Sembrando Lectores para cosechar un mundo mejor

 

Los invitamos a conocer el trabajo de fomento de la lectura en niños que realiza Sembrando Lectores, asociación cultural que a través de sus talleres despiertan la creatividad y promueven el diálogo en menores de entre 8 y 13 años de edad.

 

Por Jaime Cabrera Junco
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En Lima hay iniciativas independientes que trabajan en el fomento de la lectura y encienden la esperanza en una sociedad agobiada por tantas demandas sin atender. Sembrando Lectores es una asociación cultural que nació el 24 de octubre de 2011 como un proyecto de un grupo de estudiantes de Literatura de la Universidad de San Marcos y actualmente trabaja de manera sostenida en el sur de la capital. Todo esto en forma voluntaria y sin ningún afán de lucro.

Fue en Villa El Salvador donde se esparcieron las primeras semillas de Sembrando Lectores. Sus acciones comprenden principalmente talleres de lectura y de creación literaria dirigidos a niños de entre 8 y 13 años de edad. Es decir, no se trata de enseñarles a decodificar las palabras sino más bien de despertarles el interés por lecturas que puedan hacer suyas y sean compartidas con otros niños e incluso con sus familias. Los textos son distintos a aquellos que se imparten en el colegio, promoviendo así el diálogo y la interpretación libre.

El lugar de inicio del proyecto no fue accidental, pues en Villa El Salvador reside Sandi Muchari, una de las fundadoras y la actual presidenta de la asociación. Ella y sus entonces compañeros de estudios empezaron con este voluntariado que actualmente es conformado por 25 participantes, y quienes desde Villa El Salvador han llevado estos talleres gratuitos a los distritos vecinos de Villa María del Triunfo y San Juan de Miraflores. La iniciativa, particular e inesperada en estudiantes de Literatura, tuvo tal impacto que fue premiada en el año 2012 en la categoría Mejores Prácticas Ciudadanas de Jóvenes, distinción otorgada por el Jurado Nacional de Elecciones.

“Lo que buscamos es promover el desarrollo personal y en comunidad de niñas, niños y adolescentes a través de herramientas culturales que fomenten el pensamiento crítico”, señala Sandi Muchari, quien se encarga de la capacitación de nuevos voluntarios con técnicas de facilitación que adaptó de su experiencia en asociaciones juveniles. Luego, vino la tarea de seleccionar los textos y formar una suerte de banco de lecturas. Cuentos de Julio Ramón Ribeyro, Clemente Palma, Antón Chéjov, Lovecraft, Etgar Keret así como relatos de la tradición oral, mitos urbanos y poemas fueron reunidos y distribuidos en los talleres que se realizan en verano y en la segunda mitad del año.

 

Foto: Archivo Sembrando Lectores.

 

Los talleres de lectura

Una vez que el niño aprende a leer en la escuela su relación con la lectura puede tornarse áspera. Lejos de acercarlos al libro se los suele ahuyentar y, a veces, no hay camino de regreso. Paradójicamente ahora se les exige a leer más libros acordes con su edad, pero el espacio para la conversación es mínimo. ¿Cuántas veces se nos ha hecho sentir la lectura como una obligación en lugar de mostrarla como el encuentro con otra persona? ¿Se toma en cuenta al niño en la elección de los textos? ¿La educación es vista como un espacio libre? Eso ha marcado a varios de los beneficiarios de los talleres de Sembrando Lectores, y por eso los voluntarios lo tuvieron en cuenta al plantear estas actividades. Los niños comparten las sensaciones que le despiertan los textos literarios, los voluntarios se convierten en mediadores de lectura, es decir ponen al alcance los textos para comentarlos en grupo y a partir de allí despertar la creatividad.

El premio Nobel José Saramago decía que cada persona debería ser capaz de contar su vida a través de un libro. El taller de creación literaria busca fomentar competencias para que los niños se expresen y reflexionen sobre su entorno y sus vidas en familia. En un video que muestra la dinámica de los talleres, algunos niños comparten sus experiencias. Uno de ellos dice que ha aprendido a “jugar a leer”, otro “a viajar con la imaginación”, y una niña resalta que para ella leer es “averiguar cosas nuevas”. Por su parte, los voluntarios coinciden en afirmar que el aprendizaje es mutuo. Muchos de ellos han descubierto, incluso, una vocación que tenían oculta. Al inicio algunos se mostraban reticentes de trabajar con niños, pero luego cambiaron radicalmente de opinión.

“Trabajar con niños me ha permitido, y permite, reencontrarme conmigo misma, desarrollar niveles de empatía que desconocía hasta hace siete años. Hoy tengo la convicción plena que al trabajar con un pequeño no lo sabré todo, que no soy un ser iluminado que brinda conocimientos únicos o las verdaderas respuestas. Apenas somos acompañantes, tratando de estar a su altura y a un mismo ritmo.”, comenta Sandi Muchari.

 

Foto: Archivo Sembrando Lectores

 

El apoyo de la comunidad

Hace un año que Sembrando Lectores es formalmente una asociación cultural. Ello ha reafirmado el compromiso de sus integrantes aunque también ha traído consigo más responsabilidades. El sostenimiento económico es fundamental para la realización de los talleres, de allí que una de las maneras de hacerlo es a través de actividades para recaudar fondos, entre ellas una rifa solidaria. Aunque no cuentan todavía con un local propio, las juntas vecinales les ceden los espacios para realizar los talleres en los cuales han participado más de 150 niños por año.

En 2015, a través de una invitación, Sembrando Lectores visitó una comunidad asháninka en la región Junín. La experiencia con los niños fue muy aleccionadora y llevó a reflexionar a sus integrantes sobre el alcance del proyecto. Una aspiración a futuro es trabajar en otras zonas de Lima y en el interior del país. Para ello la sostenibilidad económica y el apoyo de entidades públicas y privadas serán fundamentales. Sin embargo, los voluntarios son conscientes de sus limitaciones de tiempo y de operatividad: ninguno de ellos percibe un ingreso por los talleres. Cada uno ofrece su tiempo y disposición para compartir con los niños. La respuesta de los participantes es la principal recompensa. La lectura no es vista como una imposición, está asociada a la conversación, a la expresividad.

Es de noche. Hay alfombras y sobre ellas se sientan un grupo de niños. Son más de quince. La sala se encuentra iluminada por lámparas de una intensidad tenue. La penumbra crea un clima de misterio. Esto forma parte de uno de los últimos talleres nocturnos que realizó Sembrando Lectores en el sector 3, grupo 3, de Villa El Salvador. En esta actividad se utilizó la narración oral como un medio para compartir historias. Los niños escuchan atentos los relatos. Rostros de asombro, algunas sonrisas. Están sumergidos en las palabras. En otro momento se animan a contar otras historias a partir de las narraciones escuchadas.

“La verdad, no sé en qué termine esta historia, pero lo que sí sé es que vaya donde vaya, esté donde esté, continuaré haciendo lo que más me gusta hacer: acompañando a niños y personas hacia el descubrimiento de significados y significantes”, reflexiona Sandi Muchari.

Iniciativas como esta hay pocas y su existencia es muy significativa. Nadie muere si no lee, pero quien lo hace vive más atento y observa mejor lo que le sucede. Con más lectores tendríamos un mundo, sino mejor, seguramente más sensible que el actual. Que la semilla de la lectura siga germinando.

 

Dato:

Para conocer más sobre las actividades de Sembrando Lectores pueden seguir su cuenta de Facebook: https://www.facebook.com/sembrandolectores/