Leila Guerriero: “El aburguesamiento es lo peor que le puede pasar a un periodista”

 

Una conversación sobre periodismo con Leila Guerriero, una de las más importantes periodistas latinoamericanas y una maestra de la crónica.

 

 

Por Jaime Cabrera Junco
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En el mundo del periodismo ella es una celebridad, un modelo a seguir y sus textos son leídos con admiración por estudiantes y reporteros que quieren captar su estilo. El estilo de la periodista argentina Leila Guerriero parte de la observación, de esa mirada subjetiva que va acompañada de información minuciosa del personaje retratado o del tema sobre el que escribe. Esos retratos o perfiles como se les denomina, son una radiografía completa, y si bien tienen un valor periodístico por el contenido están impregnados de una forma que bien puede ser leídos como literatura, como literatura hecha con datos reales. Esta conversación con Guerriero se produjo hace unos meses en la ciudad de Arequipa, en los días del Hay Festival, y fue hecha con el apremio que esos días agitados nos obliga a sintetizar lo máximo posible un diálogo que está condenado a no durar más de media hora porque hay otro entrevistador en la fila.

 

Con la amplia experiencia que tienes en el periodismo, la cual viene acompañada de un reconocimiento que te has ganado con tu trabajo, ¿cuál dirías que ha sido el aprendizaje más importante en el oficio?
Y no sé…no creo que pueda hacer una especie de ranking. Es muy complicado hacer una lista y decir qué es lo más importante que uno ha aprendido en unos veinte o más años de trabajo. Creo que básicamente algunas cosas he aprendido. Primero que nada la importancia de la curiosidad, de no perder el entusiasmo. De renovar el entusiasmo por el oficio, de tener una mirada renovada. Creo que eso. La importancia de no adormecer el músculo del oficio.

Algo en que muchos periodistas están proclives a caer, pues un redactor se queda envuelto en la rutina del periódico o revista
Creo que sí, es muy natural. La gente piensa que teniendo un solo empleo ya consiguió su pase al paraíso. La experiencia demuestra que lo mejor que le puede pasar a uno es trabajar en lugares muy distintos, muy diversos, mantener todos estos trabajos al mismo tiempo. Esto te obliga a tener una mirada más ejercitada. Me parece que el aburguesamiento es lo peor que le puede pasar a un periodista.

PlanoAmericanoPortadaHay una posición tuya de no aparecer en primera persona en los perfiles y en las crónicas. ¿Es un vicio del periodismo actual el querer aparecer en primer plano o incluso tomarse un selfie con el entrevistado para parecer tan importante que él o ella?
(Ríe). Lo del periodista que se toma selfies con el entrevistado me alarma horriblemente (ríe de nuevo). No creo que un periodista deba hacer eso. No para publicarlo por lo menos. Mirá, no quiero generalizar y decir «todos los periodistas…». Creo que el lugar del periodista es un lugar de modestia, el periodismo es un servicio. Los periodistas estamos al servicio de contar las historias, las historias que nos cuentan los demás, y también queremos llevar al lector a un mundo en el que no puede participar, porque no todo el mundo anda tocando la puerta y le pregunta a otros cómo viven. Eso es lo que podemos hacer los periodistas y eso es un privilegio y una responsabilidad. Cuando uno accede a esos mundos me parece muy bobo o poco  nutritivo para un texto centrarlo en lo que a uno le ha pasado con eso, en lo que a uno le parece esa historia o en lo que a uno le parece el entrevistado. No estoy hablando en contra de la gente que escribe en primera persona. A mí me gustan muchos periodistas que escriben en primera persona. El punto es no estar como la figura del periodista tapando la historia que va a contar. No podría decirte que es como una tendencia. Es como todo, hay periodismo que está mal hecho y hay periodismo que está bien hecho. No podemos generalizar, yo conozco muy buenos periodistas que están lejos de estar por delante de la historia.

¿Qué vicios ves en el periodismo?
Mirá, creo que otra vez no se puede generalizar. Me parece que hay cosas que están bien hechas y cosas que están mal. Como esto de apurar, de que todo tiene que ser urgente, de estar resuelto en 15 minutos. La vez pasada un editor de un periódico me dijo un domingo: «te voy a hacer una propuesta que no vas a poder rechazar. Necesito que para el martes me hagas un perfil de la primera dama de la Argentina». ¿En un día? El mejor perfil…eso es imposible. Puedo escribir una columna de opinión, pero un perfil es otra cosa. Me parece que uno de los peligros es esta tendencia de hacerlo todo corto, todo rápido como si uno como periodista tuviera que dar opinión y mirada sobre todas las cosas de este mundo. Me parece que los periodistas en esto tenemos como una batalla para dar que es una batalla de responsabilidad, de decir “un momento, no acepto hacer este perfil de la primera dama en un día y medio”. Aunado a esto tenemos la discusión famosa sobre las nuevas plataformas, creo que se pone tanto hincapié en pensar en el formato en el que será publicado que se pierde de vista la discusión por el contenido, que es lo que le contamos a la gente. Eso creo básicamente. Me parece, además, que es muy peligroso esta especie de discurso demagógico del “periodismo ciudadano”. ¿Qué le estamos diciendo a la gente? Que cualquiera puede ser periodista. Esos videos por teléfono celular que graba la gente no es periodismo.

