Andrea Montiel: «El cantar de las agujas» y el tiempo que transcurre sin darnos cuenta

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La poeta Andrea Montiel (derecha) junto al autor y a la escritora Gabriela Olivo de Alba. (Fotos: Munir Hamdan).

Estas fueron las palabras de la poeta mexicana Andrea Montiel en la presentación de «El cantar de las agujas», poemario de Jaime Cabrera Junco.

 

Por Andrea Montiel

Es un gran gusto para mí presentar este primer libro de poemas El cantar de las agujas de nuestro querido tallerista, poeta y hermano peruano Jaime Cabrera Junco.

Las páginas de este poemario de largo aliento, nos sumergen en el ámbito del tiempo y la vida, donde el tiempo tiene el timón, y cuyos momentos son algunas horas e instantes a lo largo de un día.

Los poemas giran alrededor de ese tiempo que aparece para desaparecer inmediatamente, y cuya presencia se manifiesta siempre diluyéndose a todas horas, pero se hace evidente a los seres humanos al ausentarse, aunque todos sin excepción, vivimos subjetivamente su fugacidad.

Edmund Husserl en su libro, Lecciones para una fenomenología de la conciencia íntima del tiempo, nos dice: “Naturalmente lo que es el tiempo lo sabemos todos, pero desde el momento en que queremos adquirir conciencia de él, nos perdemos en contradicciones y laberintos”.

Por mi parte, considero que hay que buscar en el yo, y en el caso de la poesía el yo lírico, la clave de la comprensión del tiempo y su transcurrir que deseamos poetizar.

Meditar sobre el tiempo implica abordar la angustia que provoca a algunos, o bien la esperanza que significa para otros. Nuestro tiempo, el tiempo de todos, está compuesto de muchos instantes diferentes que a la vez crean una unidad que en su conjunto le dan sentido a la historia de las sociedades, y a las historias vitales de cada hombre y cada mujer.

El concepto tiempo puede estudiarse a través de un sin número de enfoques, disciplinas y puntos de vista. En este caso que nos reúne, el enfoque es el tiempo visto, experimentado y vivenciado a través del lenguaje poético.

Todas las expresiones del tiempo pueden ser analizadas desde la cotidianidad de los seres humanos, de su devenir constante e ininterrumpido. El tiempo es una realidad que vivimos todos los días como si nos perteneciera, pero al vivirlo diariamente nos parece invariable, sin embargo, la vida cotidiana nos muestra que hay diferencias sutiles y que todo cambia infatigablemente.

Estos cambios y pequeñas variaciones que nos acompañan como lo hace el tiempo, a veces son insensibles, ya que sin ser totalmente concientes, a través del tiempo transcurrimos con nuestras tristezas, alegrías, estados de ánimo y emociones diversas.

El tiempo objetivo tal vez sea uno, relativo, medible y calculable. Tiempo de instantes previsibles, puntuales, de hábitos, horarios, rutinas o lapsos que sin remedio hemos de cumplir.

     El tiempo subjetivo, psicológico, el de la existencia, no es solo uno, hay tantos, como distintos seres cada cual con sus transcursos vitales.

     O esos tiempos mágicos en los que sucede la sorpresa y aparece la dimensión de algo que asombra, un trozo de uno o una misma que acontece porque nos llena, no sólo de alegría, sino de gozo interior e íntimo.

Así también aquellos tiempos de recuerdos, del pasado y las nostalgias que se prolongan en el transcurrir.

 

     El cantar de las agujas, de Jaime Cabrera, está lleno de instantáneas verbales con las que podemos imaginar las burocracias del mundo, donde la vida se automatiza y el entusiasmo se apaga. Cantar de instantes con los que el poeta y sus palabras convierte en recreaciones fugaces del entorno, las sensaciones y vivencias del hastío cotidiano, el fastidio y aburrimiento de eso que se transforma en más de lo mismo… como estar dando vueltas y vueltas en un sitio sin avanzar ni regresarse…

 

y cito:      pág. 8

 

9:01 a.m.

Llego saludo firmo. Cuenta regresiva. Nueve diez horas. Húmedo de pelos. Camino saludo. Columnas de concreto. Saludo camino. Escalera centenaria.

Bajo

              Bajo

                               Bajo                            Subo

                                               Bajo

Piso reluciente. Avanzo saludo. Día previsible saludo día incierto. Camino camino camino. Nueva semana. Sonrío saludo. Hasta ahora todo sigue igual. Ya veremos. La sorpresa del salario. Ingreso saludo. Pieza enana mochila frescura matinal ingreso saludo.

 

Enciendo la máquina.                       

 

La poeta Andrea Montiel y el autor de «El cantar de las agujas», Jaime Cabrera Junco. (Foto: Munir Hamdan).

 

UNA INTROSPECCIÓN POÉTICA

Ahora me tomaré unos minutos para hablar de cómo nuestro poeta se internó en los trayectos de lo poético:

Lo que Jaime Cabrera deseaba escribir era cuento y novela, mas no poesía. Suponía que para escribir poemas “había que ser un predestinado o tener una genialidad innata como la de Baudelaire o Vallejo”. Y fue a partir de un taller de poesía que llevó en la maestría de escritura de la Universidad de San Marcos, que comenzó a escribir poemas ya que se le había recomendado que, aunque su camino no fuese lo poético, el ejercicio de la escritura poética nutriría su prosa.

