México 70 : El judío maravilloso

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Jorge Cuba-Luque escribe sobre el técnico que llevó por primera y única vez a Israel a Mundial de fútbol. ¿Quién fue Emmanuel Scheffer ?

 

 

Mais il sait aussi que l’histoire peut trahir  la     mémoire et naufrager l’espoir.

                                                                             Simha Guterman

 

Por Jorge Cuba-Luque

Emmanuel Scheffer miró a sus jugadores alineados al borde de la cancha, al lado de los de la selección de Uruguay, separados de ellos por la terna de árbitros quienes, vestidos de riguroso negro, llevaban el logo de la FIFA adosada a la altura del pecho. Estaba por empezar la ceremonia de los himnos nacionales, e iba a ser la primera vez que se escucharía el de Israel en un Mundial.  “Este partido, termine como termine, ya lo hemos ganado, lo ganamos hace tres mil años”, se dijo el entrenador, feliz y emocionado. Emmanuel Scheffer fue uno de esos hombres a los que el siglo XX marcó con el horror del asesinato masivo perpetrado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Nacido en el seno de una familia judía en un pequeño pueblo de Galitzia, entonces parte de Polonia, su padre emigra con los suyos a la Alemania de la república de Weimar en busca de trabajo y un porvenir mejor pues, mal que bien, era un espacio democrático. Allí permanecieron hasta 1933, cuando Adolf Hitler llegó al poder decidido a ejecutar la política de exterminación semita que preconizaba desde hacía años. Papá Scheffer comprendió el peligro que se instalaba y, con su esposa e hijos, no dudó en dejar aquel país que alguna vez fue tierra de poetas románticos y músicos grandiosos. Tras accidentadas estadías en un par de ciudades europeas en las que Emmanuel tuvo sus primeros encuentros con el fútbol, la familia regresa al punto de partida, Galitzia. Era 1937, el futuro entrenador de la selección del futuro Estado de Israel tenía trece años y se inscribe en la liga local de balompié. Había empezado lo que se imaginaba sería su senda futbolística. Pero en 1939 Alemania, mediante la blitzkrieg, invadió la mitad de Polonia, dejándole a la Unión Soviética la otra mitad, donde se situaba Galitzia.

Polonia desapareció en tanto Estado, y Galitzia fue anexada como provincia de Ucrania al inmenso país gobernado por el todopoderoso Stalin. En un paréntesis de falsa paz, la vida en la Unión Soviética siguió su rumbo, aunque los Scheffer tuvieron que separarse y dejaron a Emmanuel, que ya se dedicaba al fútbol, al cuidado de una tía. En junio de 1941 el Tercer Reich desencadenó la Operación Barbarroja y agredió a la Unión Soviética; Ucrania fue ocupada por la entonces incontenible Wehrmacht y los nazis empezaron sus asesinatos masivos. Entre las víctimas estaban los Scheffer, salvo Emmanuel, que logró salvar la vida avanzando hasta el Kazajstán, en los confines de la Unión Soviética; tras la guerra el joven huérfano decidió ir al nuevo país destinado a ser la patria de los judíos, Israel.

Emmanuel,   escapado milagrosamente del Holocausto y de diversas graves enfermedades, llevó a su nueva patria su destreza como jugador. Viejo de tres mil años en religión y en tradiciones, Israel era en cambio nuevo en balompié. Aun así, existía ya una liga de fútbol, y Scheffer no tuvo problemas para integrar sucesivamente el Hapoel Haifa y luego en el Kfar Saba, los principales clubes del país. Tras unos pocos años como jugador profesional, optó por ser entrenador y tomó a su cargo diversos equipos, en los que se hizo fácilmente reconocido como uno de los más capaces. Su designación como director técnico del combinado nacional fue recibida con optimismo, y lo consideraron el hombre indicado para tratar de llevar a la selección a México 70.

Los conflictos geopolíticos de aquellos años en el Medio Oriente, que en el fútbol se expresaron con la negativa de los países árabes a jugar con Israel, provocaron que el seleccionado judío tuviera que participar en las eliminatorias de las confederaciones de Asia y Oceanía. Israel se impuso holgadamente a Nueva Zelanda y a Australia, con lo que obtuvo su billete para México.

Tras una inicial derrota ante el formidable y aguerrido Uruguay de aquellos años, los dirigidos por Scheffer dieron una sorpresa ante la siempre temible Suecia, con la que empató 1-1.  Vendría luego otro sorprendente empate, sin abrir el marcador, nada menos que ante la Italia de Gigi Riva, que sería la selección subcampeona de aquel Mundial en el que a todos deslumbró un Brasil insuperable.

Emmanuel Scheffer cumplió con creces su cometido, no solo por haber llevado al Estado hebreo a un Mundial por vez primera, sino también por haber logrado que su equipo dejara una imagen respetable en el torneo. Desde 1970, Israel no ha vuelto a la Copa del Mundo, por lo que el nombre de Scheffer se ha vuelto un referente. Tal vez, en el momento de su muerte, en 2012, rememoró sus días en México, el Mundial más alegre de todos, cuando Israel se enfrentó, sin complejos, a los grandes del fútbol, y esa evocación, quizá, palió en algo el recuerdo de una época de horror.

 

 



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