Mariana de Althaus: «Para escribir teatro hay que ser observador y tener mucho oído»

No es común que se publique un libro con obras de teatro de autores peruanos contemporáneos, como tampoco lo es que un director nacional escriba sus propias obras y las dirija. Ese es el caso de Mariana de Althaus, quien acaba de presentar una publicación que reúne tres de sus obras centradas en conflictos familiares.


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Por Jaime Cabrera Junco


No lleva la contabilidad exacta de las obras que ha escrito, pero suman aproximadamente 16. Algunas de ellas tuvieron tanto éxito que han vuelto a ser repuestas, como ha sido el caso de Criadero y El Sistema Solar, que actualmente está cartelera en un espacio nuevo: Centro Cultural Campo Abierto, ubicado en Jr. Recavarren 560, Miraflores. El mérito de Mariana de Althaus (Lima, 1974), nos atrevemos a decir, es que en cierta forma le toma el pulso a la sociedad peruana con temas que nos atañen y nos resultan más cercanos que algunas adaptaciones, interesantes también, que nos ofrece la cartelera teatral. El suyo es un teatro de sabor nacional si se quiere, y ahora va a ser plasmado en un libro titulado Dramas de familia (Alfaguara, 2013) que reúne tres de sus obras: El Sistema Solar, El lenguaje de las sirenas y Ruido. En esta charla buscamos conocer más sobre su oficio como dramaturga y sobre su visión del teatro.


De niña escribías guiones y representabas tus obras con tus primos en reuniones familiares. ¿Cómo así es que empieza este germen de la dramaturga que luego llegarías a ser?
Creo que el teatro es algo que muchos niños encuentran como espacio para la expresión. Es bastante común ver a niños haciendo sketchs u obras de teatro en el colegio o fuera. No sé por qué a mí me empezó a gustar mucho y rápidamente encontré mi rol en ese tipo de actividades y escribí guiones y comencé a dirigir. Recuerdo que de niña veía un programa llamado Chiquilladas, que tenía mucho de esa dinámica de niños inventando sus propios guiones y a partir de allí empecé a inventarme esas tonterías que uno hace de niño que son el germen de una carrera.


Estudiaste Literatura en la Universidad Católica y antes habías ingresado a estudiar cine a la Universidad de Lima.  Sin embargo dices que siempre querías estudiar teatro pero no te atrevías a hacerlo. ¿Fue muy complicado decidirte por el teatro? 
Supongo que no tenía muy claro lo que quería hacer, pero lo que quería era estar en el mundo del teatro, participar de alguna manera en la creación de obras. Lo que pasa es que tener la decisión de ser director o dramaturgo cuando es joven exige una valentía, una seguridad, un autoestima muy alta que yo no tenía. Ni siquiera me imaginaba que quería ser directora o dramaturga, entonces opté humildemente por un rol que a mí me parecía más accesible y entré a la actuación. Luego me di cuenta de que la actuación es cosa seria (ríe) y no es nada fácil y no me fue muy bien como actriz y ante eso opté por la dirección para ver qué tal me va.


¿Pensaste primero en la dirección y luego en la dramaturgia?
En realidad empecé a escribir, me metí a un taller de dramaturgia y escribí como dos o tres obras que fueron dirigidas por otros directores hasta que en una decidí que yo podía ser la directora, y empecé dirigiendo Tres historias de mar.


¿Haber estudiado literatura te ha ayudado a escribir teatro o no mucho?
Seguro que sí, la carrera de Literatura no te forma como escritor necesariamente, pero sí como lector y como crítico. Esta última parte no la desarrollé, pero sí me hizo conocer un montón de zonas de la literatura que de otra forma no hubiera visitado.


Sobre los temas de tus obras mencionas que partes siempre de experiencias personales y de cosas que te «atormentan» y generan preguntas, ¿siempre es así?
En mi caso sí es la única forma que encuentro para escribir. No tengo un oficio tal que me permita escribir obras con temas que no me sean obligatorios o perturbadores o importantes. Cuando he escrito por encargo temas de otros directores y que no necesariamente me conectan emocionalmente, he tenido serios problemas para escribir esas obras.


¿El dramaturgo podría decirse que le toma el pulso a la sociedad? Puede ejemplificar con situaciones y circunstancias que los sociólogos analizan teóricamente.
Bueno, muchas veces ocurre eso ¿no? Lo que pasa es que el arte en general es un medio muy fértil para reflexionar acerca de esos temas y, sobre todo, para hacer reflexionar a los demás a aquellas personas que no se van a acercar a un texto teórico o académico. Entonces si queremos poner sobre la mesa un tema importante, el arte es un medio para generar preguntas, para movilizar, para conmover al respecto. En todo caso, yo creo que ninguna llega a la otra, muchos de los escritores o dramaturgos se sirven de estos textos académicos para elaborar sus propias ficciones y complejizar un poco el rollo.


¿Qué debe generar el teatro en el público? Algunos directores suelen decir que debe suscitar preguntas. ¿tú qué dices?
Sí, debe generar preguntas necesariamente. Ya sabemos que las obras de arte en general que dan solo respuestas son sumamente insatisfactorias. A parte de las preguntas, considero fundamental que transmita emociones, que a través de la alegría, el dolor, la indignación, el público se compromete con el tema, porque una obra sumamente intelectual, llena de preguntas y cuestionamientos lo que hace es distanciar al público de esa obra, cuando este ya no quiere ver solamente preguntas y cuestionamientos.




