Isaac Goldemberg: “El fútbol me interesa como metáfora de los conflictos en la sociedad”

 

Compartimos una entrevista a ritmo de fútbol con el escritor peruano Isaac Goldemberg a propósito de la reedición de la novela Tiempo al tiempo.

 

Por Bruno Ysla Heredia

La primera vez que supe, tardíamente, de la existencia de la obra de Isaac Goldemberg (Chepén, La Libertad, 1945) fue en 1995, en la encuesta de las mejores novelas peruanas, de la desaparecida revista Debate, en la que su primera novela, con el muy llamativo título de La vida a plazos de Don Jacobo Lerner (1978), estuvo entre los 25 primeros puestos y su segunda novela, Tiempo al tiempo (1984), obtuvo una mención (de José Miguel Oviedo, nada menos); justamente, esta segunda novela hace poco ha tenido una necesaria reedición; sobre ello conversamos y también sobre su obra poética, que no es poca (y de la que, como muchos, conocí más en la exposición Isaac Goldemberg: Tiempos y raíces realizada en la Casa de la Literatura en 2014), sobre cómo han surgido algunos de sus libros y, claro, sobre su interés en el fútbol . La entrevista, en consonancia con su segunda novela, fue planteada como un partido de fútbol, en el que, al final del mismo, Isaac Gol-demberg demuestra que ha salido a golear.
PRIMER TIEMPO

Uno de los motivos literarios de su reciente visita a Lima fue la presentación de la nueva edición de su segunda novela, Tiempo al tiempo, por Tribal y Perro de Ambiente; cómo, o de quién, surgió el proyecto de reedición de esta novela que fue publicada por última vez como libro único en el Perú hace 30 años, por Mosca Azul en 1986, y, conjuntamente con su primera novela, La vida a plazos de Don Jacobo Lerner, por editorial San Marcos hace nueve años, en 2007.
La idea surgió del poeta Paul Guillén quien me propuso sacar una edición conmemorativa de la novela en coedición entre Tribal y Perro de Ambiente Editores. Yo acepté con gusto porque quería que mi libro llegase a nuevos lectores, especialmente a los jóvenes. La edición quedó muy hermosa y tuve la suerte de contar con el prólogo del escritor Carlos Yushimito y el colofón de Marcela Pardes, profesora de Temple University en Estados Unidos.

Retrocedamos ahora en el tiempo, cuando Efraín Kristal lo entrevistó en 1980 para la revista Hueso Húmero, usted indicó que estaba escribiendo una novela con el título tentativo de “La conversión de Marquitos Karushansky” y que estaba basada en un hecho que le contaron a su regreso al Perú, en 1964, éste fue el suicidio de un amigo que tuvo una vida parecida a la suya hasta ese entonces. Mi pregunta es: En qué momento ocurrió el origen y desarrollo de ese hecho como material novelizable.
Ocurrió un par de meses antes de terminar de escribir mi primera novela, La vida a plazos de don Jacobo Lerner. Y en el momento en que me enteré del suicidio de mi amigo, supe que mi próxima novela sería Tiempo al tiempo, si bien aún no con este título. Por eso, al día siguiente de la presentación de la edición en inglés de la novela, regresé al Perú con la intención de reunir datos para mi segunda novela. Fue una experiencia muy fructífera, porque además de empaparme de lo que sucedió en el Perú durante los años que abarca Tiempo al tiempo me topé con una noticia que, treinta años mas tarde, me llevaría a escribir mi cuarta novela, Acuérdate del escorpión.

