Esa muerte existe, de Jennifer Thorndike

 

Compartimos una reseña de “Esa muerte existe”, la más reciente novela de la escritora Jennifer Thorndike, la cual será presentada el viernes 22 de julio, a las 8:00 p.m., en la sala José María Arguedas de la 21° Feria Internacional del Libro de Lima.

 

Por Jack Martínez Arias

Jennifer Thorndike, la escritora del mal, está de regreso. Esta vez, aparece con una segunda novela: Esa muerte existe (Random House). Un libro que (por su cantidad de páginas) podría leerse de un tirón, pero ese no es el método que recomendaría. Porque cada línea de esta novela sacude, mueve, golpea. Entonces hay que hacer las pausas necesarias para asimilar la historia en su real magnitud.

Cuando digo que cada línea contiene una carga emocional poderosa no lo hago metafóricamente, sino todo lo contrario. Porque considero que Thorndike ha construido una novela sin altibajos evidentes, sin las irregularidades propias del género. La contundencia y la eficiencia que se le exige a un cuento, entonces, las encontramos aquí, en una novela. Y ese es uno de los logros más destacables, por la dificultad que conlleva.

Si la novela anterior de Thorndike, (Ella), giraba en torno a la relación madre-hija; Esa muerte existe se enfoca en la historia de dos hermanas. Ellas, marcadas por un sentimiento de odio mutuo pero vinculadas entre sí desde su nacimiento, están envueltas en una serie de acciones ultraviolentas que impactan sobre la psicología de ambas y, además, sobre sus cuerpos: porque Thorndike hace una narración bastante detallada de las consecuencias del ejercicio de la fuerza física sobre el cuerpo femenino, explorando sin censuras lo sangriento y lo escatológico.

Asimismo, a diferencia de (Ella), aquí aparecen personajes masculinos que juegan un papel determinante en la novela. El más importante es, sin duda, el abuelo de las hermanas, a quien una de ellas —la narradora— llama Monstruo. Él representa parte del origen de los trastornos psicológicos, traumas y deseos de las hermanas. El impacto de este Monstruo, especialmente sobre la narradora, es decisivo. Así se explican los pasajes en la novela en la que la narradora se llama, a sí misma, una “creación” de su abuelo. Además, la palabra “creación” se repetirá otras veces más en la novela. Y es que la historia parece hacer énfasis en que las dimensiones oscuras de los personajes no se deben sólo al producto del azar o a características predeterminadas, sino a las condiciones sociales y económicas en las que éstos personajes se forman.

Finalmente, me refiero a las condiciones económicas porque algo que aparecía tímidamente en la novela anterior y aquí se desarrolla de forma amplia, es que parte de las torturas psicológicas que degradan a los personajes está determinada, precisamente, por la crisis financiera extrema que empuja a cada uno de los personajes a cometer los actos más despreciables. Y aquí no solo me refiero a lo que hará el Monstruo con una de sus nietas en sus intentos por salir de la miseria, sino también, más adelante, a lo que hará Larva, la narradora, con su propia hermana.

Con todo esto esto, si en su novela anterior Thorndike mostró las relaciones de odio entre madre e hija, en su segunda entrega, a la relación conflictiva entre mujeres —esta vez entre hermanas—, la escritora le añade escenarios mucho más amplios que los de una casa; los personajes de Esa muerte existe se mueven en diferentes espacios: además del interior del hogar, tenemos comandancias policiales, celdas, hospitales, salas de ejecución. De la misma forma, Thorndike ha ampliado el universo de personajes y lo ha hecho sin descuidar la profundidad psicológica de cada uno de ellos. Sin duda, en términos cualitativos, esta novela representa un gran paso con respecto a la muy buena (Ella), situando a su autora, hasta el día de hoy, como la mejor de su generación.