Virginia Woolf en las tablas: “Orlando” o en busca de una identidad

Un comentario de la obra Orlando, puesta escénica que se acaba de estrenar en el Teatro Británico de Miraflores y que está inspirada en la novela homónima de Virginia Woolf.

 

Por Jaime Cabrera Junco

De la puesta escénica del Teatro Británico me han quedado grabada dos cosas. Por un lado, la música que irrumpía para pulverizar cualquier momento solemne o filosófico. También el desplazamiento y coreografía del elenco que llevaba el hilo de la narración. Este último recurso válido y necesario, pues Orlando es una novela de casi 300 páginas complicada de adaptar a las tablas.

El texto original de Virginia Woolf, publicado en 1928, era una falsa biografía de un desorientado muchacho de 16 años, que iba en busca de asentarse en el mundo; primero a través del amor y la vida sensual y, finalmente, a través de la poesía. La narración es una travesía que comienza en el siglo XVI y concluye en el siglo XX con un giro fantástico: Orlando de un momento a otro se vuelve una mujer. La adaptación hecha en el año 2010 por la dramaturga estadounidense Sarah Ruhl nos trae una relectura moderna de esta novela centrada en cuestionar los roles del hombre y la mujer en la sociedad, así como la reafirmación de una identidad individual. Incluso, por el monólogo final, podríamos afirmar que pone en discusión también las relaciones humanas en general.

La obra que apreciamos actualmente en el Británico respeta la esencia del texto de Woolf, pero matiza las constantes reflexiones —puestas en boca del variopinto elenco—con situaciones cómicas. Por ejemplo, mencionaba líneas arriba las canciones insertadas después de algún momento clave: Era mi vida él, de Isabel Pantoja, o El amor, de Tito ‘El Bambino’, por citar algunos hits que, por contraste, despiertan las carcajadas del público. Aunque el protagonista es Orlando (Fiorella Pennano), los demás personajes interactúan en todo momento con él-ella, sea llevando el hilo narrativo o comentando sus acciones o interpelándolo. A lo largo de la obra, los personajes van tomándose la posta, sea para narrar o para interactuar con Orlando. Esta suerte de ‘coro griego’ viste casi completamente de negro, mientras que el personaje principal, de blanco.

La apuesta de Norma Martínez, directora de la obra, por generar una interacción y diálogos ágiles le restan densidad al texto original de Woolf. Lo destacable de Orlando, además, de las actuaciones —digamos que todas parejas— es la parte técnica, la iluminación y escenografía. Su sincronización y calidad resaltan en casi las dos horas de función. Quizás por momentos se exagera un poco el intercambio de roles que hace el personaje de Jordi Vilalta, pero eso no le quita a la obra la frescura y dinamismo. Estamos ante una novela escrita a inicios del siglo XX y que aun ahora muchos de sus cuestionamientos siguen vigentes. El mérito de esta puesta es actualizarlos y ponerlos en contexto a nuestros días.

Yo empecé leyendo el libro antes de ver la obra. Si la obra los lleva al libro, verán que hay mucho más también en esta novela de Woolf, quien se la dedica a Vita Sackville-West, una aristócrata y escritora con quien tuvo un amorío a finales de los años veinte.

 

FICHA TÉCNICA

Obra: Orlando

Dramaturgia: Sarah Ruhl, en base a la novela homónina de Virginia Woolf

Dirección: Norma Martínez

Elenco: Fiorella Pennano, Montserrat Brugué, Ebelin Ortiz, Gabriella Paredes, Renato Rueda, Roberto Ruíz y Jordi Vilalta.

Lugar: Teatro Británico (Jr. Bellavista 527, Miraflores)

Entradas: Teleticket y boletería.

Funciones: de miércoles a lunes, a las 8:00 p.m.

Temporada: hasta el 20 de mayo 2019