tiempoaltiempoIGEn base a la pregunta anterior, ¿me gustaría saber qué motivó el cambio del título de “La conversión…” a Tiempo al tiempo?
En Tiempo al tiempo Marcos, el protagonista adolescente de la novela, para sobrevivir en una realidad que le es totalmente ajena, debe convertirse en otro. Por eso originalmente la novela se llamaba “La conversión de Marcos Karushansky Ávila”. El título cambió cuando en un momento de la escritura decidí contar la vida del protagonista como parte de un partido de fútbol entre Perú y Brasil que se está jugando en el Estadio Nacional de Lima. Entonces la novela se dividió en primer y segundo tiempo y me decidí por el nuevo título, ya que este no solo se refiere al partido de fútbol sino a la forma en que se desarrolla la vida del protagonista, es decir, en diferentes tiempos. El tiempo de su infancia católica y pueblerina; el tiempo de su llegada a la gran capital; el tiempo de su inmersión en el mundo judío; el tiempo de sus experiencias en el Colegio Militar Leoncio Prado y, finalmente, el tiempo de su partida a Israel. Asimismo, estaban en juego los tiempos históricos y culturales de sus dos pueblos: el peruano y el judío.

Su primera novela tuvo un gran éxito, ¿se sintió presionado a producir algo tan o más exitoso que su primera novela? ¿El tono más humorístico, y también más ligero, en su segunda novela fue acaso una manera de mostrar que andaba en otro camino?
No me sentí presionado en absoluto. Mi único objetivo fue no repetir el estilo ni la voz de mi primera novela porque eso hubiese significado caer en el aburrimiento, es decir, en mi propio aburrimiento como escritor. Por eso elegí otro tipo de narrador, mejor dicho de narradores, ya que la novela está narrada por diferentes voces. Ahora bien, lo que mis dos primeras novelas tienen en común es precisamente el tono humorístico, el uso de la ironía. Aunque tal vez en Tiempo al tiempo el humor se torna más alucinante y grotesco.

De vuelta al presente, uno de los cambios en esta edición, aparte de los textos de Carlos Yushimito y Marcela Pardes, y que ya se había anunciado en La vida son los ríos, es la aparición de los capítulos breves llamados “Círculos de tiempo” que son, en realidad, los textos con datos históricos, reales o no, que aparecían como un continuo, a la manera de una marquesina o producto de un teletipo, debajo del cuerpo principal del texto. ¿A qué se debió el cambio? Si bien ya había una desconexión para la lectura de ambos textos (pues no se podían leer a la vez), siento ahora esa desconexión mayor puesto que ya no hay la proximidad aparente entre textos, ¿era ésta su intención o vincular más esos textos con los capítulos breves, las “Crónicas”, que se encuentran en su primera novela?
En efecto, la intención fue vincular esos textos a las “Crónicas” que aparecen en mi primera novela. Por otra parte, ese cambio se debió a la dificultad de leer al mismo tiempo el texto narrativo y el teletipo que corría al pie de página. Pero como esos datos eran necesarios para situar al lector dentro de la realidad que le ha tocado vivir al joven Marcos, protagonista de la novela, ofreciéndole una relación a veces alucinante de hechos pertenecientes tanto a la historia del Perú como del pueblo judío, decidí dejarlos en la novela. A ese “transfondo histórico” lo llamé “Círculos del tiempo” aludiendo a la confusión de orden cultural y religioso que sufre el protagonista.

Carlos Yushimito menciona, en su texto introductorio, la relación entre Tiempo al tiempo y Los cachorros de Mario Vargas Llosa; me parece detectar otras coincidencias, fuera de que de por sí, hay varios hechos en las vidas de ambos que se conectan, el tema del padre o el paso por el Leoncio Prado, por ejemplo; pienso en la operación de Marcos que ocurre en la avenida Tacna o muy cerca de ella, el mismo lugar donde Zavalita se hizo la célebre pregunta de “En qué momento se había jodido el Perú” o, la alternancia de los capítulos narrados a la manera de un partido de fútbol que podría remitir a los textos presentados en formato de documento militar en Pantaleón y las visitadoras o, esto es más tirado de los pelos, si el título hace una referencia indirecta al título en inglés de La ciudad y los perros, Time of the Hero (El tiempo del héroe). ¿Qué tanto siente hubo de influencia, o, quizás, de parodia, de los textos de Mario Vargas Llosa?¿Qué tanto hubo de influencia o cuáles fueron las de otros autores? Por ejemplo, siento una conexión entre los breves episodios de la Manón con los del personaje Shélah-nah-Gig de El cuerpo de Giuliano de Jorge Eduardo Eielson, en el sentido de que ambas son prostitutas y esos episodios están llenos de imágenes que provienen de diversos contextos.
Como bien dice usted, se trata de puras coincidencias.

