La feria del libro y la experiencia colombiana

Es una alegría que el Perú haya sido elegido como país invitado de honor a la Feria del Libro de Bogotá 2014 y más aun que Mario Vargas Llosa lidere nuestra delegación de escritores. Sin embargo, no podemos dejar de mirarnos en el espejo colombiano e intentar mejorar nuestra feria, no solo esperando a que el Estado se le ocurra apoyar a la cultura sino buscar otras alternativas para obligarlo a hacerlo.


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Por Jaime Cabrera Junco


Durante mi visita a Bogotá encontré muchas semejanzas entre Colombia y Perú. Somos parecidos en algunos aspectos: en el escepticismo y descontento con los políticos, en las marcadas diferencias sociales, en la televisión y su tendencia a presentar contenidos banales y estupidizantes. Sin embargo encontré una constante en el ámbito cultural que quiero exponer a continuación. Me refiero a que cualquier avance y logro en este campo ha sido producto de la persistencia, de tocar muchas puertas, de negociar y no esperar únicamente que al Estado se le ocurra proponer iniciativas sino empujarlo a respaldar programas como la red de bibliotecas públicas y actividades como la feria del libro.


Cuando conversé telefónicamente hace un par de semanas con la directora cultural de la Cámara Peruana del Libro (CPL), Doris Moromisato, ella señalaba que gran parte de la inversión en la feria se destinaba a acondicionar los stands y adaptarlos al Parque de los Próceres donde se realiza el evento editorial más importante del país. Creo que, efectivamente, es una gran deuda que no tengamos un centro de convenciones como Corferias -muy parecido a la exFeria del Pacífico-, y que esa debería ser una tarea del Ejecutivo. Quizás si se propusieran construirlo pensando en eventos como el festival gastronómico de Mistura, se animarían a hacerlo de una buena vez. Pero esa es solo parte de la solución y podría tomar algún tiempo. Lo más importante es cómo hacer que la feria del libro sea más sustanciosa en contenidos y no quedarnos, a la hora de hacer el balance, que en 2013 la presentación del libro del cantante Pedro Suárez-Vértiz fue el evento más concurrido y un éxito de ventas. Esas solo serán cifras y noticia destacada para un diario económico como Gestión.


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¿Qué hacer, por dónde empezar? En primer lugar tener la determinación de darle a la feria un programa cultural bien estructurado y no librado al azar. En Colombia, el director cultural de la FILBO, Juan David Correa, me contó que para cada feria se trabaja como mínimo con un año de anticipación y que la invitación al Nobel J.M.G. Le Clézio fue prácticamente una tarea detectivesca que se consumó a través de un amigo de un amigo en París. En la charla que tuve con Correa a inicios de abril ya, incluso, había anticipado que el Perú iba a ser el país invitado y ahora ya se ha hecho el anuncio oficial de la participación de nuestro país con el Nobel Mario Vargas Llosa a la cabeza.


Ahora, por supuesto, viene el asunto monetario. ¿De dónde obtener el presupuesto necesario? ¿Cómo financiar una feria que sea interesante no solo pensando en términos literarios sino como evento cultural? Si bien es cierto, la feria de Bogotá es patrocinada nada menos que por la empresa estatal de petróleos Ecopetrol, acá podríamos comprometer a las firmas privadas y convencerlas que hagan uso de ese término ligado a las relaciones públicas denominado «responsabilidad social». ¿Podría la cervecera Backus o el Banco de Crédito o la tan ‘carismática’ Telefónica hacerlo? ¿Por qué no? Si patrocinan el fútbol y por más que digan que en el Perú se lee poco ¿por qué no lavarse la cara un poco y ayudar a que en nuestro país se lea más? Por lo pronto vemos que hay más librerías en Lima ojalá esa tendencia también se expanda en las demás provincias. Es decir, no todo está perdido en esa materia.


Hace una semana visité la Biblioteca Nacional de Colombia para conocer cómo funciona su red nacional de bibliotecas, considerada todo un ejemplo para la región. Me contaron que esta camina, en gran parte, gracias a que se fijó que el 10% del impuesto (IVA) a la telefonía celular sea destinado para financiar las bibliotecas públicas. La ley fue aprobada en 2009 y se han implementado las 1022 bibliotecas que hay en Colombia. Según me contaron, conseguir que el Congreso apruebe la norma fue un trabajo persistente, de negociaciones y finalmente se materializó. Es cierto que no todo es color de rosa y que hay algunos inconvenientes, que en un nuevo post referiré. Pero mi propósito es hacer ver que se pueden hacer muchas cosas si se tiene la determinación y también la inteligencia de mirar un poco más allá y no pensar que la cultura puede ser un negocio, puesto que es por sobre todo, una inversión.


La feria del libro de Lima comenzará en julio, durará 17 días -ya no 14- y tendrá como país invitado a Puerto Rico. Además, habrá un homenaje póstumo al poeta Antonio Cisneros y una muestra en memoria al escritor Manuel Scorza. Hasta allí todo bien, pero nos falta tener el invitado de honor que destaque, que genere expectativa, que colme auditorios como ocurrió con Le Clézio en Bogotá y Coetzee en Buenos Aires. Como dicen, para hacer tortillas hay que quebrar huevos, dicho de otro modo hay mucho por hacer y si esperamos que ocurra y no nos movemos o esperamos solo que ‘Papá Gobierno’ se porte, no vamos a lograr mucho.


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