Hacia el infinito: Stephen Hawking bajo la perspectiva de su exesposa

Comentamos la autobiografía de Jane Hawking, cuyo atractivo aumentó con la versión cinematográfica que nos muestra su relación con el notable físico Stephen Hawking.



Definitivamente el interés por este libro se debe a que nos cuenta una visión desde afuera de la vida del notable físico y cosmólogo Stephen Hawking. Además, a esto hay que añadirle que Hacia el infinito sirvió de punto de partida para la película La teoría del todo, con la cual Eddie Redmayne ganó el Oscar al Mejor Actor.

Hacia el infinito no es una biografía del notable científico sino un testimonio de parte de Jane Hawking, su exesposa, quien narra a manera de memorias cómo conoció a Stephen, el proceso de enamoramiento y el momento en que esta relación empieza a generarle dilemas tal como se aprecia en la cinta dirigida por James Marsh. Si bien para los lectores el foco de atención está en la circunstancia del afamado físico, en el libro la protagonista es Jane, pues desde su perspectiva vamos siendo testigos de los convencionalismos que la sociedad británica de mediados del siglo XX imponía a una mujer aun cuando tuviera una sólida formación universitaria. Si bien este ambiente va siendo menos conservador –la aparición de los Beatles aparece como telón de fondo-, aún se ven lejanos los tiempos liberales de ahora.

El conflicto de esta historia -apacible y por momentos abundante en reflexiones- lo encontramos en el momento que Jane empieza a cansarse y dudar sobre la relación con el físico. El catalizador de este trastabilleo fue Jonathan Hellyer Jones, un joven profesor de coro de la Iglesia, con quien actualmente está casada.

Se lee en el libro:

HaciaelInfinito (1)
Cuando, de modo vacilante, empezamos a admitir la atracción que sentíamos el uno por el otro, Jonathan disipó aquellas dudas asegurándome que en nosotros –en todos nosotros- había encontrado un propósito que lo ayudaba a aliviar el dolor sordo de su propia pérdida. Durante una excepcional visita a Londres, mientras estábamos sentados en una tranquila capilla lateral de la abadía de Westminster, me anunció que estaba dispuesto a comprometerse conmigo y con mi familia, pasara lo que pasara. Aquella promesa desinteresada y conmovedora me sacó del oscuro vacío en que se había convertido mi vida. La relación se volvía más noble y liberadora. Continuaba siendo platónica, y lo sería durante mucho tiempo. La atracción mutua y las emociones incontrolables que amenazaba con provocar se sublimaban en la música que practicábamos e interpretábamos juntos, por regla general en presencia de Stephen los fines de semana y a veces las tardes de los días laborables. Me bastaba saber que había entrado en mi vida alguien con quien podía contar sin reservas. (Páginas 315-316).

Es en esta parte en la que encontramos mucho más nervio y la narración deja de ser tan aséptica, pues la autora expresa en la cotidianidad los temores y complicaciones que puede sentir alguien que no puede tener una vida ‘normal’ y estar al cuidado de una persona con una enfermedad motoneuronal.

Jane Hawking, una experta en literatura medieval española, ha contado en muchas entrevistas que este libro para ella ha sido una liberación, que ha sido una manera de explicarse los 25 años de matrimonio que tuvo con genio de la Física, quien a pesar de enfermedad seguía obsesionado con la ciencia. «Sólo diré una cosa: si Jonathan no hubiera entrado en mi vida, yo me hubiera suicidado», dijo en una entrevista. Hay que leer el libro para entender estas razones.

 

 

 



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