Jorge Herralde: “Un editor es un jugador, un psicoanalista, un perfeccionista”

 

Pocas veces podamos darnos el lujo de tener como entrevistado a una leyenda. En este caso se trata de uno de los editores más importantes en español. Nuestro colaborador Alberto Rincón Effio, quien reside en Barcelona, tuvo un encuentro con Jorge Herralde, quizás “el editor”, a secas. Además de hablarnos de su trabajo nos dice cuál es su canon de lecturas favoritas.

 

Por Alberto Rincón Effio, desde Barcelona*

“Cuando conocí a Roberto Bolaño él estaba sentado en esa silla”, me dice Jorge Herralde, sonriente, frente a mí, mirando la silla desde donde lo entrevisto, esa misma silla donde Bolaño le anunció que tenía una novela nueva y quería llamarla Tormenta de mierda pero que Herralde le corrigió, “No, Roberto, ese nombre puede alejar algunos lectores” y terminó por ponerle Nocturno de Chile.

Anagrama funciona en el tercer piso de un edificio que hace esquina en el barrio de Sarriá –valga decirlo, el barrio del Boom latinoamericano–; sin logos, sin avisos ni anuncios de la editorial más importante de lengua hispana, el pequeño ascensor me eleva lentamente y se abre en una estancia cargada de folletos que se amontonan en una mesa de estar, al centro, el afiche más grande dice MODIANO, con su fotografía en fondo negro, debajo PREMIO NOBEL 2015, y debajo, Anagrama, en letra pequeña.

Herralde sale de su despacho, se asoma, sonríe, siempre sonríe, “¿Tú eres?”, me dice, y me invita a pasar. Su escritorio es un exquisito cóctel de cuadernos, libros, folders, hojas impresas o a medio hacer, una lupa, bolígrafos destapados y manuscritos entreverados, un enredo explicable solo por él, un escritorio que parece el de un novel editor con miles de tareas y enmiendas, con retrasos y proyectos, no el escritorio de un hombre de 80 años, no el escritorio de un editor con labores gerenciales, menos aún, el escritorio de un veterano a quien se atreven a preguntar cada vez que se puede: ¿cuándo se retira?, ¿quién se quedará con Anagrama?

A Herralde, parece, solo lo jubilará él mismo.

 

¿Cuánto marca la época a algunos autores?
Hay tendencias generales con autores que se pliegan a ellas, las marcan y otros que van más a su aire. También hay esta realidad o fantasía de que cuanto más represión, eso fortalece la creatividad. Parte de ella es una hipótesis no desdeñable.

Un editor es un omnívoro, un cazatalentos, ¿qué otras cosas?
Un editor es un jugador, un psicoanalista silvestre, un perfeccionista, un obseso que desea ser felizmente obseso y, finalmente, quien configura un catálogo que refleje su obra. Se podrían añadir más cosas, pero creo que con esto ya hay bastante.

¿Cómo definiría la originalidad de un libro?
A veces es por el tema, sobre todo en el ensayo, pero en la narrativa es encontrar una voz distinta y esto se advierte enseguida. Como dijo Lorin Stein –uno de los responsables de que se publicara a Roberto Bolaño–: El talento es lo más transparente del mundo.

EstrelladistanteAnagramaPero incluso autores talentosos, como Bolaño, pasaron por muchos rechazos…
A Bolaño le rechazaban textos primerizos o de poesía. A nosotros nos envió La literatura nazi en América y me gustó para el premio pero a los pocos días, antes de cualquier reunión del jurado, nos envió una carta diciendo que había aceptado la oferta de otra editorial (Seix Barral), así que le escribí diciendo que lo lamentaba mucho, pero que si pasaba por Barcelona, estaría encantado de recibirle y nos conocimos. Nos presentó Estrella distante y así empezó.