frutosextrañosSe confunde la posibilidad de poder publicar una información con la interpretación que se le da para luego divulgarla
Sí. Es como si dijera que yo hago literatura porque escribo la lista del supermercado y la dejo pegada en la heladera. No me parece. Un periodista realiza una serie de operaciones en la etapa del reporteo, en la escritura, evalúa fuentes, chequea datos, jerarquiza la información, decide dónde va a colocar la cámara. Establece una mirada histórica sobre el pasado y lo confronta con el presente. Me parece que esto no es culpa de la gente sino de un discurso que baja de los medios. Nosotros mismos estamos diciendo: «lo que nosotros hacemos cualquiera lo puede hacer». Me parece muy torpe.

No solo es una medida demagógica sino que lo peor es que funciona, pues se vuelve tendencia en las redes sociales.
Daniel Samper, quien es un genial escritor y periodista colombiano, dice que hablar de periodismo ciudadano es como si habláramos de medicina ciudadana. Yo no creo que uno le confiaría su apéndice al primer señor que pasa por la calle (ríe). Pero esto no es ser elitista, me parece que hacemos un oficio que no es tan sencillo, o por lo menos si está bien hecho no es tan sencillo. Ahora, con esto no quiero decir que todos tengan que ir a estudiar periodismo para ser periodistas. Uno puede ser periodista en el hacer, pero tiene que tener un recorrido.

Y el primer requisito o base, acaso, es ser un buen lector. Que es una falencia del gremio y es algo que muchas veces se nos enrostra
Hay un déficit de lectura en general, pero en un periodista es grave que no tenga un corpus de lecturas importantes. Lecturas de todo tipo, de ficción, de no ficción, de historia, de ensayo. Leyendo a los que escriben mejor que uno es como se aprende a escribir y se despiertan las ganas de hacerlo. A mí me desorienta mucho el hecho de que alguien quiera escribir sin haber sido primero un lector importante. Yo no conozco cineastas que no vayan al cine. Los periodistas parece que a veces estamos exentos de esto (ríe).

 

 

NUNCA ESTUDIÓ PERIODISMO

Es muy delgada y su cabellera ensortijada enmarca su delgado rostro. Es amable y cero poses de diva: “¿Cómo va, caballero?”, dice a manera de saludo. No toma café, es del signo acuario y nunca estudió periodismo. Aunque su interés fue la escritura estudió turismo porque creía que podría escribir en medio de los viajes. Su ingreso al periodismo se dio cuando envió un cuento anónimo al diario Página/12 y se lo publicaron. Era sobre una pareja que robaba un banco. Luego llamó al periódico para decir que el cuento era suyo, y como respuesta recibió una propuesta que enrumbaría su oficio y su vida: le ofrecieron trabajar como redactora. Eso fue en 1991. Así empezó todo.

¿Y cómo ves estas etiquetas de periodismo literario o narrativo? ¿Tú cómo lo denominas?
Yo lo denomino periodismo, pero para entender un poco el género digo periodismo literario o narrativo, lo que hemos dado en llamar crónica. Me parece que es una etiqueta que entendemos los periodistas nada más, la gente común está despreocupada de esto. El periodismo narrativo es el equivalente a un documental escrito. Es eso. Un periodista se toma una determinada cantidad de tiempo para hacer una investigación y aplica cuando escribe los recursos narrativos, que son un poco más complejos del que se utiliza en el periodismo de las noticias, que requiere de otros talentos que son importantes, y que requieren rapidez.

¿Y qué encontraste en los perfiles que no encontraste en otro campo del periodismo?
No creo ser una persona especializada en perfiles. Hago crónicas más corales también. Esto simplemente se fue dando. Lo que encontré en el género del periodismo narrativo es algo que es como una suma de cierta paciencia y curiosidad que tengo y que puedo aplicarla mejor en este tipo de trabajo que en una cosa urgente como el periodismo de noticia. No creo tener el talento, —y me encantaría porque tiene mucha adrenalina— y hace falta una inteligencia muy chispeante para hacer eso. No me reconozco como alguien que hace perfiles, sé que he hecho muchísimos, pero también sé que he hecho muchas otras cosas.

