Marina Perezagua: “Para mí la escritura es una cuestión de ritmo”

Una conversación con la escritora española Marina Perezagua, una las invitadas a la 25 Feria Internacional del Libro de Lima, que termina este domingo 6 de septiembre. Hablamos sobre el cuento y la novela, géneros literarios que ha abordado, sus procesos creativos, así como de su última novela Seis formas de morir en Texas (Anagrama, 2019).

 

Por Ricardo Flores Sarmiento

Marina Perezagua nació en España y se mudó hace quince años a Estados Unidos. Sin embargo, el confinamiento por el Covid-19 la atrapó en su país de nacimiento donde ha pasado los últimos meses escribiendo, nadando y escalando. Desde una de las montañas, donde práctica este deporte, contestó nuestro llamado para conversar sobre su obra, que transita entre el cuento y la novela.

Es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla y se doctoró en Filología hispánica en Estados Unidos. Su acercamiento a la escritura se dio con la música. A los seis años ingresó al conservatorio, aprendió a tocar el piano y se sumergió en el mundo creativo. Primero con la composición a un nivel inicial. “Seguí añadiendo letras y empecé a hacer todo más narrativo”, cuenta. Ha publicado las colecciones de relatos Criaturas abisales (2011), Leche (2013) y la antología Cómo saber si respiro (Pesopluma, 2016), así como las novelas: Yoro (2015), con la que ganó el premio Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2016; Don Quijote de Manhattan (2016) y recientemente presentó Seis formas de morir en Texas (2019).

Entre la escritura y el nado

Una de las pasiones de Marina Perezagua es nadar. Es apneísta. Se sumerge en las profundidades del agua sin ningún equipo de respiración. También práctica el nado en aguas abiertas. Ha ido de Europa a África nadando. Cruzó, en el 2015, el estrecho de Gibraltar en casi cuatro horas.

Alguna vez comentó que escribir un cuento era como hacer apnea y escribir novelas era como nadar en aguas abiertas, ¿sigue sintiendo que sea así?
Sí, porque para mí la escritura es una cuestión de ritmo. Cuando estás nadando durante cuatro horas seguidas en aguas abiertas tienes mucho tiempo para pensar y normalmente eso forma parte de un entrenamiento muchísimo más largo de uno o dos años y ahí es cuando se va gestando una novela. Un cuento al tener un aliento mucho más corto para mí se da también en ámbitos más cortos en el agua, que se corresponde más con la apnea.

En una entrevista comentó que estar en el agua era su elemento. En tierra, ¿siente que la escritura es su elemento?
Sí, antes del confinamiento, la escritura era mi elemento hasta tal punto que cuando estaba en un proyecto de un libro y salía con amigos seguía pensando en lo que estaba escribiendo en ese momento. Me enfocaba demasiado. Con el confinamiento he sido poco productiva y me ha servido para ver que la vida también se nutre de otras cosas, al igual que la escritura y que estar relajado también ayuda muchísimo.

Alguna vez ha dicho que le divierte al escribir, que no sufre, ¿qué es lo que le motiva a escribir?
Para mí es como un juego mental. Para mí lo mejor es el trabajo creativo, no tiene fin. Piensas en una historia y al momento que la estás escribiendo sigues pensando en eso. Después estás con amigos en un bar y cualquier cosa que se habla te nutre para esa historia, es como un divertimento. Me hace muy feliz practicar (la escritura).

En sus cuentos muchas veces inicia como un mar que está calmo y poco a poco se va agitando y al final sorprende al lector. Hay como una segunda historia que siempre aparece…
En los que he publicado hasta ahora sí puede ser. En los que estoy ahí diseñando poco a poco, pensando y algunos escribiendo son como más reflexivos, es como menos in crescendo, no quiero decir plano, sino más zen.

En cuanto a su trabajo creativo, ¿cómo decide escribir un cuento o una novela? Es algo que el texto le va pidiendo a medida que escribe o desde el inicio lo tiene claro…
Desde el inicio uno sabe el aliento que tiene lo que va a escribir. Si es de corto o de largo aliento, pero me ha pasado que escribí un cuento y ya publicado sigo pensando en él. Es cuando caigo que en realidad tenía el aliento de una novela, porque daba muchísimo más juego como en el caso del cuento “Little Boy” y la novela Yoro. Me pasó ahí y después he tenido alguna cosa, pero no lo he publicado.

