Nosotros que vamos ligeros: un viaje alrededor de nuestras angustias

 

Una lectura del libro de cuentos «Nosotros que vamos ligeros», de la escritora Nataly Villena, editado por Animal de invierno.

 

Por Jaime Cabrera Junco*

He leído con detenimiento los ocho cuentos de Nataly Villena Vega (Cusco, 1975), quien acaba de presentar Nosotros que vamos ligeros. Ha sido grato descubrir a una narradora de talento y nervio para contar una historia. Si me pidieran establecer alguna referencia en nuestra tradición cuentística femenina, pues veo en su estilo líneas en común con Pilar Dughi. Sus personajes son también seres solitarios, atormentados y en busca de resolver aquello que los agobia, aunque no tengan muy claro el camino para conseguir este objetivo.

De Villena Vega conocíamos su trabajo como editora y difusora de literatura femenina —dirige la web Las Críticas—, pero este retorno a la ficción ha resultado formidable, sobre todo porque le abre un camino en el cuento, el género más querido y el menos comercial de la literatura peruana. Es cierto que un libro de cuentos difícilmente tiene un nivel parejo, pues siempre hay relatos que destacan y se imponen a otros. En ese sentido, de los ocho cuentos, dos sobresalen largamente: en primer lugar, “Autopista 1”, excelente relato que maneja el suspenso y ofrece una tensión que va en aumento hasta explotar al final cuando se revela lo que se sospecha al inicio. El segundo cuento es “Dios nos guía”, también de buena factura, donde los lectores percibimos la angustia, desolación y desencuentro existencial de una madre que busca a su hija desaparecida. Luego, destacan “El reencuentro”, por mostrar de a pocos la trama de la historia ocurrida en los ochenta, y “Primera vez”, por transmitirnos la desesperación que embarga a su protagonista.

Lo que más me gustó de este libro es la construcción psicológica de los personajes. Por otro lado, encuentro que no todos los relatos presentan un final redondo o decaen sin ofrecernos un clímax a la altura de la expectativa inicial. Pese a ello, la narración fluye, pues hay un hilo conductor en todas estas historias: tenemos la metáfora del viaje como una manera de encontrarse a uno mismo.

Este inicio, más que aceptable, me genera expectativas ante lo que Nataly Villena pueda ofrecernos en una próxima entrega.

 

*Publicado originalmente en el diario Perú21 el 24 de agosto de 2018