El partido de fútbol es uno de los puntos claves no sólo en esta novela sino también en las que la han seguido (Acuérdate del escorpión se desarrolla durante el Mundial de México 70, y el terremoto de ese año, y en su proyecto de novela, “A Dios al Perú”, hay un capítulo surrealista también con un partido de fútbol, o lo que se conoce como una pichanguita), e incluso en su último poemario, Diálogos conmigo y mis otros (2013) hay un poema llamado Goles y arqueros con citas de escritores sobre fútbol y un texto con reminiscencias del que aparece en Tiempo al tiempo. ¿Qué tanto le interesa el fútbol? ¿Sigue las andanzas del fútbol peruano? Me parece interesante notar que mientras escribía esta novela, la selección peruana de fútbol jugaba su última eliminatoria exitosa (para el Mundial de España 82) y al momento de ser publicada (1984-1985) coincidía con la primera de las varias eliminatorias que se quedaron sólo en eso, ¿ello tuvo alguna influencia en usted? Interesante también es notar, al revisar un listado de novelas peruanas, por ejemplo el de “Las mejores novelas peruanas” de la revista Debate (marzo-abril 1995), que Tiempo al tiempo fue el canto de cisne de un momento clave en la novela peruana (claro que la novela peruana, a diferencia del fútbol, tendría un notable repunte en los primeros años de la década de 1990).
Entre los siete y los trece años yo fui muy aficionado al fútbol. Me gustaba ver y jugar fútbol; era, como Marquitos, el protagonista de Tiempo al tiempo, un vicioso. Podía estar jugando todo el día, a cualquier hora. Todavía me gusta jugar, pero he tenido pocas oportunidades de hacerlo en Nueva York. Cuando recién llegué a esta ciudad, a los 19 años, llegué a jugar por un equipo italiano en una liga del Bronx. Jugábamos los domingos y me pagaban 75 dólares por partido, un poco más de lo que ganaba semanalmente en el trabajo que conseguí en la Biblioteca Pública de Nueva York. Esto duró cerca de un año y luego esa pequeña liga desapareció. Desde ese momento, fueron pocas las ocasiones en que volví a jugar. Actualmente el fútbol me interesa como espectáculo y como reflejo de ciertos aspectos de la sociedad. Lo que me interesa del fútbol como recurso literario, es su valor simbólico como metáfora de los conflictos que se dan en la sociedad en todos los niveles. Así en Tiempo al tiempo tanto el lenguaje futbolístico como el enfrentamiento entre el mundo judío y peruano me sirven para explorar el conflicto que tiene lugar en la mente del protagonista con respecto a su doble identidad. ¿Es peruano? ¿Es judío? Preguntas que constantemente se hace y le hace al espectador el narrador del partido entre Perú y Brasil que se está presenciando en la televisión y por el cual se definirá al campeón sudamericano de 1962. Se trata de un narrador polifacético: es historiador, filósofo, sociólogo, sacerdote, sicólogo y comentarista de fútbol. Parece saber de todo y saberlo todo en lo referente a la vida del protagonista. Y a través de su narración vemos que en este partido soñado por Marcos puede suceder de todo y que el Estadio Nacional puede  transformarse en diversos escenarios donde ocurren cosas que no tienen nada que ver con el partido que se está jugando. ¿Y qué es lo que está en juego? Está en juego la identidad de Marcos. Entonces la cancha de fútbol  —convertida en sinagoga o en iglesia, en territorio peruano o en territorio israelí— pasa a ser el terreno donde se libra la “batalla” entre sus dos culturas, la peruana y la judía. Y de esa forma la novela pasa a ser también una meditación sobre lo que significa —o podría significar— ser judío en el Perú. Así, mitos y creencias se van parodiando en el ritual del juego. Entonces, entregado a los arrebatos de la fantasía y de la libre asociación, el locutor se complace en el azar de las jugadas que lo llevan constantemente de un tema a otro y a tiempos y escenarios diversos. En esa juntura azarosa de situaciones disímiles, en el doble fondo de las palabras y de las imágenes, hay delirio, pero se trata de un delirio coherente.