Al descubir que en sus escritos había una especie de verdad oculta que quería expresar y no surgía en su narrativa, empezó a escribir de manera más sistemática permitiendo influencias al leer algunas voces más reflexivas que líricas, como la del argentino Roberto Juarroz. Se dio cuenta entonces que: no necesariamente había que ser un malabarista del verso, sino que también podía escribir poemas a partir de algún pensamiento, y sin caer en moralinas baratas.

Así inició la búsqueda de algunos temas por escribir. Entre los que más le interesaban, como él mismo expresa, fue:

…el tránsito de nuestras vidas en este mundo, encontrando que el tiempo es un tema esencial. Sobre todo cuando una persona, con aspiraciones artísticas, tiene que sacar el máximo provecho al poco tiempo que le deja una jornada larga de trabajo. Así fue como pensé en las horas que uno está fuera de casa y en las que restan para dedicarse a sí mismo, a la familia y a otros afectos. Este tema fue mucho más intenso cuando asumí con mayor convicción mi vocación de escribir y me di cuenta de que escribir también es una carrera contra el tiempo.

Para Jaime, este primer libro significa un nuevo nacimiento, el inicio de un camino hermosamente incierto, ya que la escritura poética es una posibilidad que puede dársele a él también con un trabajo constante, y de igual forma, puede acercarle poco a poco a lo que desea expresar.

La poesía es una forma expresiva que le interesa muchísimo. Como lector cada vez que lee un poema, más que con los sonidos de las palabras se queda con su materia. La musicalidad es importante, sin ella el texto poético carecería de la potencia que hace que el poema sea distinto a un aforismo o a una nota informativa. Pero hay una verdad oculta dentro del poema, como ese mensaje en un papelito de la suerte donde vienen envueltas las galletas chinas: Se saborea la galleta y también el mensaje que lleva dentro.

     Eso me gustaría lograr -dice Jaime-: que la forma poética sea un camino para que los lectores encuentren el papelito con el mensaje oculto.

     La poesía para nuestro autor de El cantar de las agujas, es un intento por traducir en palabras sus estados de ánimo, una manera de explicar lo que le ocurre en la vida diaria y lo que sucede a su alrededor. Búsqueda que no necesariamente será exitosa, pero que lejos de ser angustiante, tiene en las palabras su forma concreta. Y el sonido y el ritmo como herramientas, dan a las palabras un peso, una base para hacerlas flotar como el aire.

 

     La poesía encierra una profundidad y sensibilidad mayor que otros géneros, y a diferencia de la filosofía o de un ensayo, no procura argumentar sino expresar nuestras sensaciones. Cuando escribo un poema intento ordenar mis ideas y percepciones sobre algunas circunstancias de la vida. Un día malo, o una experiencia triste o irritante, encuentran en las palabras cierto sosiego. Son un paréntesis en la cotidianidad y la posibilidad de pensar de otra forma, de manera menos lógica, más libre y con posibilidades de expresarme muy distintas. Es una manera de pensar el mundo, y procurar entendernos a quienes lo habitamos. Como dice el verso de Vallejo: «Hoy me gusta la vida mucho menos, pero siempre me gusta vivir…». Me gustaría poder vivir inmerso en la poesía para no perder el entusiasmo por vivir. A través de la poesía me gustaría encontrar caminos y posibilidades de expresión. La poesía (felizmente) es un lugar donde uno puede llegar sin saber dónde terminará.

 

y cito de nuevo:                     pag 39

10:30 p.m.

Saciado y dueño
de mis horas
las ansias caen
en reducido margen.

Giro y giro el cubo Rubik de

 p

       a

               l

                        a

                                 b

                                       r

                                               a

                                                       s

 

no encajan
estéril de frases
armonía oculta
para amainar el caos.

 

Un nuevo devaneo
minutos
gotean
sobre el escritorio
la molicie ronda
aletea sobre la frente.

 

Ansiado curso horizontal.

 

Forcejea
sigo
sigo el compás
de la noche
que maúlla.                 

 

*Muchas gracias a la Librería Bonilla, a Juan Luis Bonilla, a Andrè Plá, a Manuel Illanes y a Enrique Villa por sus atenciones y por permitirnos esta reunión de amigos con la poesía de nuestro hermano peruano…

*Gracias por compartir esta mesa con la maestra Gabriela Olivo de Alba…

*Gracias a todos ustedes por su presencia esta tarde…

*Y… Gracias, Jaime por este poemario frenético, de fuerza lírica, donde la palabra mínima es su eficacia, el papel en blanco el espacio donde las palabras se dibujan y transitan, y los versos nos conducen entre lo habitual y acostrumbrado de algunas vidas…

… para terminar, te pediría, si me permites, hacerte una pregunta?

 

¿Qué significa para ti el tiempo que transcurre sin darte cuenta?

 

ANDREA MONTIEL

septiembre 24, 2022… Librería Bonilla



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