William Ospina: “Es más difícil escribir una columna de opinión que una novela”

 

Conversamos con el periodista y escritor colombiano William Ospina, ganador del Premio Rómulo Gallegos en 2009. Estuvo en nuestro país para presentar su más reciente novela, El año del verano que nunca llegó, una obra que evoca al romanticismo, pero sobre todo a la génesis de dos historias que aún siguen presentes: la de Frankenstein y Drácula.

 

Por Jaime Cabrera Junco

Es periodista y columnista de opinión. Ha escrito una trilogía de la Conquista de América compuesta por tres novelas: Ursúa, El país de la canela y La serpiente sin ojos. Por la segunda de las mencionadas ganó en 2009 el Premio Rómulo Gallegos. Ha escrito ensayos sobre Lord Byron, Edgar Allan Poe, Lev Tolstói, entre otros autores. Vino al Perú para presentar en la Feria del Libro de Lima su más reciente novela titulada El año del verano que nunca llegó (Penguin Random House, 2015), una historia que sumerge al lector en un mundo fantástico en el que Drácula y Frankenstein comparten escenario. El punto de partida de esta historia, que es un homenaje al Romanticismo, fue la erupción del volcán indonesio Tambora en 1815, la mayor registrada en la historia, que provocó desastres naturales por todo el mundo y convirtió 1816 en ese famoso «año sin verano». Compartimos a continuación la charla que tuvimos con él.

 

¿Cómo es que deja la prometedora carrera del Derecho y Ciencias Políticas por los azares de la literatura y el periodismo?
Yo casi lo plantearía al revés (ríe) porque la carrera de Derecho en nuestros países y sobre todo en Colombia resulta siendo más riesgosa y no tanto en términos económicos, por lo menos sí en términos éticos. Yo temprano comprendí que lo que quería era dedicarme a la literatura y cuando tuve esa convicción ya no tuve ninguna dificultad en abandonar la universidad y dedicarme a esos otros maestros que son los libros, que han sido los principales responsables de mi formación.

¿Y qué libros fueron importantes en ese proceso de formación?
Es difícil enumerarlos, porque son muchos autores y porque dediqué una parte considerable de mi juventud a leer, sobre todo poesía de todas partes, y porque cuando uno tiene unos niveles mínimos de curiosidad tiene que nutrirse de toda la tradición universal.

¿Y reconoce alguna primera influencia de un autor que lo marcó?
Bueno, en mi infancia temprana hubo tres elementos que me marcaron poderosamente, pero solo uno de ellos fue estrictamente literario. En primer lugar las canciones que cantaba mi padre, quien se sabía todo el cancionero latinoamericano y para mí este es un corpus poético extraordinario que no solo ha nutrido mi imaginación sino también mi sensibilidad. También me marcaron los cuentos que me contaban de niño, de los que siempre me interrogaba la procedencia y algunos de los cuales he ido encontrando en distintos libros. Y en tercer lugar me marcó el primer libro que leí que fue la Odisea, de Homero, en una muy bella traducción y que pareció un excelente libro infantil porque tenía todo lo que los niños necesitan: naufragios, vientos, barcos, hechiceras, sirenas…era una cosa estupenda.

Esta recomendación de la Odisea para niños puede sorprender a muchos, sobre todo ahora que la literatura infantil se ha ido ‘especializando’
Es que nunca he creído en la validez de una literatura para niños que simplifica la realidad y que pretende que hay que abundar en diminutivos y contar historias triviales. Es posible que los niños sean más complejos que los adultos a quienes nos han ido simplificando gracias a un mecanismo que se denomina educación.

¿Y cómo fue su primer acercamiento a la escritura?
Esto es casi hacer arqueología personal (sonríe) porque eso fue hace muchísimo tiempo. En mi adolescencia comencé a escribir textos que no me atrevía a llamar poemas porque eran muy malos, y por eso los escribía y los escondía. Tampoco estaba en un medio acogedor que comprendía el valor que tienen estas cosas, de manera que tardé mucho en compartir con alguien las cosas que escribía.

¿Y esta trilogía de la Conquista de América cómo surgió?
Surgió de la lectura de un poema Elegías de Varones Ilustres de Indias, que escribió el clérigo español Juan de Castellanos, que había sido soldado de la Conquista a mediados del siglo XVI. Él dedicó 40 años de su vida a escribir una crónica en verso, un infinito poema sobre el descubrimiento y la conquista de América. Cuando me encontré con ese poema por fin comprendí que no había ese error histórico en el que pensaba que la Conquista no había dejado testimonio en la poesía. Comprendí que el poema más extenso de la lengua castellana era un poema sobre la Conquista de América lleno de detalles preciosos y significativos. Haberme familiarizado tanto tiempo con ese poema hizo que un día me dijera que yo quiera contar una de las cosas que este poema narra. Quería contarlo en detalle y tenía herramientas e información sobre esa época para escribir ese relato que se fue convirtiendo en una trilogía sobre los primeros viajes al Amazonas.