Ahora bien, la presencia del fútbol en Acuérdate del escorpión fue un mero producto del azar, ya que el situar la acción en el año de 1970, en pleno Mundial de fútbol, se debió a exigencias de la trama, de los hechos novelescos. No obstante, una vez que me percaté de que la novela exigía ser ubicada en 1970, decidí escoger seis días del mes de junio —la historia va del martes 2 al domingo 7—, dos  días después del terrible terremoto ocurrido ese año y en pleno Mundial, porque la paralización sufrida por Lima a causa del terremoto, y por los partidos de fútbol jugados por el equipo peruano, era el escenario ideal, medio fantasmal, para que actuaran los personajes de mi historia. Al mismo tiempo, mientras el seleccionado peruano va avanzando en el torneo, se va creando una euforia general que hace que la población olvide momentáneamente la tragedia sufrida por el terremoto, que salga a relucir manifestaciones demagógicas de patriotismo, y que por medio de ella se intente definir lo que significa ser y sentirse peruano. El fútbol, entonces, cada vez que aparece mencionado en la novela, sirve para presentar una imagen representativa de lo nacional y para revelar las ambigüedades de la cultura del país, una cultura puesta cara a cara a los símbolos de la peruanidad en su versión educativa y militar.

 

SEGUNDO TIEMPO

IsaacGoldembergJoven1De lo que más me llama la atención, al pasar lista de sus obras, es que son muchos más sus libros de poesía que de narrativa; pero antes de eso quería mencionar otra cosa que atrajo mi atención, su primer libro no es de poesía ni de narrativa sino es una obra de teatro publicada en 1968 cuyo título en castellano es “No poseo para expresar mi vida sino mi muerte”. Fuera de su mención en bibliografías, me parece que no se sabe nada de ella, ¿podría, si es que desea, contarme de qué trataba o cómo se animó a escribirla?
Se trata de una obra de teatro que no ha sido publicada, pero que se presentó en un teatro de off-off Broadway, en traducción al inglés. El título proviene de un poema de César Vallejo, cuyo primer verso dice “En suma no poseo para expresar mi vida sino mi muerte”. La obra dramatizaba ciertos episodios de la vida de Vallejo, utilizando en gran medida algunos de sus poemas, sobre todo los más autobiográficos. Estuvo en cartelera por dos meses y tuvo una buena acogida, con reseñas en varias publicaciones neoyorquinas.

Decía en la pregunta anterior que son mucho más sus libros de poesía (aproximadamente catorce) que de narrativa (aproximadamente cuatro), sin embargo, en el Perú se le reconoce más como narrador, considerando que su obra ha sido prologada por poetas reconocidos como Marco Martos o Róger Santiváñez y traducida a otros idiomas, ¿por qué cree que ello ocurre?
Tal vez se deba al hecho de que la mayoría de mis libros de poesía se ha publicado fuera del Perú y que no se han distribuido en nuestro país. Por ello, porque me interesa que mi poesía se conozca mas en el Perú, estoy armando una antología personal titulada “Peruvian blues” (de unos 250 poemas), con la esperanza de que alguna editorial peruana se interese en publicarla.