LA ESCRITURA Y EL OFICIO DEL TEATRO

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Es muy delgada y sus ojos verdes resaltan más en la noche en que transcurre nuestra conversación. Como los gatos, pienso
. Falta media hora para que comience la función de El Sistema Solar y noto que ella está algo ansiosa, como queriendo estar controlando todo el proceso. Conversamos detrás de bastidores y a lo lejos se escucha la voz del actor Gustavo Bueno hablando con el pequeño actor que hace de su nieto. La obra trata sobre un conflicto familiar motivado por algunas heridas del pasado y aunque la intención es reconciliarse no todo resultará como se esperaba. Mariana de Althaus está actualmente trabajando en la versión masculina de su obra Criadero, en la que cinco hombres hablarán sobre sus experiencia de crianza y como padres. El estreno se espera que sea en octubre. Retomemos la entrevista.


¿Cómo es el proceso de escritura de una obra teniendo en cuenta que el dramaturgo más que para el papel escribe en función del escenario?
Nunca he escrito para el papel, siempre que he escrito una obra he estado pensando en cómo la voy a dirigir, incluso más en cómo la van a montar otros. En el momento que estoy escribiéndola estoy pensando en qué teatro la voy a dirigir, con qué actores la voy a hacer, qué espacios voy a usar. Cuando escribo todo el tiempo estoy mirando todo esto.


Muy diferente a la narrativa…
Son profesiones diferentes. Hay personas que me dicen cuándo vas a escribir una novela o cuándo vas a escribir un libro de cuentos, y a mí no se me ocurre hacerlo. La mayoría de los narradores no se les ocurre cómo escribir una obra de teatro y viceversa. 


¿Qué debe tener en cuenta el aspirante a dramaturgo a la obra de escribir una historia?
No tengo idea (ríe)… no soy buena diciéndole a la gente lo que tiene que hacer. Yo creo que para escribir una obra de teatro uno tiene que ser un apasionado del teatro, ser un observador de las personas, tener mucho oído, siempre estar escuchando a la gente, anotando las cosas que escucha y ve de la realidad y mirarse hacia dentro. Si un dramaturgo no explora en su propio mundo, en sus propias cavernas oscuras digamos, en sus demonios, no creo que pueda transmitir demasiado.


¿Es una ventaja escribir y dirigir tus propias obras? ¿La adaptación es un proceso más fácil o más complejo en la medida que debes interpretar las intenciones de otro autor?
Para mí sí, es una fórmula que he encontrado yo, que a mí me acomoda, a otros dramaturgos más bien se sienten muy aliviados de que va a venir un director y se va a hacer cargo de esa obra para hacerlo real en escena. En cambio a mí eso me descontrola, yo necesito que todo el proceso esté bajo mi control, ese es una característica mía.


¿Lees teatro? ¿Qué autores consideras importantes? 
Sí, leo teatro, pero no soy una devoradora de dramaturgia, soy más bien una lectora de dramaturgia como todo el mundo y trato de leer mucho, no veo televisión y todo el tiempo que pueda tener para vivir la ficción la trato de destinar a la lectura e ir al teatro. 


Mencionabas en una entrevista a Harold Pinter.
En una época me gustaba Pinter, quien es una eminencia, ya no es de mis favoritos, no soy muy fanática ya de él, en una época me gustaba también mucho Beckett. Ahora me interesa mucho una dramaturgia más transparente, más generosa, no tan oscura.


¿Los diálogos lo son todo en el teatro o más o tan importante es la construcción de los personajes?
Nooo.. todo es fundamental, no te sirve de nada diálogos interesantes o imaginativos o graciosos que si no tienes una construcción de personajes sólida que lo sostenga. Una cosa viene con la otra. 


¿Y el proceso de construcción del personaje es paralelo? ¿Hay un orden?
No, yo no tengo mucho orden cuando escribo. Generalmente sobre la marcha el personaje se va enriqueciendo y dictando su propia psicología, es como si estuviera manifestando.


En el año 2001, Alonso Alegría escribió una columna muy elogiosa hacia ti a raíz tu obra Los charcos de la ciudad. Él dijo: «De aquí a diez o quince años, Mariana de Althaus va a ser sumada a la lista de los mejores dramaturgos modernos peruanos y latinoamericanos». En todo este tiempo, ¿Qué es lo más importante que has aprendido de tu oficio?
Uff… no sé, a veces me parece que no he aprendido mucho. Creo que lo que más he aprendido es a confiar en que las cosas van a salir bien, porque hay mucha inseguridad en este oficio. Cada texto que escribo es para mí un salto al vacío y siempre pienso que una vez que lo estrene no podré escribir más y que los temas se agotan. Cuando una obra va bien pienso que ya escribí la obra que debí escribir en mi vida y seguramente después de estos voy a estar vacía y no se me va a ocurrir nada más. Creo que es una fantasía que tenemos muchos escritores, pero creo que cuando uno evoluciona como persona y está atenta al mundo y a sí mismo los temas van apareciendo siempre , y las obsesiones no solamente reaparecen cada cierto tiempo sino que nacen nuevas siempre.


¿Qué es el teatro para ti?
El teatro es mi profesión, mi refugio, mi salvador también, pero por momentos es también mi tormento (ríe), la gente de teatro siempre estamos buscando el sufrimiento el conflicto, ¿qué se puede hacer? (ríe).




CINCO LIBROS RECOMENDADOS POR MARIANA DE ALTHAUS

1. El Mundo, de Juan José Millás.

2. El año del pensamiento mágico, de Joan Didion.

3. Nueve lunas, de Gabriela Wiener.

4. El susurro de la mujer ballena, de Alonso Cueto. «Es una novela que me conmovió muchísimo y me ha provocado adaptar al teatro».

5. Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente.







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