La noche sin ventanas: dos peruanos en la Segunda Guerra Mundial

 

Comentamos la más reciente novela del periodista y escritor Raúl Tola, la cual se inspira en los peruanos Madeleine Truel y Francisco García Calderón.

 

Conocido principalmente por su faceta como presentador de televisión, Raúl Tola se ha ido abriendo paso como escritor. Con Flores amarillas (2014) dio un paso firme en este cometido, pues nos presentó una novela ambiciosa en cuanto temática y extensión. Si bien tributaria de Conversación en La Catedral, el libro tuvo como disparador algunos aspectos de la vida de sus ancestros italianos mezclados con sucesos de la política peruana durante el régimen de Manuel A. Odría. La novela, con méritos técnicos, pasó ligeramente desapercibida a pesar de la difusión que tuvo.

Han transcurrido tres años y Tola nos acaba de entregar su cuarta novela titulada La noche sin ventanas, una obra donde con mayor soltura y con un buen manejo del suspenso nos presenta la historia de dos peruanos que participaron indirectamente en los acontecimientos alrededor de la Segunda Guerra Mundial. El lector que se enfrente a esta novela no debería dejarse intimidar por su extensión (426 páginas), pues el autor narra con soltura y pericia una historia con rigurosos datos históricos cuyas grietas ha sabido cubrir con ficción.

Ambientada fundamentalmente en París, y en Lima en menor medida, los dos personajes del libro son Madeleine y Francisco, ambos hacen alusión a personajes reales: Madeleine Truel y al diplomático y pensador Francisco García Calderón. Las historias de ellos se alternan en cada capítulo de la novela y a través de la técnica de los vasos comunicantes sus rutas se intersectan en algún momento. Madeleine es una mujer que tras laborar como falsificadora de documentos de la resistencia francesa ante la ocupación nazi, es confinada a un campo de concentración. La historia de ella fue abordada por el periodista Hugo Coya en su libro Estación final. Mientras que Francisco es un diplomático, cuya ascendente carrera lo lleva a ser embajador del Perú en París y un ilustre pensador con publicaciones acogidas con beneplácito por la intelectualidad francesa y europea. A través de sus escritos propone un camino que considera el mejor para hacer emerger del subdesarrollo al Perú, el cual —como más adelante reconocerá— se alinea con el fascismo.

La investigación realizada por el autor le da verosimilitud y persuasión a las historias de estos dos personajes, sumándose a esto un estilo directo, como en un reportaje que fluye sin mayores meandros descriptivos. Es cierto que algunos diálogos suenan impostados, pero la historia atrapa tanto y a la vez nos hace reflexionar sobre cómo las ideas pueden servir de base a posiciones extremas como el nazismo. A lo largo de sus páginas este mensaje va sugiriéndose especialmente cuando se hace un paralelo entre lo que anhela Francisco y lo que va sucediendo en el Perú bajo la tutela de regímenes dictatoriales. La situación de Madeleine en el campo de concentración es narrada con sobriedad y más desde su punto de vista que con el objetivo de abundar en detalles sobre la situación que afrontaron miles de judíos y personas sometidas por los alemanes en los campos de la muerte.

La noche sin ventanas quizás pudo convertirse en un gran reportaje, sin embargo, se nota un interés de Tola por sumergirse en la mente de los personajes y tratar de desentrañar sus motivaciones y pensamientos, algo que en la no ficción carece de valor. El autor ha dicho que con esta novela ha ido encontrando su propia voz y por allí asoma un camino que recorrer para continuar buscando un estilo propio también que lo distinga.  La lectura de este libro resulta estimulante sobre todo por los tiempos que corren dado que los autoritarismos han ido adoptando algunos matices. Es interesante también el análisis sobre el pensamiento peruano a inicios del siglo XX y la visión que se tenía del país en una república que aún arrastra taras que resultan por ahora insuperables.