Primeras impresiones de nuestra llegada a la capital argentina donde se realiza la 41 edición de la Feria Internacional del Libro, evento que continúa hasta el 11 de mayo.
Un juego en el pabellón de las regiones argentinas en la feria. (Foto: Jaime Cabrera)
Por Jaime Cabrera Junco, desde Buenos Aires
Recibir el Día del Libro en la ciudad con más librerías en el mundo tiene un sabor especial, más aun si es en época de feria. Una temperatura agradable –entre 16 y 25 grados-, una urbe con un encanto arquitectónico –un mix entre edificios antiguos y modernos- y que, a pesar de la gran cantidad de gente y vehículos, se la ve ordenada. Quizás mis ojos de limeño habituado al tránsito atroz estén sublimando lo visto hasta ahora, quién sabe. Al margen de esto, Buenos Aires tiene una vida cultural activa, que lejos de dormirse se ha ido renovando y ofrece arte y cultura a los porteños. Todo esto a pesar de las complicaciones políticas y económicas que toda ciudad latinoamericana padece.
Con dos horas más que en el Perú, lo más difícil es habituarse a la diferencia horaria, lo cual da la sensación de llegar tarde siempre. Ubicarme en el lugar del hospedaje fue mucho más sencillo gracias a la orientación de los anfitriones de la casa que habitaré por nueve días. Mónica Dibbern y su esposo Marcelo son encantadores. Una pareja de biólogos que además de prestarme un plano me dio todas las recomendaciones para moverme con facilidad por esta ciudad de más de dos millones de habitantes. Su casa está a unas diez cuadras de la feria, en el barrio Las Cañitas, una zona residencial con cafés y restaurantes a pocos metros. Un tema aparte es el del cambio de dólares. Hay un tipo de cambio oficial que ofrece el dólar a 8.67 pesos, mientras el dólar paralelo o ‘Dólar blue’, a 12.5 pesos por dólar. Una gran diferencia que surgió luego de la restricción de acceso al dólar dispuesta por el Gobierno. En todo caso, ya para cerrar con el rollo doméstico, gracias a Mónica y Marcelo pude cambiar los dólares con una persona confiable y en condiciones favorables.
El primer día de la feria apenas pude recorrerla, principalmente porque tiene un área de 45 mil metros cuadrados, es decir casi cuatro veces más que la feria de Lima. Lo que hice fue realizar un reconocimiento y ver el flujo de visitantes, el cual era moderado aunque durante el fin de semana aumentará sin ninguna duda. La entrada para el público en general cuesta 35 pesos (4 dólares, al cambio oficial) de lunes a jueves, mientras que de viernes a domingos, 50 pesos (unos 5 dólares). Los menores de 12 años, discapacitados, así como docentes, estudiantes y jubilados, ingresan gratis.
Un dato que pude averiguar debido a la queja de un usuario en la cuenta de Facebook de la feria, es que la Ley del Libro de Argentina impide que el precio de los libros sea menor que en las librerías. Aun así, el encanto de la feria, además de tener juntos a todas las editoriales y libreros, es el programa de actividades, que no solo está centrado en lo literario, tanto así que hay conferencias sobre medicina, filosofía, sociología, historia y otros campos.
Esta vez la ciudad invitada es México DF y en estos días visitarán Buenos Aires escritores como Margo Glantz, Guadalupe Nettel, Álvaro Enrigue, entre otros. Podríamos decir que no hay escritores que sorprendan como hace un año lo hizo la presencia de Paul Auster y J.M. Coetzee, pero el nombre de más peso que estará aquí es el del irlandés John Banville, reciente ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Quien también estará es el español Arturo Pérez-Reverte, un caserito de la feria, y también su compatriota Javier Cercas, quien presentará su más reciente novela, El impostor.
Hay mucho por ver y hacer, sobre todo con tantas posibilidades en torno al libro. Desde hace unos días se realizaba aquí el BAFICI, el festival de cine más importante de Latinoamérica, y ahora es el turno de revisar y comprar libros.
BONUS TRACK:
Mira aquí un video de nuestra llegada a Buenos Aires.
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