Óscar Colchado: «El realismo mágico no es una moda, es una manera de sentir»

Conversamos con este escritor ancashino, autor de la ambiciosa novela Hombres de mar, de Rosa Cuchillo (una suerte de Divina Comedia andina) y creador del carismático y aventurero Cholito. Si bien en sus historias reivindica su origen andino se considera un hijo del Boom Latinoamericano.

 

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Por Jaime Cabrera Junco
 
 
Podríamos decir de él que es un heredero de Arguedas. Que su mirada narrativa se posa sobre el hombre andino, tanto en su lugar de origen como en la urbe. Poeta, novelista, cuentista y autor de libros de literatura infantil, Óscar Colchado Lucio (Huallanca, 1947) es uno de nuestros escritores de mayor trayectoria, y conversamos con él a propósito de la reedición de La casa del cerro El Pino, libro de cuentos publicado recientemente por el batallador sello arequipeño La Travesía Editora. Don Óscar nos recibe en la sala de su casa. 
 
 
 
Empecemos hablando de  su acercamiento a la literatura. Su abuela y su madre eran narradoras orales, y mientras su mamá le contaba leyendas y mitos, su padre le leía algunos clásicos de la literatura universal. ¿Esto fue determinante para que usted sea escritor?
Quizás en parte, pero yo tengo la convicción de que el escritor nace y de repente hereda algo de los antepasados, pues yo tengo familiares por parte materna que son músicos, escultores, pintores y los hay también narradores orales. Mi hija Patricia es poeta, novelista y bailarina de ballet.
 
 
 
Volviendo a lo que le comentaba hace un momento, sospecho que esas historias de la tradición oral era lo que a usted más lo encandilaban
Efectivamente, eran historias que encontraría después en escritores como Ciro Alegría, por ejemplo cuando leí Los perros hambrientos y La serpiente de oro. Encontré muchas historias que me contaban no solo mi madre sino también narradores del pueblo. Era una tradición oral que se transmitió de generación en generación.
 
 
 
¿Cómo surge ese interés en llevar a la narrativa escrita estas tradiciones orales?
Bueno, yo leía a escritores nacionales que abordaban temas regionales como Ciro Alegría y Carlos Eduardo Zavaleta. Recuerdo que cuando leí El Cristo Villenas descubrí que esa era una historia que me contaban en el pueblo donde viví, en Huayllabamba (Áncash). De igual manera leía a Francisco Izquierdo Ríos y a José María Arguedas. De la lectura de todos ellos me quedó la idea de yo también llevar estas historias a la escritura.
 
 
 
Ahora que menciona a estos autores, cuando usted le preguntan por sus influencias menciona a Alegría, de una manera especial a José María Arguedas, pero también a Guimaraes Rosa y Juan Rulfo. Y de este último autor, por ejemplo, hay algunos cuentos de La casa del cerro El Pino, que tienen una impronta rulfiana
Seguramente esto se nota más en el cuento Plumajes de sombra, donde en un pueblo prácticamente fantasma llega un hombre después de la guerra interna.
 
 
 
A Ciro Alegría se le criticaba su visión periférica, y a Arguedas por dar una visión pasatista, utópica del pasado indígena…
Bueno, ellos escribieron según las vivencias que tuvieron. Alegría, efectivamente, era un hijo de hacendados que conocía al indio norteño, que era muy diferente del indio sureño y de los Andes centrales. En tanto, Arguedas describió a los indios del sur que eran más explotados, sus vivencias eran mucho más tristes.
 
 
 
En La utopía arcaica, Mario Vargas Llosa critica a Arguedas por su visión ingenua y en exceso romántica sobre el hombre andino, ¿qué opina?
Vargas Llosa pretende desprestigiar a Arguedas por un celo, porque siempre donde quiera que ha estado le han pedido libros que tengan un sello peruano, que revelen lo que es el Perú profundo, pero nunca lo ha podido hacer. En La utopía arcaica se nota claramente la intención de desprestigiar a Arguedas.
 
 
 
Y luego a Vargas Llosa se le critica por su visión periférica del indio en su novela Lituma en los Andes
Efectivamente, él nació en Arequipa, vivió sus primeros años en Cochabamba pero nunca pudo asimilar el mundo andino.
 
 
 
 
LOS TEMAS Y SUS OBRAS
 

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¿Cómo está?, le pregunto. «No tan bien de salud, pero bien de ánimo», responde y yo trato de adivinar qué problema tiene. «Tengo una neuralgia en el brazo izquierdo que me tiene afectado desde hace buen tiempo y aún no mejoro», comenta y dice que como es diestro, felizmente no le impide escribir, aunque reconoce que tiene que hacerlo espaciadamente, de todas maneras significa una molestia. Durante la entrevista no hubo, por suerte, ninguna pausa y conversamos de largo. 
 

