Carlos Germán Belli: «La poesía es el reino interior, el alma de uno»

Integrante de la denominada Generación del 50, Belli es el poeta peruano vivo más importante. Sigue sintiéndose deudor de la poesía del Siglo de Oro español y cree que leerla es importante aun en estos tiempos de vértigo y de inmediatez. Aunque confiesa que actualmente escribe poco, desea seguir haciéndolo para, según dice, irse feliz de la Tierra.



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Por Jaime Cabrera Junco


El primer contacto lo tuvimos en noviembre de 2011, año en el que se cumplió el cincuentenario de la publicación de su poemario Oh Hada Cibernética. Sin embargo, la seguidilla de entrevistas y homenajes lo dejaron exhausto, tanto así que dos días antes de la fecha de nuestra conversación me llamó al diario para cancelar la entrevista. Luego, por distintas de razones, la charla se fue postergando: una operación de cataratas de uno de sus ojos, alguna que otra enfermedad y, recientemente, un viaje a Chile para participar en un festival poético. Finalmente, -por fin- se pudo dar esta conversación con Carlos Germán Belli (Lima, 1927), quien nos recibió en su casa con mucha sencillez, tanta que se disculpó nuevamente por la demora en concedernos esta entrevista que se realizó en una mañana cálida.



Usted es considerado el poeta peruano vivo más importante y después de Vallejo es el autor nacional del que más antologías han hecho de su obra. Además, ha recibido distinciones como el Premio Pablo Neruda (Chile) y el Casa de las Américas (Cuba), ¿cómo toma estos reconocimientos?
Bueno es la generosidad de los críticos amigos. En realidad me siento como un pequeño orfebre que trata de seguir escribiendo en lo posible. Aunque, en honor a la verdad (ríe), en los últimos tiempos escribo muy poco. Supongo que será por la edad, pero no pierdo las esperanzas de volver a la escritura.


Cuando habla de sus inicios como escritor, usted siempre menciona la afición de su madre por la poesía y que su padre diplomático era un pintor aficionado. ¿Podríamos decir que hay un momento o una circunstancia que determina su condición de poeta?
No, no…no hay ningún momento. Eso viene por añadidura, de modo espontáneo, yo creo que lo que influye en mí más que un momento específico, es el medio ambiente familiar, la atmósfera en la que me tocó vivir. Este era un ambiente de clase de media, pero vinculado a la cultura y me parece que eso me ha favorecido. He tenido la suerte de que me haya tocado un hogar sensible.


Y además del ambiente familiar, ¿hay acaso alguna predisposición para ser poeta?
Bueno, ya hablemos de los genes (ríe), así como hay algunos aficionados a las fuerzas armadas, otros son inclinados a las artes en general…en el caso mío, mi padre era un aficionado a la pintura y bueno, mi abuelo italiano era aficionado a las artes, al estudio de la civilización precolombina. Ese es el ambiente que me ha rodeado.


Sin embargo, debe haber un momento en que usted haya sentido a la poesía como medio de expresión
Claro, debe haber sido a los 15 años cuando estaba en tercero de media en el colegio y cuando comenzaba a enamorarme de las chicas (ríe). Yo creo que ese es el punto inicial de todos los poetas y escritores en general.


¿Es cierto que de niño tuvo rechazo por los libros y que esto se debió a que a los 10 años le regalaron dos novelas de Julio Verne que no le gustaron?
Sí, yo esperaba otra cosa, algún juguete u otro objeto. Fue una pequeña desilusión, y no pasó mucho tiempo y descubrí el valor de la lectura, lo que representaba el libro y luego estuve ligado a los textos literarios.


¿Y esos libros de Verne después los leyó?
Está en deuda (lanza una breve carcajada). Es que yo no leo mucha prosa, sino preferentemente poesía. Leer a Verne es una deuda que debo pagar.


Sin embargo, tuvo este vínculo fuerte con la poesía que empezó cuando leyó Azul, de Rubén Darío, a los 14 años
Exacto, fue al primer poeta que leí de modo sistemático. Azul, Prosas profanas…esa lectura dariana fue decisiva en mí para abrazar la poesía. Esos cuentos de los artistas en París del siglo XIX, era una lectura que la compartí con mi padre, eso es lo que recuerdo siempre.


Y Darío es el poeta al que siempre tuvo presente y como tácito homenaje tituló a su libro ¡Salve, Spes!
Un homenaje, porque Spes es la personificación romana de la esperanza y la palabra la descubro en Darío, y yo hice un poema un poco largo sobre la esperanza y lo titulé ¡Salve, