«El sueño del retorno» o la pesadilla del regreso a la patria violenta

Un hombre escribe la historia de su vida como un método terapéutico, no para encontrar frases de autoayuda sino para redescubrir un pasado marcado por la violencia. ¿Puede un hombre en su sano juicio volver al país donde es probable que lo maten? Presentamos una crítica a la reciente novela del escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya.

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Por Lenin Pantoja Torres

Una bomba destruye el frontispicio de la casa de sus abuelos maternos en la primera avenida de Comayagüa, en San Salvador, un bombazo de advertencia detonado en la madrugada por los coroneles que apoyaban al gobierno liberal contra los que conspiraban su abuelo junto con sus correligionarios nacionalistas. Este es el primer recuerdo de un niño, el inicio de la “vida consciente” de ese niño, de Erasmo Aragón, un inicio marcado por la violencia enraizada desde el primer recuerdo de su vida. Es, también, uno de los momentos más álgidos de El sueño del retorno (Tusquets, 2013), la última novela de Horacio Castellanos Moya. Sin duda, este libro dista mucho del excelente nivel de El Asco. Thomas Bernhard en San Salvador (1997) e Insensatez (2004), pero contiene los elementos trabajados por Castellanos Moya en casi todos sus libros, aspectos como la violencia política salvadoreña, la memoria histórica, la soledad del exilio, la escritura terapéutica, los traumas familiares y las múltiples historias vinculadas a las guerrillas, lo cual hace necesario tomarla en cuenta dentro de la literatura sobre la violencia. En el caso de Castellanos Moya, el tratamiento temático de algunos tópicos vinculados a esta violencia, que actualmente muchos escritores asumen como una moda, se acerca al compromiso estético y político, a nivel personal, y se aleja de un proyecto de reivindicación colectiva.

 

LA VIOLENCIA INTERNA

El sueño del retorno es una novela irregular, pues el ritmo de la historia, a veces, despierta el interés del lector, pero, en otras ocasiones, decepciona por los pequeños desenlaces fallidos. Sin embargo, la vida de Erasmo Aragón, el narrador y protagonista de la novela, estructuralmente, hace posible la existencia de pequeñas historias que le dan sentido a su propia existencia, pues la contextualizan en un mundo marcado por la violencia. La historia principal consiste en el deseo de Erasmo de regresar a El Salvador para iniciar una nueva vida laboral y personal. Antes de ello, debe esperar el dinero de su liquidación producto de su trabajo como periodista, tiempo que aprovecha para ir a un doctor a tratarse un dolor en el hígado. Los métodos terapéuticos de su médico, don Chente, son los que provocan el recuerdo de todos aquellos momentos del pasado que lo marcaron. No nos confundamos, don Chente no aplica un método psicoanalítico, sino lo somete a la hipnosis, lo cual permite que Erasmo cuente mucho de su pasado, pero sin ser consciente de los recuerdos proferidos a su médico.

Plantear la novela en base a los recuerdos del protagonista es una excelente estrategia, pues subjetiviza todo lo relatado por Erasmo, al punto que las reflexiones que realiza de cada uno de los instantes de su vida nos muestra su constitución emocional completamente desnuda, sin nada más que el pudor para protegerse. El individualismo y el egoísmo, producto de la soledad en el exilio, explican las razones por las que Erasmo quiere abandonar a su pareja Eva y a su hija Evita para volver a un país donde no existe ninguna garantía para su vida. ¿Por qué volver a un país donde lo más seguro es encontrar la muerte? La violencia no es un elemento disuasivo, sino una atracción para un personaje que ha vivido junto a ella y que la sigue necesitando para sobrevivir. La violencia interna no es la que padece su país, sino la que vive en él, en su interior, como una marca vital, una especie de motor para su existencia, sin la cual no se reconoce como persona. Para hacer más impactante esta tensión interna (¿volver o no volver a El Salvador?), Castellanos Moya opone la historia de Albertico, el hijo del tío “el Muñecón”. ¿Por qué volver en medio de la carnicería?, le pregunta Erasmo a su primo, mientras pasaban juntos unos tranquilos días en Costa Rica, hace muchos años. Por pendejo, le respondió Albertico. Sí, su primo sabe que es un idiota o un estúpido al volver a un lugar donde encontrará la muerte, lo cual ocurrirá, pero no tiene que hacerlo, siente que debe hacerlo. La atracción hacia la patria perdida es uno de los misterios dentro de la mente de un exiliado.