Hablemos ahora sobre los temas de sus obras. Si pensamos, por ejemplo, en cuentos como La casa del cerro El Pino y en su novela Rosa Cuchillo, están presentes no solo los mitos y leyendas del Ande sino también la guerra interna. ¿Cómo explica esta conjunción entre la mitología y los años de violencia terrorista y militar?
Bueno, es que el mito sobre todo el hombre andino lo lleva en su espíritu, eso no desapareció ni con la guerra ni ahora. A pesar de que la modernidad se ha instalado en los andes, ese espíritu mítico no ha desaparecido. Es propio del espíritu del hombre tener estas creencias.
 
 
 
¿Y la violencia interna?
La guerra interna empieza en los andes, y son protagonistas de ella los que son captados por los grupos subversivos, pero aún así los hombres del ande mantienen sus creencias, y todo esto se puede dar de manera conjunta, no hay dicotomía.
 
 
 
Usted muestra a sus personajes como seres que son arrastrados a la guerra interna por las circunstancias, como que no tienen escapatoria. ¿Qué piensa de esto que acabo de mencionarle?
Bueno, son también captados casi a la fuerza y no perciben el pensamiento maoísta ni el marxismo. En los andes hubo una especie de socialismo mágico donde los hombres compartían todo lo que había en sus ayllus y al mismo tiempo mantenían sus creencias religiosas. Entonces ellos creían en un tipo de socialismo y por eso probablemente en algún momento pensaban que era ese tipo de socialismo el que traía el grupo que se había levantado en armas.
 
 
 
Aunque por las consecuencias empiezan a desencantarse…
Ellos estaban entre dos fuegos, entre los subversivos y los custodios del orden. Al final de cuentas las víctimas terminan siendo ellos porque a veces llegan a enfrentarse entre sí y eso dio lugar a esa desazón que surge en ellos.
 
 
 
En perspectiva,¿cómo ve esa denominada lucha interna?
Fue una época en que la sociedad peruana sufrió una gran conmoción, y de hecho eso ha dado lugar a que se instaure una suerte de acontecimiento histórico.
 
 
 
Ya que hablamos de esa época de nuestra historia, ha habido también otros autores no solo contemporáneos a usted, sino incluso más jóvenes que han abordado desde la ficción este periodo. Tenemos, por ejemplo las novelas La hora azul, de Alonso Cueto; Abril rojo, de Santiago Roncagliolo; y recientemente Bioy, de Diego Trelles. ¿Ha leído algunas de estas novelas?
Sí, las he leído todas.
 
 
 
¿Y qué le han parecido?
Bueno, desde el punto de vista del novelista profesional están muy bien hechas. La de Cueto es una magnífica novela, la de Roncagliolo también, la de Trelles igualmente…pero no sé, habría que ver desde qué punto uno escribe… simplemente por moda o la escribe porque realmente siente esa realidad porque ahí estaría la diferencia: escribir porque uno realmente está conmocionado por ese tema o escribir para vender los libros simplemente, pues en base a la investigación, a la recreación, se puede hacer ese tipo de literatura.
 
 
 
Coincidentemente estas novelas que he mencionado obtuvieron premios en España…
Como le digo, estas novelas tienen mucha aceptación en el extranjero porque el tema del terrorismo se da en distintas partes del mundo y estas novelas tiene lectores en otros países.
 
 
 
 
 
LA NOVELA TOTAL Y EL REALISMO MÁGICO
 
Óscar Colchado cuenta que empezó a escribir poesía desde adolescente, como muchos. Asegura que la poesía sigue presente, continúa escribiendo poemas, pero no las publica con tanta continuidad como sus relatos. «Lo que puedo percibir, aunque no me lo propongo, es que algunas de mis narraciones tienen cierto vuelo poético», afirma. También nos habla de su personaje de literatura infantil llamado Cholito, que tiene toda una saga de historias y que por primera vez aparece en la novela La tarde de toros en la década de los ochenta. «Yo creé el personaje de Cholito para rescatar la literatura oral. Para mí es un pretexto para marcar identidad, para que nuestros niños se alimenten de identidad», agrega y yo le recuerdo, sin ningún ánimo burlón, que su personaje es más antiguo que Harry Potter y más aventurero que el aprendiz de mago.
 
 
 

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Cuénteme sobre el origen del cuento de La casa del cerro El Pino. ¿Cómo se le ocurrió? Un escritor mexicano, llamado Orlando Ortiz, lo acusó a usted de plagio
Bueno, para escribir ese cuento yo escuché hablar primero de la Escuela de la mirada, que se refería a la forma de escribir cuentos en base a descripciones. De eso habló Edgardo Rivera Martínez entre 1973 y 1974. A partir de entonces me int
eresé en escribir una novela en base únicamente a descripciones y allí llegué al francés Alain Robbe-Grillet, quien fue el impulsor del movimiento de la Escuela de la Mirada o la novela descriptiva y llegó a escribir un libro y cuentos con este estilo. Fue así que leí el guión de El año pasado en Marienbad y escribí, bajo esa técnica, sobre un acontecimiento que había transcurrido en Lima. Y resulta que este señor Ortiz había escrito un cuento utilizando la misma técnica y por eso pensó que había plagiado su cuento, aunque este también trataba sobre una habitación, esto estaba escrito en El año pasado en Marienbad
 
 
 
Fue una coincidencia entonces…
Él pensó que era el único que había escrito un cuento bajo ese estilo.
 