A propósito de ello, otro de los motivos literarios de su reciente visita a Lima fue su participación en el III Festival de Poesía (FIP Lima); supe que leyó un poema en castellano, en inglés y en quechua, imagino que fue “Hagadá”, un poema de su libro La vida al contado y que fue uno de los pilares de la exposición “Tiempos y raíces” que organizó la Casa de la Literatura sobre su obra ¿Fue acaso este poema u otro?
En realidad, el poema que leí en el Festival de Poesía fue “Diáspora”. Yo lo leí en castellano, el escritor Carlos Olázabal lo leyó en quechua y la educadora Malka Gheiler en hebreo.  La traducción al quechua es del poeta cusqueño Odi Gonzales y la traducción al hebreo de la educadora Anat Kehati. Escogí este poema, que originalmente se llamaba “Casas”, por su contenido simbólico y porque expresa una constante en mi vida desde el momento en que a los ocho años pasé de mi pueblo a Lima para vivir con mi padre. Mientras que en mi pueblo viví siempre en una misma casa, la casa donde nací, en Lima, en el espacio de ocho años viví en seis casas distintas, sin contar los dos internados en los que estudié parte de la primaria y de la secundaria. Cosa parecida me ha ocurrido en el extranjero. En los casi dos años que estuve en Israel viví en cuatro casas distintas; en Barcelona, en cinco casas en un año; en Madrid, en tres casas en cinco meses; y en Nueva York en seis casas desde que llegué a fines de 1964. Recuerdo que cuando llegué a Lima y mi padre me llevó a su casa, yo me sumergí en ella pensando que mi verdadera casa no era esa sino la que había dejado atrás en mi pueblo. Por eso en mi poesía abundan las referencias a la casa, al hogar, como símbolo de la inseguridad del vivir pasajero y del conflicto en mi persona entre la permanencia y el desarraigo. Pienso que este conflicto puede apreciarse sobre todo en el poema “Diáspora”, el cual seguramente nació —sin yo saberlo— en el momento en que entré a mi nueva casa en Lima, acto que constituyó, digamos mi primer exilio, mi ingreso a un nuevo mundo, el de mi padre, completamente distinto del que había vivido hasta ese momento. He aquí el poema:

DIÁSPORA

Todavía quedaban en la ciudad todas las casas.

Pero la que menos quedaba era la casa del padre.

Él dijo que guardaría su casa hasta el último día de sus días.

Más tarde, mucho tiempo más tarde,

volvía del destierro para ponerle candado.

Y el hijo, sin que fuese suya, se quedó con la llave.

Tiempo hace ya que la casa fue vendida al olvido.

Hoy el olvido tiene su llave, idéntica a la memoria del padre.

Esta será su tranca —dijo—, mi memoria.

Más tarde, mucho tiempo más tarde, mudó su casa.

Pónganla aquí —dijo—, donde estuvo la casa.

 

DialogoconmigoyconotrosIGEn el primer tiempo de esta entrevista, hice mención de su último poemario Diálogos conmigo y mis otros; recientemente también ha publicado una antología bilingüe del mismo con Cardboard House Press. Veo que incluyó aproximadamente la mitad de poemas del original e introdujo algunos nuevos. ¿Cómo se hizo esta selección?
Este libro ha sufrido varias transformaciones. La edición original, publicada en Estados Unidos, consta de 67 poemas. La edición bilingüe español-italiano, publicada en Roma, contiene 75 poemas. Esta misma edición saldrá próximamente en francés. Para la edición bilingüe español-inglés, con Cardboard House Press, seleccioné 30 poemas debido a que la editorial no podía asumir el costo de una edición más extensa. La selección obedeció a mi deseo de destacar dos temas: el diálogo que sostengo conmigo y mis otros acerca de mi identidad peruana y judía y el diálogo que sostengo conmigo y mis otros acerca de la creación poética.