 

LA ESCRITURA TERAPÉUTICA

HoracioCastellanos3“No me refiero a que la escriba [su vida] para publicarla, sino para usted mismo, como método terapéutico, para recordar y reflexionar, le ayudaría muchísimo” (p. 68), le dijo don Chente a Erasmo. No se trata de la típica escritura de autoayuda, sino del autoanálisis, del descubrimiento de un pasado que explica la mirada de Erasmo en el presente. Confrontar su pasado no lo va a hacer mejor persona, solo le ayudará a descubrir las razones por las que piensa de determinada manera. Recordar y reflexionar son dos movimientos cognitivos en Erasmo, los cualesproducen dos consecuencias positivas para la novela. Primero, en base a un lenguaje con oraciones largas y cargadas de emociones que aumentan la tensión narrativa, una marca registrada en muchas de sus novelas, Castellanos Moya nos muestra las dinámicas y los conflictos mentales de su protagonista. Erasmo es un personaje complejo, pues nunca sabe exactamente lo que quiere hacer. Buena parte de la novela transcurre en su cabeza, en las constantes divagaciones o especulaciones que lo llevan de un lado a otro, decidiendo sin concesiones ni miramientos. Si bien el protagonista no ejecuta la escritura de su vida, la confrontación con el pasado evidencia los peligros y los riesgos a los que lo somete la memoria. “…la memoria es poco confiable y puede ponerlo a uno en aprietos” (p. 80), dice Erasmo. No existen pretensiones globalizantes en esta novela. La honestidad del autor radica en la construcción de las opiniones personales de un hombre que aborrece el estado actual de su país, pero que no siente que debe comprometerse íntegramente en un proyecto revolucionario. Esta es una historia personal que dice más de los momentos traumáticos que vive su país, lo cual no ocurre con muchos relatos totalizantes que pretenden dejar moralejas colectivas colmadas de patrioterismo.

La segunda consecuencia enfrenta al lector con las múltiples historias del pasado de Erasmo y de los compañeros que le contaron pequeñas anécdotas personales. Por ejemplo, tenemos la historia de Tampa, un rockero que se convierte en guerrillero. Su imagen está colmada del romanticismo que posee todo proyecto revolucionario, más aún si se trata de alguien que cambia la guitarra por un fusil. La escena es sugerente. El joven guerrillero sentado en un descanso de la jornada, con su fusil FAL sobre los muslos mientras escucha en los auriculares de su walkman música de Pink Floyd o Yes. También, está la historia del Negro Héctor, un guerrillero argentino que tiene que decidir entre salvar a su mujer o liderar con éxito una campaña militar.Se trata de la disyuntiva entre la pasión del amante o la disciplina del combatiente. Una verdadera tragedia griega, como señala Erasmo. Dentro de los irregulares momentos de la novela, lo más alto son estas historias, pequeñas tramas desperdigadas, dignas de ser desarrolladas en otros momentos por el autor. Como muchos escritores, Castellanos Moya utiliza y reutiliza estas historias en muchos de sus libros, lo cual conecta esta novela con otros textos de su autoría, como El arma en el hombre, Tirana memoria o Insensatez. Estamos ante un escritor con un proyecto estético que se nutre de lo político. Por ello, una novela como El sueño del retorno debe ser leída en contexto, reconociendo sus yerros, pero atendiendo a los aspectos que la entroncan en un proyecto mayor.