Esto de los rechazos puede ser muy aleatorio. Aquí se reciben miles de originales y hay una selección previa. A veces puede resultar que un lector de la editorial tenga un día tonto o ser un lector inapropiado que el editor lo detecta demasiado tarde y ese libro termine pasando por encima. Eso ha pasado muchas veces. También, en muchas ocasiones, hemos recibido óperas primas de escritores desconocidos y su talento ha sido observado. Por ejemplo Álvaro Pombo, Sergio Pitol o Roberto Bolaño. Autores que no había validado la prensa han crecido en Anagrama.

La apuesta por un autor es casi una apuesta a ciegas…
Los editores son animales intuitivos con su gusto personal, su información y asesores, que van configurando un catálogo que sea a la vez armonioso y sorprendente, pero que pasada la primera sorpresa con algunos autores lo ves súper lógico que estén en determinado catálogo.

Por ponerte ejemplos de autores totalmente desconocidos, Alejandro Zambra, que nos envió desde Chile sin ninguna recomendación un manuscrito llamado Bonsai que leí y me pareció una joya y entonces lo publicamos.

¿Y cuándo hay que divorciarse de un autor?
Esta es una de las cosas más traumáticas, evidentemente, como la vida misma. Casi lo pasa peor el editor cuando considera que un autor no progresa o los lectores no lo siguen, además está la ocupación del territorio y es que cada libro que publicamos le quita uno de los sitios de la editorial a otro. El otro caso es cuando hay desencuentros con autores tentados por enormes ofertas de grandes grupos editoriales que sienten que se ponen en el ojal una medalla: eso es un glamour, a menudo, efímero.

 

 

EL ‘MÉTODO ANAGRAMA’

Herralde mirando por la ventana de su oficina. (Foto: Alberto Rincón Effio)

Herralde mirando por la ventana de su oficina. (Foto: Alberto Rincón Effio)

 

¿Cuál considera que fue un autor por el que apostó a perdedor pero ganó?
Aposté por Rafael Chirbes, un caso ejemplar, con su primera novela Mimoun, que me lo recomendó Carmen Martin Gaite que oficiaba involuntariamente de embajadora en Madrid de Anagrama y mucha gente enviaba sus manuscritos. Ella, en 15 o 20 años, puso el semáforo en verde en dos ocasiones y una fue con Mimoun. Chirbes, quien publicó novelas excelentes, con buena crítica, pero con muy pocos lectores, y lejos de los circuitos literarios donde triunfó fue en Alemania, país disciplinado, cuando ‘el gran pope’ de la crítica alemana, Marcel Reich-Ranicki, seleccionó un libro de Chirbes en tres ocasiones en su programa El cuarteto literario. Se volvió un best-seller al igual que Marías, con quien pasó algo similar. Luego Chirbes con Crematorio ganó el Premio de la Crítica en 2007 y en 2014 con En la orilla se convirtió en un éxito rotundo. Y ya fue otro Chirbes.

Entonces la crítica es fundamental para que el trabajo del editor se corone…
Uno debe trabajar como si la crítica fuera muy importante (risas) y puede serlo pero ha perdido buena parte de la calidad prescriptora que tenía antes. También hay menos espacio para los críticos y la cultura en general, pero sigue siendo importante.

Yo recuerdo que Rafael Conte, un crítico de El País, a quien le gustaba dar de cuando en cuando un Do de pecho para decir ‘hay que leer a este escritor’ lo hizo con Álvaro Pombo con El héroe de las mansardas de Mansard y con Albert Cohen con Bella del señor, de la cual dijo “Esta es la mejor novela de amor del siglo”. Esta crítica nos cogió en la Feria de Frankfurt, cuando El País pasaba su mejor momento, y recuerdo que la gente enarbolaba la crítica de Conte pidiendo la novela de Cohen.

¿Ahora es fácil engañar a los lectores?
Una cosa a la que aspira todo editor literario es a la credibilidad del sello editorial, cosa algo difícil de conseguir aunque con persistencia, a lo largo de los años, no defraudando al lector y no bajando el listón de la calidad literaria, es relativamente fácil. Un sello editorial debe ser una garantía de calidad, lo cual, también es muy fácil de perder.