Uno de los epígrafes del libro, el del filósofo Theodor Adorno, “Quien no tiene patria, encuentra en la escritura un lugar para vivir”, parece casi el epígrafe de su vida porque a pesar de todos sus exilios (los que se cuentan en su divertida auto-cronología “La vida al contado” y los que han venido después), una constante en su vida ha sido la literatura, es decir, tanto la escritura como la lectura; la literatura ha sido y es su casa y su hogar. ¿Está de acuerdo con ello? ¿Por cierto, ha pensado en ampliar o actualizar la cronología de su vida, “La vida al contado”? Es uno de sus textos que más me gustan.
Efectivamente, debido a los numerosos desplazamientos —tanto físicos como culturales— que he experimentado desde que salí de mi pueblo y debido también a los cincuenta años que llevo en Nueva York, ciudad en la que me siento al mismo tiempo neoyorquino y extranjero, porque en ella todos parecemos estar siempre de paso, la literatura ha sido mi casa. En cuanto a la cronología de “La vida al contado”, justamente he comenzado a ampliarla porque esa versión llega solamente hasta 1992 y es mucho lo que me ha sucedido en los últimos 25 años. Tengo la impresión de que ese recuento lleva camino de convertirse en libro, es decir, en una breve autobiografía.

Dentro de lo narrativo, este año también ha publicado un libro de microrrelatos, cuyo título en castellano sería Filosofía y otras fábulas. ¿Puede considerarse este libro como la unión de lo reflexivo de su poesía con su narrativa? ¿O acaso una vuelta a sus raíces, al primer texto que escribió, un poema narrativo?
Este libro se ha publicado en Nueva York primero en traducción al inglés tal y como ocurrió con mi primera novela (el original permanece inédito) y, como usted bien dice, sus textos constituyen una suerte de unión entre mi narrativa y mi poesía, al punto de que algunas de estas fábulas han sido publicadas también en forma de poemas.  Son microrrelatos —algunos cercanos a la prosa poética— en los cuales no aparecen animales ni personajes humanos sino ideas, conceptos, objetos y arquetipos tales como la filosofía, el bien, el Ser Supremo, la poesía, la religión, la nada, en situaciones proyectadas hacia un futuro perteneciente a una realidad intergaláctica, pero que no es mas que el reflejo del presente que estamos viviendo. Todo esto contado con humor e ironía.

Isaac GoldembergJoven2Debo admitir que recién supe de la existencia de su obra gracias a la encuesta de la revista Debate en 1995, sobre las mejores novelas peruanas; después, con la publicación de Libro de las transformaciones por el Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (2007) creí que se le había dado por publicar poesía (cuando hacía rato lo venía haciendo); creí que ése era el primer libro de poesía publicado en el Perú pero antes ya había aparecido La vida al contado por Lluvia editores (1991); el año pasado publicó, junto con su paisano, el escritor Eduardo González Viaña, Chepén, madre de arena, del que sólo he sabido por su mención en Wikipedia. ¿Diría usted que no ha tenido suerte con la promoción de su obra, que merece ser más conocida en su país natal?
A mi me gustaría que me leyeran sobre todo los jóvenes y que mis libros formasen parte del plan de lecturas de los colegios porque pienso —con la venia de la inmodestia— que dicen cosas sobre nuestro país que no encontrarán en otros libros. Así, conjuntamente con otras lecturas de autores peruanos, podrían ampliar su visión de lo que es el Perú. Como pienso que la literatura —y el arte en general— también es un reflejo de la cultura y del alma de los pueblos, quisiera pensar que he aportado mi granito de arena a la exploración de la identidad peruana. Y también a la de la identidad judía, por supuesto.  Guershom Sholem, el gran estudioso de la Cábala, decía que cada generación tiene que redefinir cuál es su judaísmo y cada individuo dentro de cada generación debe también redefinir, para sí, cuál es su judaísmo. Siguiendo esas pautas, esto es algo que también he intentado practicar como peruano en mi obra.

Usted forma parte de un grupo especial de escritores peruanos: Aquellos para los que la presencia o ausencia del padre fue una gran influencia en su vida y obra: José María Arguedas, Mario Vargas Llosa, Siu Kam Wen, entre otros. Julio Ramón Ribeyro y Sebastián Salazar Bondy, en menor medida. Su obra La vida a plazos de Don Jacobo Lerner quizás sea una de las mayores obras peruanas en lo que se refiere a la narrativa del padre. ¿Qué opina al respecto?
No me gusta la idea de colocar a los libros en categorías porque me parece que eso limita su mundo. Pero si hablamos de una narrativa donde el padre aparece como figura emblemática, entonces La vida a plazos… bien podría ser parte de ella. Sin embargo, pertenecería también a una narrativa de la madre, puesto que esta aparece en esta novela como una figura igualmente emblemática.

