Manuel Scorza, 30 años batallando en una guerra silenciosa

 

¿Cuándo fue la última vez que una novela intervino en el devenir sociopolítico del país? La respuesta la encontramos en la obra de Manuel Scorza, escritor peruano de cuya obra -conformada principalmente por su pentalogía novelística- hacemos una revisión en este artículo al cumplirse tres décadas de su fallecimiento.

 

 

 

Por Jack Martínez Arias

Es preciso volver a La guerra silenciosa (1971-1979), la pentalogía de Manuel Scorza (9 setiembre de 1928 – 27 noviembre de 1983). Es necesario porque las novelas que la conforman siguen narrando las urgencias, las denuncias, los dramas nacionales que hoy, tantos años después, siguen latentes, irresueltos.

Solo para dar un ejemplo, ¿qué se cuenta en Redoble por Rancas?

La primera novela de la pentalogía narra la irrupción de una empresa minera transnacional en los territorios de una comunidad campesina en los Andes peruanos. La compañía cerca esos pastizales con alambrados interminables y deja a los comuneros sin su principal fuente económica (una precaria ganadería). Los campesinos reclaman, buscan ayuda legal sosteniendo en las manos los títulos de tierras que conservan por siglos, se desesperan, van a la ciudad para saber si alguien da razón de lo sucedido, pero nunca son escuchados, nunca obtienen respuestas. Son invisibles para cualquier autoridad estatal. Como si no se tratase de “ciudadanos peruanos”, como si no se tratase siquiera de seres humanos. Entonces solo les queda batallar por lo suyo, o dejarse morir. Es esta la dinámica de Redoble por Rancas y las demás novelas que conforman el ciclo narrativo de La guerra silenciosa. Estas historias tienen su origen en luchas reales que el autor conoció a través de constantes viajes a los pueblos del centro del Perú, entrevistas con los protagonistas y participaciones activas de Scorza en algunos levantamientos.

Estas novelas, en conjunto, se denominan La guerra silenciosa porque a pesar de las miles de víctimas campesinas y de las innumerables masacres, estos conflictos nunca fueron conocidos en el resto del país. La gente moría defendiendo sus tierras pero ningún medio cubría las noticias. Es entonces que ante el silencio de los discursos oficiales, las novelas de Scorza se iban construyendo como necesarias, como indispensables.

Es más, hace poco, Elizabeth Lino escribió un artículo en el que, entre otras cosas, dice que la historia oficial peruana aún no ha podido reconstruir la historia de las masacres en los Andes. Es decir, a tantas décadas de lo acontecido, el primer referente escrito sigue siendo la pentalogía de Manuel Scorza. Con mucha razón, Lino sugiere que la historiografía le tome la posta a Scorza y reconstruya los hechos desde las ciencias sociales. Siguiendo esa línea, yo diría que la literatura también debe tomar la posta dejada por Manuel Scorza–aunque en otro sentido–y novelar, problematizar lo que sucede en el Perú de hoy.

Insisto en que es necesario volver a La guerra silenciosa porque ahora, con nuestra literatura, parece suceder exactamente lo contrario. Hoy, muchos de los libros se escriben basándose, paradójicamente, en el discurso oficial, en la historia que aprueba el Estado (como la que constituye el texto de la Comisión de la Verdad, por ejemplo). Nuestra narrativa se limita cada vez más en coger de sustento lo que ya se ha escrito, y solo a partir de allí se comienza a novelar lo que ya no tiene sentido novelar.

ScorzaPostJack2Entonces es legítimo preguntar, ¿cuándo fue la última vez que una novela intervino en el devenir sociopolítico del país?

Cada novela de Manuel Scorza tiene un héroe. El héroe de Redoble por Rancas es Héctor Chacón “El Nictálope”. Como muchos, este personaje está basado en un referente real. Se trataba de un dirigente campesino que fue capturado y recluido en la Selva. Sin embargo, tras la publicación de la primera novela de La guerra silenciosa y el eco nacional e internacional que esta tuvo (para ese entonces, Redoble ya era traducido a treinta idiomas) fue tal que el General Velasco Alvarado ordenó la liberación de El Nictálope, y fue el mismo Scorza quien fue a darle esa grata noticia al dirigente que había sido injustamente condenado a veinte años de prisión.

La literatura puede alcanzar ese tipo de intervenciones, pero parece que ha dejado de intentarlo. ¿Por qué renunciar a una literatura que sea el punto de partida para debates políticos, sociales o económicos actuales? ¿Por qué dejar de cuestionar la realidad oficial desde la ficción? A estas alturas de este breve texto algunos se preguntarán y qué hay de la literatura como escape. Qué de la literatura que permite salir completamente de la realidad. Qué hay de la literatura como puro entretenimiento. Pues yo respondo que esa literatura siempre se encontrará a la vuelta de la esquina. Afortunados quienes buscan una ventana para salir del mundo, las ofertas no faltarán. Por el contrario, el panorama no es tan alentador para los que queremos encontrar algo más, para los que buscamos en la literatura una profunda exploración novelada de nuestra realidad, los que buscamos historias alternativas pero trascendentes, novelas que se discutan con seriedad. Mientras esperamos, volvamos a La guerra silenciosa.

 

SOBRE LA OBRA DE MANUEL SCORZA:
La saga novelística está compuesta por: Redoble por Rancas (1970), Historia de Garabombo el Invisible (1972), El jinete insomne (1977), Cantar de Agapito Robles (1977) y La tumba del relámpago (1979). También escribió los poemarios: Las Imprecaciones (1955), Los adioses (1959), Desengaños del mago (1961), Réquiem para un gentil hombre (1962), Poesía amorosa (1963) y El vals de los reptiles (1970). El mismo año de su muerte apareció su novela La danza inmóvil (1983).

 

 

Jack Martínez Arias estudió Literatura en San Marcos. Ha publicado artículos, entrevistas y columnas en varios diarios nacionales. Es co-editor de El Hablador, sigue un doctorado en Northwestern University (USA) y prepara la publicación de una novela.

 



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