¿Cuál ha sido el método del éxito de Anagrama?
Sin que suene vanidoso, fue no bajar el listón, acertar con la política de autor y una curiosidad permanente por incorporar nuevos autores. Así a lo largo de 46 años. Naturalmente siempre el concurso de la suerte o la música del azar –como diría Paul Auster– es muy importante. Nosotros por poner un par de ejemplos empezamos en el año 80 con una serie de jóvenes autores británicos y al final nos quedamos con cinco, los bautizamos como nuestro British Dream Team: Barnes, Amis, Ishiguro, Kureishi, Mc Ewon. También en esta última década se han consagrado en Francia junto a Anagrama una generación monumental como Jean Echenoz, Emmanuel Carrère, Patrick Deville, Michel Houellebecq, Delphine de Vigan y Patrick Modiano.

UnpedigriModianoAnagramaEl Premio Nobel, Patrick Modiano, fue también una apuesta…
Lo empecé a publicar cuando estaba sin editor en España. En 2007 leí Un pedigrí y me encantó, es como la caja negra de Modiano. De repente hubo como un redescubrimiento. Cuando Anagrama ya tenía 7 u 8 obras de Modiano, ganó, inesperadamente, el Premio Nobel. Fue inesperado por la lógica del Premio Nobel que parece que tiene como deporte favorito, desconcertar, y había dado el Premio Nobel a Le Clézio que es de la generación de Modiano y parecía que cualquier francés estaba descartado. El Secretario General de la Academia Sueca lo calificó como ‘El Proust del siglo XX’ y nosotros somos la editorial en castellano que tenía más títulos de él en el mundo.

Barcelona es una capital de editores, esto siempre fue una valla alta…
Cuando yo empecé coincidimos un grupo de editores que además éramos amigos, fue una experiencia única, fundamos una distribuidora y una colección de bolsillo común. Estábamos Carlos Barral, Josep Maria Castellet, Esther Tusquets, Beatriz de Moura y yo. Nos veíamos continuamente, organizábamos fiestas, viajábamos juntos. Éramos más cómplices que rivales, aunque la rivalidad era latente había un fair play. A finales de los 80 Planeta fue absorbiendo muchos sellos. Hoy, de los editores veteranos independientes, solo queda Anagrama.

¿Cuál cree que será su legado como editor?
Más que un legado es lo que he ido haciendo, he intentado publicar a los mejores autores posibles tanto en narrativa como en ensayo y como decía Salvatore Veca: con la ilusión de que con esto el mundo sea un poco menos injusto. El legado son los libros que he publicado aunque son de sus autores. Es como el legado del legado.

Si para Kafka un escritor es un reloj que adelanta, ¿qué es un editor?
Es un reloj que adelanta pero que no debería adelantar demasiado para no despegarse de la sociedad e ir a buscar las nuevas voces, incorporar aquellas nuevas corrientes de pensamiento que estén ausentes, adelantarse en ese sentido, a veces con éxito comercial y tantas veces sin el menor éxito.

 

LOS LIBROS FAVORITOS DE JORGE HERRALDE

El mítico editor tiene dos cánones literarios. Uno antes y otro después de ser editor.

Antes de ser editor:

  1. Las obras completas de Franz Kafka.
  2. Las obras completas de Jorge Luis Borges.
  3. En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.
  4. Mientras agonizo, de William Faulkner.
  5. El gran Gastby, Francis Scott Fitzgerald.
  6. Lolita, de Vladimir Nabokov.
  7. Ferdydurke, de Witold Gombrowicz.
  8. Tiempos de silencio, de Luis Martín Santos.
  9. Antología poética de Jaime Gil de Biedma.

 

Como editor de Anagrama:

  1. El héroe de las Mansardas de Mansard, de Álvaro Pombo.
  2. Crematorio y En la orilla, de Rafael Chirbes.
  3. Bartlebly y compañía, de Enrique Vila-Matas.
  4. La obra completa de Ricardo Piglia.
  5. La obra completa de Sergio Pitol.

 

 

*Esta entrevista es una versión ampliada de la que fuera publicada por su autor el 1 de agosto en el diario El Comercio de Lima.