 
 
Hombres de mar es su novela más ambiciosa y «totalizante». La empezó a escribir, cuenta usted, en la década del 70 y la publicó recién en 2011
Había tanto que contar porque yo había experimentado unas vivencias amplias en el puerto de Chimbote, donde la izquierda peruana se había trasladado desde Lima y habían transformado a Chimbote en un pequeño laboratorio ideológico para ver de qué manera podían tomar el poder. Entonces Patria Roja, Vanguadia Revolucionaria, todas las agrupaciones estaban en Chimbote tratando de buscar hegemonía en los sindicatos, casi lo logran. Había muchas historias que contar como la de los andinos que llegaron a Chimbote, y para contar todo esto había técnicas muy adecuadas para que esas historias se cruzaran y eso fue lo que me dio mucho trabajo.
 
 
 
Ricardo González Vigil la califica como «un homenaje a José María Arguedas». ¿Es así?
Sí, claro. Si no hubiera sido por El zorro de arriba y el zorro de abajo de repente no me hubiera atrevido a escribir una novela sobre Chimbote. Esta novela de Arguedas me deslumbró e influyó para que pudiera escribir Hombres de mar. Si bien José María tomó el puerto de Chimbote en su novela en la década del 60, yo escribo desde los 70 hasta el 2000, algo que él no vivió.
 
 
 
Hombres de mar refleja ese hervidero social que era Chimbote, resume casi tres décadas de la historia también política del país. ¿Es una novela que toma como referencia al Boom Latinoamericano en cuanto a la estructura y estilo?
Sí, efectivamente. Yo nací con el Boom, prácticamente nací en la literatura por el Boom. Cuando empecé a interesarme a escribir siendo un joven de 17 o 18 años empezaba el Boom a sonar en todo el país, y era una cosa fabulosa. Nunca antes escritores latinoamericanos habían despertado tanto interés. Y  empecé a escribir mis obras con las técnicas del Boom, casi toda mis libros están escritos bajo la influencia de las técnicas del Boom.
 
 

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¿Y esas técnicas eran las necesarias para escribir una novela totalizante como Hombres de mar?
Así es porque las técnicas narrativas permiten abreviar relatos que de una manera cronológica hubieran resultado muy extensos y aburridos. Entonces aunque esta novela me resultó extensa utilizo técnicas como diálogos telescópicos, ondas dialógicas, soliloquios dirigidos a una segunda persona.
 
 
 
¿Usted reivindica lo real maravilloso?
Claro, porque los escritores citadinos no tienen ese sello de identidad que tenemos los andinos. Ellos han nacido en Lima y siempre han estado conectados con Europa y Estados Unidos, entonces jamás podrían escribir ellos obras sobre lo real maravilloso, que es inherente a América Latina, entonces nosotros hemos heredado esos mitos y leyendas y podemos escribir sobre esto en forma natural. Cuando García Márquez escribe, él sentía que en su pueblo existen esas creencias mágico-religiosas, pero los citadinos se molestan porque creen que eso es una moda. El realismo mágico no es una moda, es una manera de sentir esta América con el peso de la tradición ancestral.
 
 
 
¿Trabaja actualmente en alguna novela?
Sí, estoy trabajando en una novela que trata sobre la violencia interna, pero en Lima. Creo que para la próxima Feria Internacional del Libro de Lima la voy a presentar. Esta novela la vengo trabajando desde el año 1989 cuando Sendero Luminoso atentó contra la guardia presidencial. Con la imagen de la explosión de la bomba contra los escoltas presidenciales comienza esta novela. Es una novela breve pero que me ha demandado muchos años de trabajo.
 
 
 
¿Ya tiene título?
Sí, aunque quizás se pueda cambiar, pero por el momento se llama El cerco de Lima
 
 
 
¿Qué es lo que usted quiere expresar a través de sus obras? ¿Hay algún mensaje o intención?
Para mí es importante rescatar nuestra cultura ancestral y ver de qué manera puede dialogar con la cultura occidental para que no se piense que con la globalización los peruanos nos volvimos supermodernos y dejar de lado nuestra herencia. Creo que debemos aprovechar nuestra herencia cultural como Machu Picchu, nuestra gastronomía, procurando no depredar el medio ambiente y tener cuidado, en ese sentido, con la minería, que nos dará un beneficio económico por corto tiempo.
 

 
 
 
CINCO LIBROS RECOMENDADOS POR ÓSCAR COLCHADO LUCIO
 
 
1. Todas las sangres, de José María Arguedas.
 
2. El mundo es ancho y ajeno, de Ciro Alegría.
 
3. Pedro Páramo y El llano en llamas, de Juan Rulfo.
 
4. Hijo de hombre, de Augusto Roa Bastos.
 
5.  La Divina Comedia, de Dante Alighieri.


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