Leila Guerriero. (Foto: Fundación Mapfre)

Leila Guerriero. (Foto: Fundación Mapfre)

¿Es más difícil trabajar el perfil de un personaje que ya murió o uno de alguien que esté vivo?
Mirá, es complicado hacer el perfil de una persona muerta, pero es muy desafiante también. En los perfiles de escritores hay una obra escrita y en ella hay muchos rastros de la vida y por suerte hay datos allí, pero sobre todo lidiar en el caso de que la persona haya muerto mucho tiempo.Es fascinante también, es como poner los pasos en las huellas, ir a ver dónde vivieron esas personas, ver qué te puede decir la ciudad sobre la vida de estas personas. Es difícil, sí, porque bueno, te enfrentás con una mudez muy definitiva, que es la mudez del muerto, entonces tenés que ser más cauteloso. Hay cosas que no puedes inferir porque no tenés maneras de confirmarlas, entonces te las tenés que arreglar para no ser tan taxativo porque está el terreno de esa confirmación que nunca vas a tener. Pero hay personajes vivos que son complicados.

Eso debe de ser más frustrante, porque ya sabes que el muerto no puede hablar, pero este personaje que no quiere hablar lo complica todo
Sí. A mí me pasó con un perfilado que empezó la primera entrevista de manera muy abierta y luego en las siguientes fue cerrándose hasta que en las últimas entrevistas prácticamente no me contestaba nada. Aunque allí la dificultad está en cómo contar también ese proceso de la persona que se va cerrando. También eso dice algo de esa persona. Hay gente más compleja o menos compleja, pero también está en uno como periodista saber que cuando algo no está funcionando también es responsabilidad del periodista. El profesional es uno. Vos cuando vas al médico no te echa la culpa de que estás enfermo sino que trata de curarte. Creo que en el periodismo es lo mismo. No podés echarle la culpa al entrevistado de que se está cerrando, hay algo que estás haciendo que no está funcionando o sino está en la naturaleza de la persona y tendrás que ver cómo hacer para reflejar esto en tus textos.

En los talleres que dictas muestras distintas versiones de los textos que has escrito. ¿Qué es lo que más te obsesiona en la corrección? Si bien un texto es perfectible casi infinitamente
Sí, por supuesto. Para mí es una obsesión la fluidez y la claridad. La nitidez de la prosa. Hablando del tema de la forma y contenido me interesa ver si están en el texto las informaciones necesarias para que el lector solo leyendo ese texto tenga los datos necesarios para entender la historia que estoy contando. O sea que no tenga que recurrir a Google o a buscar datos de otro lado para comprender lo que estoy contando. Eso me obsesiona muchísimo. Tanto la forma como el contenido me obsesionan lo mismo. Sin un contenido sólido aunque hagas mil malabares con la forma  el texto no se va a sostener, va a ser una porquería.

¿Cuáles son tus referentes del periodismo y de la literatura?
Mirá, podría contestarte los referentes del periodismo. Yo creo que Martín Caparrós es uno de ellos, sin duda. Roberto Arlt, a mí me parece un gran periodista, y por seguir batiendo el parche de los periodistas de mi país podría mencionar a Rodolfo Walsh. Me parece que son tres santos patrones (ríe). Referentes de la literatura no podría decirte porque no escribo literatura. Voy a leer cosas de Caparrós, de Arlt, de Walsh para ver cómo ellos resolvieron situaciones que de alguna forma me estoy enfrentando. Ahora, la literatura la leo con otra intención, es distinto. Es un acercamiento de admiración, de sentirme sobrecogida por el talento, lo mismo con los periodistas, pero el acercamiento es distinto. Ahí tengo libros con los cuales no puedo pasarme sin tenerlos cerca como el diario de Pavese, Madame Bovary, últimamente los diarios de Ricardo Piglia, que fueron como un deslumbramiento para mí, hasta Lolita, de Nabokov, que son unos héroes literarios cuyas formas de pensar y de vivir la literatura me parece increíble, como John Irving y Lorrie Moore, quien ha tenido influencia en lo que escribo.

¿Cuál sería tu definición del periodismo?
El arte de contar historias reales y de contarlas bien.

 

LOS LIBROS FAVORITOS DE LEILA GUERRIERO

1.El oficio de vivir, de Cesare Pavese.

  1. Pájaros de América, de Lorrie Moore.
  1. Oración por Owen y El mundo según Garp, de John Irving.
  1. La poesía de Idea Vilariño.
  1. La Iliada y La Odisea, de Homero.
  1. Madame Bovary, de Charles Bovary.