 

LAZOS TRAUMÁTICOS 

HoCastellanos4El nacimiento del hombre está marcado por la violencia que implica el parto de la mujer. En el caso de Erasmo, debemos sumar los traumas infantiles que generó el bombazo en la puerta de la casa donde vivía. Esto nos hace comprender cómo la violencia corroe cada centímetro de su mirada hacia la realidad. Por ello, se puede contextualizar mejor una escena de su niñez, su reacción en el jardín de niños cuando probablemente mató, a golpes, con unos pedazos de madera, a un niño abusivo que le quitó unos cubos de madera con los que jugaba. Años después, Erasmo enfrenta el asesinato de su padre con la responsabilidad del hermano mayor que tiene que madurar a sus once años para comprender la situación política en la que está inmersa su familia. Al asesinato de su padre y el suicidio de su abuelo, se suma el homicidio que sufrió su primo Albertico en manos de las fuerzas paramilitares, un dolor que recuerda cada vez que visita al Muñecón, pero que solo será consciente del impacto que tiene en su vida cuando confronte las razones de su regreso a El Salvador. La violencia ha convertido a Erasmo en un tipo desconfiado, malicioso e individualista. Incluso, cuando debe contarle todo a don Chente en las sesiones de hipnosis, trata de guardarse algunas cosas, no solo por el temor natural del hombre que no quiere descubrirse frente a un extraño, sino por las posibles consecuencias políticas que sus confesiones podrían acarrear. Se trata de una especie de mecanismo de defensa emocional.

La vida personal de Erasmo no es un paraíso que amengüe sus problemas sociopolíticos. Su relación sentimental está quebrada por la infidelidad de Eva, su pareja. Este es un excelente pretexto para dar por terminada su relación y salir de México para volver con tranquilidad a El Salvador, pero el amor propio lo traiciona, su individualismo termina por motivar el ataque hacia su mujer a través de la mentira, con decirle que él también la traicionó, con increparle que están a mano, que esto solo confirma que no funcionan como pareja, que deben acelerar la separación. No hay muchos personajes femeninos en escena, pero la presencia de Eva motiva una imagen de la mujer caribeña vinculada al hogar a pesar de todo, al margen de las consecuencias de sus actos. Asimismo, hay un vínculo entre el consumo del alcohol y la percepción hacia la mujer como objeto sexual. Quizá esta pueda ser una línea de reflexión en torno a las novelas de Castellanos Moya, ya que la presencia de esta bebida influye en los procesos de reflexión y en la mirada crítica de los personajes. Todo lo contrario ocurre con la presencia ausente de su abuela paterna Lena, la mujer que lo crió como nieto predilecto y la que cosechó ideas negativas sobre su padre y su madre. Lena es la imagen de la autoridad, nunca atacada por el protagonista, solo mencionada como la causante de algunas de las ideas que ahora posee sobre su familia. A partir del vínculo que el protagonista establece con sus progenitores, se puede explicar la ausencia de ideas freudianas en la novela, pues no hay ningún atisbo edípico. La decisión de incluir la hipnosis y no el psicoanálisis en la historia no es gratuita.

 

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Conceptualmente, El sueño del retorno es una novela que se ubica en un momento de tránsito entre las novelas que retratan el enfrentamiento guerrilla-fuerzas militares y las que construyen una historia en base al impacto social, político y cultural que la confrontación dejó en una generación posterior. Horacio Castellanos Moya ha construido una poética basada en la violencia a secas, donde la política es parte de ese entramado de conflictos que involucra las vidas individuales de los personajes, la presencia invisible de la cultura a través de la importancia de la escritura y el devenir sociohistórico de un país golpeado por el terror. Precisamente, lo que para muchos escritores es una moda que los ha posicionado en el centro de atención mediática, para Castellanos Moya es una preocupación personal que ha sabido condensar en una producción que ya es referencial. El sueño del retorno, a pesar de sus falencias, es la confirmación de una elección estética y política coherentes.

 

 

Lenin Pantoja Torres (Lima-Perú, 1988). Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Formó parte del comité organizador del Concurso de Cuento y Poesía Manuel Scorza, de las tres jornadas iniciales de los recitales Ese puerto existe, también del Congreso sobre Literatura y Violencia Política, Homenaje a Óscar Colchado Lucio. Se desempeñó como orientador en la Casa de la Literatura Peruana. Ha colaborado con textos sobre literatura y cine en los blogs Germinal y Textura artefacto. Actualmente se desempeña como docente en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Asimismo, es administrador de la Bitácora de El Hablador y miembro del comité editorial de la revista virtual El Hablador.

 

 

 



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