Hay Festival Arequipa: Oswaldo Reynoso por él mismo

Oswaldo Reynoso (Arequipa, 1931) retorna a su ciudad natal para participar del Hay Festival.  La cita es el día lunes 7 de diciembre, a las 4 de la tarde en la Sala de Conferencias de la Alianza Francesa de Arequipa, en donde conversará con Orlando Mazeyra Guillén.

 

Aunque inicialmente había publicado el poemario Luzbel (1955), su obra recibió la atención de la crítica y de los lectores a partir del libro de relatos de collera Los inocentes (1961), también publicado por Manuel Scorza bajo el título Lima en rock (Populibros). Acerca de esta publicación, José María Arguedas ha dicho: «Reynoso ha creado un estilo nuevo: la jerga popular y la alta poesía reforzándose, iluminándose».

Luego, apareció la novela En octubre no hay milagros (1965) de la que Washington Delgado ha señalado: «la lectura de esta novela nos revela una Lima monstruosa, egoísta y desesperada». Luego apareció la novela experimental El escarabajo y el hombre (1970) a la que siguieron la novela corta En busca de Aladino (1993) y Los eunucos inmortales (1995), en ambas evoca su prolongada y fructífera estadía en China. La última parte de su producción literaria nos muestra inclasificables libros de narraciones breves como El goce de la piel (2005) y En busca de la sonrisa encontrada (2012). Incluye, además, un reciente libro Arequipa, lámpara incandescente (Editorial Aletheya, 2014) donde el autor nos refiere los inicios de su labor literaria. Reynoso, quien antes que escritor, se considera un creador, ha ejercido la docencia universitaria durante varias décadas y es un referente para los nuevos narradores peruanos que, día a día, le entregan los borradores de sus ficciones.

Oswaldo Reynoso, quien es junto a Mario Vargas Llosa uno de los mejores narradores peruanos vivos, aquí nos comparte un fragmento de su todavía inédito nuevo libro cuyo título tentativo es Capricho azul.

 

OSWALDO REYNOSO POR ÉL MISMO

Y las caipiriñas se suceden una tras otra en ese lugar rústico de samba de una favela de Belo Horizonte y la orquesta no cesa de tocar y las parejas tampoco se cansan de mover ágiles sus cuerpos y cantar a coro agitando sus brazos levantados y  un amigo brasileño me lleva a una mesa aparte y me cuenta la tragedia que está sufriendo toda su familia. Me dice: El hijo de mi primo de unos diecisiete años  se encerró en su dormitorio y no quería salir. Sin hacer caso a los ruegos de sus padres ahí permaneció tres días sin comer. Por fin, abrió la puerta y llamó a su mamá. Estaba en pijama, sentado en su cama,  llorando. Entre sollozo y sollozo, le confesó que era homosexual y tenía miedo a su padre homofóbico.  Ortodoxo. Y al mundo. La familia se enteró de la confesión de ese joven y le echaron la culpa a la madre por haberlo mimado tanto y estalló el conflicto entre los miembros de toda la parentela. Un escritor que había escuchado me dijo: Oswaldo, ahí tienes un buen tema para que escribas un cuento o una novela. Pedí una caipiriña. No le contesté. Sí, pensé, es un buen tema. En la elaboración de una posible estructura, tendría que decidirme si el eje central del relato sería el chibolo que llora encerrado en su dormitorio o los conflictos que saldrían a la luz entre los parientes y amigos. Habría que destapar la olla en plena ebullición y las historias saldrían humeantes y sabrosas listas para construir una novela de intrigas, resentimientos, odios. Para acentuar su carácter de novela thriller desarrollaría una historia sobre el descubrimiento de un antiguo escándalo de homosexualidad con asesinatos y suicidios que la familia ha tratado de ocultar en aras de su  prestigio y su  moral.  Describiría con detalle  escenas de sexo duro en todas las formas y maneras. Y también crueles violaciones. La ambientaría en el Perú y así podría insertar alguna historia de la violencia extraída del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Una vez terminada, la presentaría a la más prestigiosa Editorial Transnacional y acataría algunas recomendaciones como, por ejemplo, quitar algunos términos locales para facilitar una rápida y fácil traducción a cualquier idioma, trabajar el perfil psicológico de algunos personajes para ponerlos como ejemplo a fin de que los lectores puedan resolver los problemas cotidianos que los agobian, desarrollar historias relacionadas con el matrimonio homosexual. Si la aceptan, me prepararía para una larga e intensa labor de entrevistas por todos los medios de comunicaciones, claro, programadas por los departamentos de publicidad e imagen de la Editorial Transnacional. En mi casa, tendría ya listas las maletas para concurrir a las ferias internacionales del libro y colocarían mi retrato en la galería de ilustres escritores peruanos como Abraham Valdelomar, Ciro Alegría, Martín Adán, José María Arguedas, César Vallejo, Mario Vargas Llosa, en fin. Firmaría un contrato para publicar cada año una novela. Ganaría mucho dinero y se cumpliría mi gran deseo de dedicarme exclusivamente a la creación y dejar de visitar los pueblos más alejados de Lima e instalarme en Barcelona para ver mejor la realidad del Perú. Pero, no. Nunca. No tengo nada que ver con la ‘civilización del espectáculo’, del éxito, de la banalidad. Toda mi creación narrativa, anarquía estética y orgía de sensaciones, siempre ha estado dirigida a los pobres de mi país y a ese chibolo que llora encerrado en su dormitorio. A él le digo: Tú no estás solo en el mundo porque algún día encontrarás un corazón a la altura de tu inocencia.

 

EVENTO DEL HAY FESTIVAL

Oswaldo Reynoso en conversación con Orlando Mazeyra Guillén

16:00 – 17:00. Lunes, 7 de diciembre 2015 Sala de Conferencias de la Alianza Francesa de Arequipa (Calle Santa Catalina 208).

Descargue la programación del Hay Festival Arequipa en este enlace