Alina Gadea: “Me atrae más el mundo interno, lo subjetivo”

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Mientras alista la publicación de su tercera novela, cuyo título aún ignoramos, conversamos con la escritora Alina Gadea, quien en esta charla reafirma su interés en explorar la psiquis de sus personajes, especialmente el lado más sórdido de la condición humana.

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Por Jaime Cabrera Junco
Fotos: Handrez García

No solo su historia personal se circunscribe a su casa. También sus demonios literarios giran en torno ese centenario espacio miraflorino en el que nació, creció y vive. Tanto así que su cuento La casa muerta, ganador del Premio Copé de Bronce en 2006, está inspirado en ese antiguo inmueble que conserva con esmero y que combina con elegancia el mobiliario añejo con el moderno. Es en esa casa donde nos recibe Alina Gadea, escritora y quien desde hace poco más de un año colabora con  Lee por gusto a través de artículos sobre obras y escritores .

Estudiaste Derecho en la Católica, seguiste un curso en La Sorbona (Francia) y también estudiaste en Madrid. Aparentemente estabas muy encaminada para dedicarte de lleno a la abogacía. ¿Cómo es que surge entonces la escritora en ese contexto?
En realidad siempre supe que quería ser una lectora toda mi vida más allá de ocurrírseme que pudiera escribir, eso fue después. Estudié Derecho a pesar de mi pasión por la literatura, para que mi familia se quedara tranquila, puesto que a pesar de ser lectores, pensaban que estudiar literatura no era algo del todo serio.

Te licenciaste con un estudio romanístico sobre la separación de hecho como causal de divorcio. Lo menciono porque me lleva a ver también esto de la crisis de pareja como tema literario
Me parece un tema común para literatura, en cierto modo uno se puede sentir en menor o mayor medida identificado con este tema que tiene que ver de alguna manera con lo que escribo.

¿Y esa tesis entonces fue con una finalidad literaria?
Lo que sucede es que a mí me gustaban las áreas que menos tenían que ver con el Derecho, las cosas que eran limítrofes, los cursos que no iban a ser decisivos al momento de ejercer. Los temas de Filosofía del Derecho o Derecho Romano eran los más alejados del Derecho. Por eso tuve que escoger un tema romanístico para salirme un poco de ese campo parametrado del Derecho y que tuviera algo más de vuelo.

¿Cómo surge este impulso o necesidad de escribir?
Surgió de una manera muy graciosa porque había estudiado Derecho y trabajaba en eso, y ocurrió cuando una tía mía, a quien le decíamos el Barón de Münchhausen porque inventaba historias sin parar, quería hacer un recuento de su vida y había hecho una narración sin pies ni cabeza y yo me ofrecí a arreglar el texto y me di cuenta de que hacer esto se me daba bastante bien. Una amiga me decía que yo siempre recitaba y escribía cosas, y luego entré a esta escuela de escritura creativa de Alonso Cueto e Iván Thays y fue un descubrimiento encontrar otro universo, fue como una luz que cambió mi manera de ver las cosas y seguí. Recuerdo que empecé a escribir cuentos y en particular este relato de La casa muerta y lo envié a Petroperú por jugar y recuerdo que me llamaron por teléfono diciéndome que había sido una de los ganadoras del Copé y grité (ríe), fue una locura y a partir de allí me envalentoné para seguir en este oficio de locos que es escribir.

Digamos que fue un descubrimiento, pero también había una predisposición.
Sí, una predisposición verbal y en mi casa hablábamos todo el tiempo y entre estas conversaciones aparecía esto del mundo interno sobre vivencias de nosotros y al final es un poco como escribir.

¿Qué fue lo primero que empezaste a escribir?
Escribía cosas para mí desde chica, pero luego fui entendiendo a hacerlo poco a poco.

 

***

AlinaPost3_handrezNació en Lima en 1966 y viene de una familia de abogados. Su abuelo y su padre lo fueron. En su casa hay libros antiguos de Derecho, pero también de Literatura como una edición de fines del siglo XIX de La Divina Comedia. Siguió la tradición familiar y siguió la carrera de leyes, aunque -como ya contó- la literatura fue convirtiéndose en lo más importante. Curiosamente, cuando estudiaba en la Universidad Católica una compañera suya que leía Madame Bovary le dijo que imaginaba el rostro de la protagonista idéntico al de ella. Fue así que empezó a llamarla “Emma”. La literatura también allí estaba presente.

Al leer tus obras y tratar de buscar una definición, encuentro ante todo una preocupación por el lenguaje y por darle un vuelo poético a las palabras. Además, hay que recordar que escribiste poesía. ¿Hay una preocupación por el lenguaje en el momento de la escritura?
Más que preocupación diría que me nace, es una forma de percibir las cosas que siempre han venido conmigo, simplemente es como volcarlo, traduciendo todo ese mundo emocional en palabras. Entonces a mí me nace así y me interesa eso. Realmente a mí me gustan mucho los autores que tienen mucho de poetas, no me atrae lo racional y, aunque pueda ser maravilloso, me gusta más el mundo lírico. Me gusta mucho, por ejemplo, La casa de cartón, de Martín Adán. Me gusta Faulkner porque tiene una enorme riqueza del lenguaje, esos autores entre otros me llaman mucho.

