Feria del Libro de Lima 2015: el balance

FILlima2015Balance

 

Culminados los 17 días de la FIL Lima 2015 no podíamos dejar de hacer una revisión de aquello que nos llamó la atención sin dejar de mencionar algunos puntos que deben ajustarse.

 

Por Jaime Cabrera Junco

Esta edición 20 de la Feria Internacional del Libro de Lima ha tenido, sin lugar a dudas, algunas mejoras respecto a la del año pasado. Es necesario empezar por allí. Claro, todavía debe compararse consigo misma, pues a escala sudamericana nuestra feria es aún muy pequeña y su cartel de invitados, discreto.

Ha habido mejoras, como decía, siendo la más importante la de la acústica de las salas de actividades, cuyas paredes fueron revistadas con material idóneo al que se sumó la incorporación de puertas. Siguiendo en ese mismo campo, fue un acierto ubicar a tres salas contiguas y que se mantuviera una –la Blanca Varela- exclusivamente para las actividades del país invitado de honor, en este caso Francia. Todo ello permitió que se evitara la filtración de ruidos externos que hasta el año pasado aturdían tanto al público como a los participantes de las mesas.

Otro aspecto digno de mencionar ha sido la mejor distribución de los espacios, permitiendo así tener corredores un poco más amplios que en ediciones de anteriores. Claro está que durante los fines de semana y los feriados de Fiestas Patrias, estos pasillos  –especialmente el del ingreso por la avenida Salaverry– hicieran recordar la procesión de octubre. Asimismo, aunque con cierta cautela, resaltaremos la mejora en el diseño de algunos stands, pero es cierto que esto se notó el caso de las editoriales más grandes y de algunas distribuidoras y librerías con mejores presupuestos.

La organización en general ha estado bien. Es cierto que hubo días en que a la misma hora se realizaban presentaciones o mesas de mucho interés. Esto quizás podría analizarse mejor cerrando el programa general con más anticipación, ya que luego nos fuimos enterando de nuevos nombres o de otros eventos que se sumaban a los del programa inicial.

Destacó, además, la implementación de la nueva sala Jorge Eduardo Eielson, que además de utilizada para proyección de videos tuvo por primera vez una franja de actividades coordinadas por El Dominical del diario El Comercio, cuya variedad de temáticas y de invitados enriquecieron el programa de actividades de la feria. Este espacio de diálogo fue muy importante para romper con el rito casi litúrgico de las presentaciones de libros o de las conferencias en el que los expositores leen un papel.

Mencionado ya lo bueno seguramente preguntarán ¿y cuál fue lo negativo de la feria? En realidad sería más justo hablar de algunas deudas. Vi que en una encuesta de la web Limagris algunos mencionaron que los baños siguen siendo un problema, y comparto la percepción, pues casi siempre vi colas largas y lentas en el caso de las mujeres. Otra deuda de cara al público siempre será el de un cartel de invitados, aunque sea uno de relevancia internacional. Esperemos que para el caso de la edición 2016, que tendrá como país invitado a Colombia, la delegación sea muchísimo más compacta pero también con alguna otra presencia importante de otra nacionalidad tal como ocurren en otras ferias.

Aunque nuestros seguidores lo mencionaron cuando hicimos la pregunta en Facebook y Twitter, el precio de los libros sigue siendo un motivo de malestar porque siempre se lo vincula con el precio de la entrada a 5 soles. No podemos negar que hubo ofertas atractivas en algunos stands, especialmente en los últimos días. Como lo comprobé durante la visita a la FIL de Buenos Aires, incluso allí no hay ninguna diferencia de precios respecto a las librerías durante los días de feria, pero el gancho indudable es poder ver al autor y la firma de autógrafos. Creo que, como en el caso de Buenos Aires, esa entrada de 5 soles podría mantenerse solo durante fines de semana y feriados. En los demás días debería bajar a 2 o 3 soles, o si quiera en los días más ‘flojos’ que suelen ser los lunes. Así se podría motivar a asistir a las actividades y presentaciones que a veces por horarios o días congregan a poco público.

La gran deuda y reto a la vez es la de un centro de convenciones especial para poder realizar la feria. Por más costumbre que se haya hecho ir al acogedor Parque de los Próceres no se debe perder de vista que una feria que se respete debe apuntar a eso en el futuro.

No quería dejar de resaltar las reediciones que hicieron justicia a sus autores –Augusto Higa, Carmen Ollé, Carlos Calderón Fajardo, Marco García Falcón-, así como el punche y entusiasmo de las editoriales independientes. El stand de Estación La Cultura fue de los más activos, y en el caso de las Editoriales Independientes del Perú se encontraban precios más que razonables. Además, en lo que a prensa respecta el equipo de Carina Moreno nuevamente estuvo más que presto en todas las coordinaciones antes y durante de la feria, y por ello mis felicitaciones y agradecimiento. Además, también destacaron de la difusión vías redes sociales de las actividades de la FIL –la foto de este post es de su cuenta de Flickr- y el rediseño de su web que ahora es más amigable.

Eso era lo básico que quería comentar a riesgo de que haya cometido algunas omisiones. Nadie podrá negar que la Feria del Libro de Lima concita la atención de todos los que de una manera u otra estamos vinculados a los libros. Por lo tanto siempre desearemos que esta crezca y mejore.