Me sorprendió saber que, a pesar de las primeras ediciones, Ud. siempre ha escrito sus libros en castellano y no en inglés; la pregunta que le quiero hacer tiene que ver con la traducción de sus libros, específicamente con los títulos de sus dos primeras novelas: En castellano, como ya lo ha dicho, estos títulos tienen muchos sentidos, el hermoso La vida a plazos de don Jacobo Lerner es el mejor ejemplo, pero al ser traducido al inglés esta multiplicidad se pierde: La vida a plazos pasó a ser La vida fragmentada (The fragmented life…); lo mismo ocurre con Tiempo al tiempo que conoció otros sentidos al ser traducido: Play by play acaso sería Juego a juego o, también, Obra a obra. ¿Se ha identificado Ud. con la traducción al inglés de estos dos títulos suyos?
La verdad es que no quedé muy satisfecho con la traducción de ambos títulos al inglés porque no captan plenamente el sentido de lo que narran ambas novelas. En el caso de la primera, «La vida a plazos» debería haberse traducido como «Life on Credit» o «Life on the Installment Plan», pero el problema es que no sonaba bien si se agregaba «de don Jacobo Lerner», nombre que yo quería conservar en el título para que el posible lector se enterara de entrada de que se trataba de una novela con un personaje judío. Entonces, opté por aceptar el título con que se publicó. En lo que respecta a Tiempo al tiempo, en castellano el título funcionaba bien porque aludía tanto al partido de fútbol como al significado de la expresión. En este sentido, una mejor traducción al inglés hubiese sido «Time Will Tell», es decir «El tiempo dirá».

 

Isaac Goldemberg en la exposición de homenaje que le hizo la Casa de la Literatura Peruana en 2014.

Isaac Goldemberg en la exposición de homenaje que le hizo la Casa de la Literatura Peruana en 2014.

 

 

SUPLEMENTARIO

La última novela que publicó fue Acuérdate del escorpión (Fondo Editorial de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, 2010), novela policial de eminente carácter pulp, sin los grandes cambios de sus anteriores novelas y en la que, quizás, el gran riesgo fue, precisamente, adoptar ese estilo de narración. ¿A qué se debió el cambio o cómo surgió este libro?
Fue un proceso un tanto misterioso que comenzó con un viaje que hice al Perú en 1977, después de casi 15 años de ausencia. El pretexto del viaje era recoger datos para mi segunda novela, Tiempo al tiempo, pero regresaba, en realidad, para reencontrarme con los fantasmas que había dejado detrás y que me habían estado acechando durante todos esos años. En medio de esa búsqueda de datos, me topé con la noticia del asesinato de un japonés, hallado muerto en un restaurante del Mercado Central. Pero la imagen que se dibujó en mi mente no era la de ese señor japonés en su restaurante, sino la de otro, en un billar, crucificado sobre una de las mesas. Debo decir que cada vez que escribo algo, casi siempre la idea se me aparece en imágenes. Y con esta novela no fue distinto: además de la imagen del japonés crucificado en el billar, y que se me apareció en un fogonazo, hubo otra imagen que se me presentó de la misma manera y con la misma intensidad, un día que, caminando por una de las calles del centro de Lima, en ese mismo viaje, pasé por delante de la fachada de una pensión que yo solía frecuentar de niño. Pues bien, la imagen que asaltó mi imaginación fue la de un anciano judío colgado de una viga en esa pensión. Ambas imágenes me persiguieron por casi treinta años, y durante ese tiempo se fueron entrelazando y situándose en un tiempo histórico definido: la Segunda Guerra Mundial, raíz del argumento de mi historia. Para mí era claro que en su persistencia estas dos imágenes me estaban pidiendo a gritos que las utilizara para crear una historia. Al final, me di cuenta de que sólo me quedaba un camino: el de la novela policial. Entonces me impuse el reto de escribirla.