¿Cuáles son los disparadores para la escritura de su obra?
Normalmente vienen de una imagen. La última novela viene de la representación en cuadro de La Piedad. A partir de ese cuadro surgió la idea, no de toda la novela, pero sí, personajes y su ubicación. Generalmente, surgen de una imagen, a lo mejor porque estudié Historia del Arte y hay un acercamiento al mundo a través de imágenes o del cine, puede ser un fotograma o una fotografía.

 

Seis formas de morir en Texas

En su última novela de forma minuciosa y documentada va desentrañando los horrores del tráfico ilegal de órganos en China y la crueldad del sistema penitenciario en el pabellón de sentenciados a muerte en Estados Unidos. Estos dos temas se van hilando a través de las historias de Robyn, una sentenciada a muerte, y Xinzáng, el nieto de un hombre cuyo corazón fue comercializado.

En su novela Seis formas de morir en Texas tiene como personajes principales a Robyn y a Xianzáng. A través de ellos habla de dos temas principalmente: trasplantes ilegales y la vida en el corredor de la muerte, ¿cómo es que decide estos temas? ¿Qué le motivaron?
El primero es porque llevo quince años en Estados Unidos y el tema de la pena de muerte siempre me ha interesado. Primero por la brutalidad, la de tener un sistema así en un país que se considera de primer mundo y segundo porque no hay ningún tipo de debate, hay ejecuciones y parece que no significa ningún tipo de problema para la sociedad. El tema de los trasplantes de órganos nace porque por necesidades narrativas necesitaba un trasplante en la novela y tenía que ser ilegal. Me puse a investigar y me sorprendí cuando descubrí los trasplantes ilegales en China totalmente avalados por el estado y a partir de ahí salió todo. Fueron como dos años de investigación.

Como comenta hay un gran trabajo de investigación, ¿cuán importante para usted es el documentarse para escribir?
Antes creía en la ficción pura al escribir cuentos, que obviamente no existe. En los cuentos no tenía tanta investigación, pero en las novelas muchísima, porque por algún motivo siempre tiendo a temas sociales y necesariamente te tienes que involucrar de alguna manera y para eso se necesita de una pesquisa. Es muy importante que eso actúe como paisaje y como contexto de una historia inventada, porque a mí me gusta inventar historias. Están las dos partes unidas.

A lo largo de la lectura de sus relatos y de Seis formas de morir en Texas he encontrado que entre los temas que toca están la muerte, las relaciones familiares, el amor, está el horror, el sufrimiento, ¿qué es lo que te interesa expresar en su escritura?
Nunca intento expresar a priori nada. Para mí la escritura, aunque como dices hay mucho de horror, de sufrimiento, es ante todo diversión. Me la paso muy bien cuando escribo. Me salen unos personajes de no sé dónde. Es verdad que hay bastante dolor, pero me dejo llevar por ellos. No hay nada demasiado predeterminado. En cuestiones de estructura y de investigación lo tengo todo más controlado, pero no en cuestiones emocionales.

En esta etapa de confinamiento nos decía que no fue tan productiva, quería saber si ha llegado a desarrollar algún proyecto, si viene trabajando en alguna obra…
No es del todo así. Ha sido un tiempo diferente de productividad. Antes estaba con cuentos y novelas. Ahora en el confinamiento no era capaz de concentrarme en un proyecto largo y el cuento, aunque parezca corto a mí me lleva bastante tiempo. Entonces, empecé con una serie de textos de prosa poética más intuitivos, más corporales, más viscerales, tenían mucho más que ver conmigo de lo que he escrito hasta ahora. Me era más fácil, porque antes me escondía detrás de un texto y ahora en lo que estoy escribiendo me muestro tal y como soy. Todavía está en proceso. No sé si llegará algún sitio o no. Evidentemente lo voy a presentar a la editorial y veremos. Por eso no sé si ha sido productivo, porque es diferente a lo que he hecho antes y todavía no lo ha leído nadie.

 

LOS CINCO LIBROS FAVORITOS DE MARINA PEREZAGUA

  1. Cuentos al amor de la lumbre, de Antonio Rodríguez Almodóvar.
  2. Nieve de primavera, de Yukio Mishima.
  3. El dolor, de Marguerite Duras.
  4. El Quijote, de Miguel de Cervantes Saavedra.
  5. Sapiens, de Yuval Noah Harari.