¿A través de estas novelas puede entenderse cómo somos en el presente?
Es difícil que un solo libro pueda darnos un conocimiento pleno de todo ello, pero hice un esfuerzo por seguirle el rastro a los acontecimientos de esa época, tratar de pintar la conquista de estos reinos equinoccionales, y tratar de imaginar cómo era el mundo americano antes de la llegada de los españoles, cómo era la naturaleza que después hemos depredado tanto, y cómo fue el horror y la magia de este choque de las dos caras del mundo que no se habían visto jamás.

ElaniodelveranoquenuncaSin embargo, en El año del verano que nunca llegó hay un giro hacia la literatura fantástica, aparecen Frankenstein y Drácula. ¿Esta novela obedece a una obsesión particular? ¿Cómo surgió?
Bueno, en este momento pensaría que hay una afinidad entre esta novela y la trilogía de la Conquista. Es una afinidad en que este mundo de la Conquista aún podía creer en cosas fantásticas. El año del verano que nunca llegó gira sobre la era romántica y gira también sobre esa nostalgia sobre mundos fantásticos que caracterizó al romanticismo.

Tenemos allí a dos personajes paradigmáticos que aún siguen presentes
Las grandes creaciones de la literatura parecen tender al mito, no todos lo alcanzan, pero algunos logran convertirse en seres mitológicos y la principal característica de estos seres es que escapan al libro, así como Don Quijote logró hacerlo, así como Jesucristo, estas criaturas discretas, también tienen las características de que la gente no los ve como personajes literarios, escaparon de los libros y se agazaparon en nuestros sótanos, tejados y formaron por lo menos durante mucho tiempo parte de las acechanzas de la época.

He leído últimamente sus columnas periodísticas en el diario El Espectador refiriéndose a la situación política de Colombia. ¿Hasta qué punto un escritor debe estar atento a la realidad?
Creo que la invención, la creación, la imaginación son los deberes principales de un escritor. La música y la aventura del lenguaje son los deberes principales del poeta. Nadie tiene la obligación de estar opinando sobre la realidad, sobre la política, pero quien sienta esa necesidad debería hacerlo, y yo la siento. Disfruto mucho la escritura de mis libros, pero también me siento responsable de la situación de mi país y del continente, y cada vez que tengo tiempo trato de opinar sobre ello.

¿Le han traído problemas sus opiniones?
Pocas veces, a pesar de que soy muy crítico de la dirigencia colombiana y de la manera como se ha manejado el país, nunca he recibido amenazas, pero algunas veces he sentido como cierta hostilidad social por alguna una opinión. Este es el riesgo natural de quien opina de las aguas turbulentas de la actualidad.

¿Qué es lo que lo lleva a escribir?
Trato de no preguntármelo porque de ese misterio depende seguramente la fuerza misma con la que me siento llamado todos los días a leer y a escribir. Y es bueno que haya un misterio y si es ese mejor todavía. Seguramente habría que sondear mucho en el pasado, en la relación con el lenguaje, pero para mí ha sido una fortuna poderme dedicar a la escritura. Me siento recompensando solamente con el placer que me brinda escribir los libros y he tenido el premio inesperado de tener lectores entusiastas.

¿Qué le es más difícil escribir una columna de opinión o una página de una novela?
Creo que es más difícil de escribir una columna de opinión que toda una novela.

¿Por qué?
Porque la novela de alguna manera brota de ti, se ha ido armando con las fuerzas de tu psicología, con los secretos profundos de tu ser, hay una necesidad profunda de escribirla y uno es apenas el instrumento a través del cual esa historia se convierte en lenguaje y en discurso. En cambio hay algo exterior que te lleva a escribir una columna de opinión, a veces es fácil, pero de todas maneras requiere un trabajo que se siente a diferencia de la literatura donde el trabajo no se siente. Corrijo mucho y me toma mucho tiempo y termina como siendo muy fatigante.

 

 

LOS CINCOS LIBROS FAVORITOS DE WILLIAM OSPINA

  1. Ricardo III, de William Shakespeare.
  2. El elegido, de Thomas Mann.
  3. Los Idus de marzo, de Thornton Wilder
  4. Luz de agosto, de William Faulkner.
  5. La poesía de Rubén Darío.