(Des)conciertos poéticos: «Concierto desde Aranjuez», de Montserrat Doucet

¿Cómo concebir al ser amado y impregnarlo en la naturaleza pese a que su recuerdo siempre huye? ¿Cómo conciliar la imagen del padre entre la angustia y la nostalgia que embarga a la voz lírica? Quizás la respuesta la encontremos en la antología poética de Montserrat Doucet, que a continuación reseñamos.

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Por Jhonny J. Pacheco

¿Cómo tratar tópicos tan esenciales como el amor, la soledad y la muerte sin caer en el registro común y el verso fácil? ¿Cómo graficar un mundo bucólico en la que el pastor se sitúa entre la ciudad y su pasado? ¿Cómo concebir al amado y impregnarlo en la naturaleza pese a que su recuerdo siempre huye? ¿Cómo conciliar la imagen del padre entre la angustia y la nostalgia que embarga a la voz lírica? Al parecer, una respuesta sería realizar un canto ditirámbico como el que nos ofrece Montserrat Doucet en su antología poética Concierto desde Aranjuez (El Nocedal, 2014).

Compuesto por la reunión ocho libros, el texto nos permite trasuntar a través de una constelación de temas en los que el amor y la nostalgia embadurnan el primer apartado, Culpable de milagros (1999-2001). El motivo de esta sección es el deseo por el amado ausente que siempre retorna como punzadas lacónicas en la voz enunciadora. Lo interesante de estos versos es que se logran excelentes imágenes, un ritmo fresco, versos ágiles, y un sentimiento amoroso no lascivo ni devastador, sino ingenuo y esperanzador. Con ello, la poeta logra plasmar un tema universal con un estilo particular y de singularidad armoniosa.

En el segundo apartado intitulado El invierno de la rosa (2001-2003), encontramos una voz refinada y más trabajada en cuanto al sonido. Es decir, la poeta ha dado una vuelta de tuerca a su poesía pues prima la reflexión sobre la fugacidad, la muerte, la soledad, el padre, etc., aunque en desmedro de la pulsión intuitiva y la fuerza creativa e ingeniosa que venía realizando. Sin embargo, se entiende el objetivo que busca alcanzar, ya que sobre elementos como el mar y la naturaleza trata de encontrar el cauce hacia una poesía más transcendental.

Lo mencionado en el párrafo anterior se confirma en Serie Malevich (2004), dado que la construcción de los poemas ha virado a un minimalismo estrófico, donde se busca la concreción de la idea antes que seducir al lector con su juego fonético o adjetivos sinestésicos. Los veintiún poemas que conforman esta sección nos muestran un solo tema: la reflexión sobre lo efímero de la eternidad.

ConciertoDesdeAranjuezAhora bien, pese a la caída y el desbalance poético de Doucet, en Arquitectura entre los campos (2001-2006) nuevamente retoma el aliento lírico para producir un paseo por ese locus amoenus impregnado de cotidianidad. En estos versos se puede apreciar el profesionalismo de las palabras trabajadas, el ritmo pausado, y las acciones no efusivas sino pensadas para decir «algo». Las imágenes no brotan como destellos, pues prevalece la elaboración de cada sustantivo, adjetivo y verbo con el fin de construir esa naturaleza animal que se lleva en la lengua, aunque anestesiada por la parsimonia de la voz enunciadora que trata de regresar a la madre-natura, puesto que la ciudad-padre es agreste y hostil. No obstante los logros, este apartado no representa el culmen de Doucet como veremos a continuación.

Efectivamente, en Grafiti (2006-2009) —título que no le hace honor a lo tratado en dicha sección— la autora sigue desarrollando lo expuesto anteriormente, pero logrando una mescolanza entre el verso y el significado expuesto. El paseo bucólico comenzado en el anterior libro se completa aquí, en el que logramos visualizar lo que la voz lírica logra ver. Las imágenes muestran una plasticidad donde los bosques dejan traslucir su follaje para mostrarnos la ciudad arrogante que los devora, así como la muerte que la envuelve y corroe. Esta antinomia desplegada por Doucet tiene como base los recuerdos de una persona ausente (el padre o el amado) en el mundo urbano, pero que en la naturaleza se presentifica en cada elemento que la constituye. Sin embargo, como se expone al final de esta sección, todo es ilusión pues en los mismos seres naturales se esconde la máscara de la muerte.

Como bien dice Borges, un apogeo significa la inminente decadencia de dicho esplendor; máxima que se colige en la sexta y séptima sección del libro Mar de Chira (2005-2010) y Haikus (2000-2010). El verso logrado anteriormente decae por un sonido insípido, un fulgor desaparecido y una imaginación estéril que prefiere trabajar con los «significados» antes que las metáforas y las sinestesias. Habría que decir, además, que la voz lírica renuncia al juego poético pues, al parecer, alcanza una madurez en la que el fuego destellante inicial ha dado pie a una fogata continua que calienta, pero que no flamea en el oído ni en la vista del lector. Asimismo, los haikus trabajados no tienen la idiosincrasia ni la expresión que se requiere para impactar en la mente del receptor. Sin embargo, en la última parte titulada y que contiene un solo poema El oscuro (2012…), Doucet ha vuelto por esa senda de destreza e imágenes dinámicas con cierto rezago surrealista que le ha permitido descubrir y desenterrar un nuevo aliento juvenil en sus versos. Es decir, se avizora un buen futuro poético, aunque incierto todavía.

De este modo, creemos que Concierto desde Aranjuez, de Montserrat Doucet, es una apuesta por una chanson de antaño, es decir, a la manera en que la poesía se emparentaba con la música, ya que su libro nos permite deleitarnos con esa armonía que impera, aunque nos apabulle por momentos como si fuera un canto gregoriano de letras oscuras y de tonalidades incoloras.

 

 



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