El crítico Ricardo González Vigil resume muy bien las características de tus historias: expresan pulsiones eróticas y tanáticas.
Sí, así es. Ese tema de Eros y Tánatos, como dos pulsiones que van a estar a lo largo de toda acción dramática. Eso también me surge naturalmente, no me lo he propuesto. Lo que sí entendí y volví más racional fue la estructura de la narración.

Estas pulsiones tanáticas llegan con mayor notoriedad en tu novela Obsesión
(ríe) Sí, el médico imaginando que revuelve las tripas de un cadáver con las manos enguantadas y eso casi se asocia, por el contrario, con ese impulso de buscar esta pasión desenfrenada que lo saque de la total monotonía.

Cuando presentaste tu primera novela, Otra vida para Doris Kaplan, la describías como «una novela psicológica que parte de lo emocional». Obsesión es un thriller, tu cuento La casa muerta presenta una interpretación patológica y psíquica. ¿Cómo explicas esta fijación (por no decir obsesión) en estos temas?
Seré yo (ríe), mi forma de concebir los procesos internos, mi forma de ver el mundo y también a mí me gusta mucho la literatura que tiene que ver con el mundo de las emociones, por eso autores como los japoneses en general como Tanizaki, Kawabata, el mismo Murakami y Mishima, me gustan porque tienen que ver con retratos internos de un mundo emocional, es como algo que no sé por qué me atrae más, quizás por el tema de que huyo de lo racional junto con esa carrera tan racional que es el Derecho. ¿Para qué en la literatura ponernos tan objetivos? A mí me atrae más lo subjetivo.

Es curioso cómo a través de la literatura buscas, sea como lectora o escritora, explorar lo sórdido de la psiquis humana.
(Ríe) Me parece muy importante que el escritor busque el conflicto y estos conflictos son existenciales y universales, y siempre dentro de esa línea me gusta esa grietas por las que sale lo más sórdido que tenemos los seremos humanos.

¿Es una forma de proyectarte en otras vidas?
Sí, de identificarse, de metabolizar una serie de cosas personales y definitivamente leyendo uno nunca está solo, realmente es parte de esa magia de la lectura.

Justo sobre eso y en la presentación de Otra vida para Doris Kaplan, Alonso Cueto dijo que tu estilo nos hacía recordar que «las verdaderas aventuras son las que se viven en la conciencia»
Creo que hay la corriente del contador de historias, pero a mí me atrae más el mundo interno, lo subjetivo.

¿Sientes que ya estás preparada para arriesgar más narrativamente hablando? Me explico: en Obsesión manejaste muy bien tema muy abordado, estos personajes que a lo Gustav von Aschenbach, de Muerte en Venecia, se dejan llevar por sus pulsiones
Bueno, en eso estoy, tratando…es un proceso, vendrán, espero que cada vez pueda ahondar más en la psiquis de los personajes y hacer mejores construcciones.

Tengo entendido que estás trabajando en tu tercera novela que está basada en tu cuento La casa muerta. ¿Es una ampliación de ese cuento?
Es un desarrollo del cuento que estoy haciendo en una novela porque a mí siempre me pareció que tenía que explorar más en ese cuento, y más que bucear en ese mundo. Es el mismo cuento al que he tenido que hacerle algunas adaptaciones para que funcione como novela y hasta allí nomás te puedo decir (ríe).

En el cuento mencionas que las casas se parecen a las personas.
Ese es uno de los demonios que tenía y me impulsaba a hablar y, además, este tema de la transformación urbana de Lima tan caótica que estamos viviendo. A mí, particularmente, me perturba y esa es una de las razones por la que quería explorar este cuento La casa muerta, y ahora estamos asistiendo al fin de una época y estamos cambiando de escenario y este es un proceso molesto y poco planificado y en cierto modo esto es una suerte de denuncia contra esa vorágine comercial que atenta contra lo bello, contra la naturaleza, una ciudad que comienza cada vez más a darle la espalda al mar, es una cosa muy esquizofrénica y esto me genera un conflicto que quería de alguna manera plasmar en este desarrollo de La casa muerta.

¿Qué es para ti escribir?
Vivir… de otra forma parece que uno no viviera.

¿Qué aspiras lograr como escritora?
No aspiro realmente a lograr nada sino a seguir escribiendo.

 

 

LOS CINCO LIBROS FAVORITOS DE ALINA GADEA

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1. Muerte en Venecia, de Thomas Mann.

2. El extranjero, de Albert Camus.

3. Luz de agosto, de William Faulkner.

4. Rayuela, de Julio Cortázar

5. La insoportable levedad del ser, Milan Kundera.

 



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