Las partículas de Félix Terrones

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Les presentamos una reseña sobre el más reciente libro de cuentos del escritor Félix Terrones, Notas en un pasaporte (PEISA, 2022).

 

 

Por Paul Baudry*

En Notas en un pasaporte (PEISA, 2022), Félix Terrones propone una nueva reflexión sobre el desarraigo, el desengaño y el fracaso que caracterizan la experiencia de sus personajes cosmopolitas pero siempre descentrados desde Ríos de ceniza (2015). Es inevitable asociar este proyecto sobre el desencanto con la figura de Ribeyro, quien hiciera de este contraste entre el deseo y la realidad uno de sus resortes más característicos dentro del panorama nacional. Terrones dialoga y homenajea ese contrapunto que desemboca a menudo en el chasco pero desde la mirada de peruanos residentes en Europa o de europeos que visitan por primera vez el Perú. En este sentido, la crítica se concentra en los prejuicios de ambos lados del Atlántico, desbaratando los tópicos exotistas que cada orilla construye para exaltar o despreciar una alteridad inquietante, como plantea también Fernando Iwasaki. El resultado respira una resignación lúcida sobre las vocaciones literarias que mueren en Lima, la estafa de Francia como una tierra supuestamente humanista y tolerante, así como los mitos del nacionalismo peruano que se desvanecen entre el humo, la bruma y el polvo.

 

Estas metáforas transversales comparten un mismo significado, la desagregación. En el primer cuento, “Dos mil monedas”, la imagen se declina mediante el menudeo de esta riqueza que se acumula, en vano, para escapar del sur empobrecido, mediocre y mezquino hacia el norte cultural. A lo largo de un relato que juega con la picaresca, las ilusiones no solo están perdidas, como en Balzac, sino destazadas, ensuciadas como el confeti que se pisotea al final de una fiesta. En “Valientes muchachos”, por ejemplo, los retazos que componen esos sueños desgarrados sirven para contar la historia de Antonio Carneiro, la joven promesa de la literatura peruana que consigue emigrar a París pero que regresa envilecido. A diferencia de Roberto López, el protagonista de “Alienación” de Ribeyro, Carneiro no solo se transforma física y moralmente sino que pervierte a su entorno, a la gavilla que, desde la admiración y la envidia, se traviste para ponerse el sombrero de su “éxito”. Sin embargo, los escribidores que lo rodean solo consiguen migas de su prestigio, que ni los satisfacen ni los alimentan.

 

Los sueños, como las partículas, flotan en “Castillos de humo ascienden en el aire”, cuyo título, por su extensión y su lirismo, prefigura también esa dispersión de la felicidad como una totalidad ilusoria. Jugando con la expresión construire un château en Espagne —construir un castillo en España—, que se refiere al deseo de alcanzar algo irrealizable, Terrones invierte los polos de poder. Desde el romanticismo, Francia plantea al país vecino como un espacio irracional donde todo es posible gracias a la locura de Don Quijote, pero en este cuento, el hermano del narrador se refiere a Francia en esos mismos términos como un destino igualmente engañoso. En efecto, como en “La juventud en la otra ribera” de Ribeyro, donde el profesor Plácido Huamán se topa con el París real que no calza con su imaginario, la madre de ambos colecciona platitos decorativos que representan idílicos y lejanos parajes, en disonancia con la experiencia desencantada del exilio del protagonista. En realidad, los fragmentos, colgados y expuestos como una muestra fidedigna del mundo, están hecho del mismo humo.

 

Por último, “Leyendas patrias”, sin duda el cuento más logrado, sugiere una arqueología de las capas culturales, históricas y generacionales que se han sedimentado en una historia familiar de la clase media, condenada a la precariedad que simboliza una casa en perpetua construcción durante la Guerra del Cenepa. En este espacio endeble, a medias como el estado-nación, el narrador compara su vocación literaria con un partido de fútbol en el que termina herido. Escayolado, como los soldados que luchan en la frontera con Ecuador, su deseo de emancipación busca otros héroes que le ofrecen, en este caso, el fútbol, con la figura de Lolo Fernández, y la literatura, con el personaje de Emilio Adolfo Westphalen, con quien comparte el hospital. Así, ante la intemperie moral, política y artística, busca construirse un nuevo panteón, mucho más personal y sustancial, que lo guíe en medio de las ruinas de un país corrompido por el fujimorismo. En este sentido, el derrotismo sobre el que camina la prosa de Félix Terrones sugiere una inevitable melancolía pero también una crítica contemplativa de los designios individuales que, a pesar de la indiferencia peruana, se perciben entre la bruma de los deseos.

 

*Paul Baudry. Investigador y escritor peruano. Como narrador ha publicado el libro de cuentos Distraiciones (Hipocampo Editores, 2006), El arte antiguo de la cetrería (PEISA, 2017), así también es coautor de Cuadernos de Obrajillo (PEISA, 2019) y, recientemente, ha publicado la novela La república de las chispas (Seix Barral, 2022).


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