En cuanto al estilo de narración, en Acuérdate del escorpión decidí utilizar una escritura funcional, alejada de los experimentalismos a nivel de lenguaje y dirigida a narrar la historia con sencillez, lo cual no quiere decir con simpleza. Narrar bien, para mí, significa narrar con claridad, lo cual es fundamental para cualquier novela, pero sobre todo para una novela policial. En esta novela hay también una estructura narrativa influida por el lenguaje del cine, pero sin olvidar que la novela —incluida la novela policial— exige una forma propia, distinta a la del cine.  Por otra parte, la novela policial me ofrecía un espacio especial para presentar ciertos aspectos de la sociedad peruana que están relacionados de alguna manera con su historia política, y para reflexionar sobre dichos aspectos de la realidad del país. No obstante, debo aclarar que esta no es una novela sociológica ni política. El “retrato” de la sociedad se da de forma impresionista, en una especie de tomas rápidas, un poco como en el cine. Por eso, el ritmo de la novela es veloz, a veces vertiginoso, casi sin pausa, y la voz del narrador intenta ser objetiva, directa, nada barroca. Se trata de una novela que puede ser leída en diferentes niveles, como una simple novela de acción o como una novela que te dice algo más.

Uno de los pendientes de su obra, con capítulos ya presentados en la antología La vida son los ríos de 2005 y tratada en entrevistas anteriores, es su novela “A Dios al Perú”, ¿en qué ha quedado esta novela que prometía en lo ya presentado? (El capítulo surrealista es muy divertido) ¿Tiene otros proyectos aparte de ella?
He seguido trabajando en “A Dios al Perú”, con paciencia, siento que se va enriqueciendo con nuevas situaciones y nuevos personajes. Pero no puedo dedicarle todo el tiempo que quisiera porque estoy inmerso en otros proyectos: dándole los últimos retoques a un guión basado en Acuérdate del escorpión, escribiendo el guión para un documental sobre un aspecto muy particular de la presencia judía en el Perú, armando una antología poética personal, llamada “Peruvian blues”, así como un poemario, “Libro de las Raíces”, compuesto por 40 poemas en castellano y sus respectivas traducciones al quechua, inglés y francés. Como el título lo anuncia, se trata de poemas que tratan acerca de la identidad peruano-judía. Además, he comenzado a a trabajar en una novela —también de corte policial— donde aparece Simón Weiss, el protagonista de Acuérdate del escorpión,  a los quince años y resolviendo su primer caso, ocurrido en el Colegio Militar Leoncio Prado. Y como si esto fuese poco, revisando los poemas de un libro que he titulado “Variaciones Goldemberg”.

¿Estas “Variaciones Goldemberg” en las que está trabajando, son o tienen que ver con las aparecidas en la primera edición de Diálogos conmigo y mis otros y que no han sido incluidas en esta última edición de la que hemos hablado? 
Así es, «Variaciones Goldemberg» incluye los 8 poemas publicados —bajo la sección que lleva ese subtítulo— en la primera edición de Diálogos conmigo y mis otros. Los nuevos poemas son variaciones de poemas anteriores e incluso variaciones de las variaciones. Lo que se da en este libro es, pues, un diálogo intertextual para tratar los mismos temas desde perspectivas distintas.

 

 

PENALES

Los cinco, o más, libros favoritos de Isaac Goldemberg.

Mis libros favoritos no son siempre los mismos, la lista varía según mi estado de ánimo, el tiempo, lo que esté escribiendo en el momento. Aparte de los clásicos, como La Odisea o El Quijote, hoy son, no necesariamente en este orden, El Conde de Montecristo, Los miserables, Trilce, Trópico de Cáncer, El proceso, La metamorfosis, El doctor Shivago, La casa de Jampol, Una temporada en el infierno, Pedro Páramo, Los ríos profundos, Donde mejor canta un pájaro…