«La isla de Eli», de Javier Campillo

La isla de Eli – reseña Cuba Luque

Presentamos la siguiente reseña de Jorge Cuba Luque sobre la novela «La isla de Eli», del escritor español Javier Campillo.


Por Jorge Cuba Luque

«No man is an island» proclama John Done en uno de sus poemas, aunque en Palma, capital de Mallorca, la mayor de las Baleares, sus habitantes parecen serlo, tal como aparecen representados en La isla de Eli (Ediciones Carena, Barcelona, 2022), novela del español Javier Campillo. Eli es Elizabeth, una joven inmigrante boliviana que se malgana la vida limpiando habitaciones en un hotel, el Minerva, al que acude casi cotidianamente Pedro, un español también joven y que igualmente se malgana la vida, aunque él como chofer de Star Rent A Car, una agencia de alquiler de autos para turistas. La isla, obviamente, es Mallorca. Estamos en julio de 2017, y como cada verano, a ella acuden hordas de jóvenes venidos de Inglaterra y del norte de Europa en frenética búsqueda de alcohol, sexo y sol.

Pero aquel verano, Mallorca es la comidilla mundial gracias al mamading, un concurso de felación múltiple organizado por una discoteca del balneario de Magaluf y que un clip de internet ha hecho viral. La historia que nos cuenta Javier Campillo comienza una noche en aquel local, adonde, luego del trabajo, Pedro es llevado por Alberto, un colega con el que habitualmente “el tema de conversación son las tías” y cuyo credo es vivir la vida y vivirla bien, con mucho sexo. El autor de este libro lanza un magnífico anzuelo al lector pues de seguro que tras leer las primeras páginas piensa que se encuentra ante una historia porno trash. Pero no, el autor ha elaborado una sencilla historia de amor de un verano que, con agudeza, ironía y un notable manejo del ritmo narrativo, que alterna capítulos en tercera persona (sobre Eli) y la primera (narrados por Pedro) atrapa al lector adentrándolo en la perspectiva de sus personajes. Así, la condición de inmigrante de Elizabeth es expuesta con su sentimiento de frustración, sus sueños, su fastidio de que la tomen continuamente, debido a su físico, por ecuatoriana o peruana, y que no sea más que una sudaca, una panchita, según el apelativo despectivo de los lugareños. Inmigrante boliviana que solo frecuenta inmigrantes de su país, sabe muy poco de la España en la que reside, aunque aspira a obtener la ciudadanía española. Eli es pues, una isla, isla rodeada por el mar de sus aspiraciones, de sus recuerdos, de su preocupación por ayudar económicamente a su pequeño hijo dejado en Bolivia.

Otra isla es Pedro, aislado en su frustración de desclasado que a casi los treinta años y, a pesar suyo, sigue viviendo en casa de su madre viuda, de saberse un apocado incapaz de seducir a alguna muchacha y que, por ello, tiene que soportar los dudosos y machacones consejos y burlas de Alberto. Pero en una de sus idas al Minerva, Pedro queda súbitamente prendado de Elizabeth, atraído por su trasero; “Toda historia tiene un detonante, y la mía nació con la visión de un culo, el de Eli”, cuenta el chofer de Star Rent A Car para quien lo meramente físico irá dejando lugar a los sentimientos.   

En torno a Elizabeth y Pedro gravitan otros personajes: dos amigas compatriotas de Eli, el ya citado Alberto, el sensible y tímido Joan (también chofer de la agencia), la madre de Pedro. Y sin duda, otro de los personajes claves la novela es Mallorca, con sus barrios de discotecas y pubs, su turismo de masas low cost, la transformación de sus calles por las que Pedro paseaba cuando niño y que han ido metamorfoseándose con el turismo veraniego, sus inmigrantes de Europa del Este y sudacas. Javier Campillo hace de Mallorca un ser vivo en el que Pedro tiene un jardín secreto, el cementerio de Deià, al que suele ir a visitar la tumba del escritor inglés Robert Graves, el autor de la novela histórica Yo, Claudio. Pedro invita a Eli al camposanto y le muestra la tumba de Graves, pero la boliviana no es sensible a la palabra “poeta” escrita bajo el nombre del novelista. Pedro no pudo hablarle de la admiración de su padre por Robert Graves, ni del impacto causado por la adaptación televisiva de Yo, Claudio, producida por la BBC y que fue un éxito mundial. La isla de Eli muestra a sus personajes, a despecho de John Done, como islas.



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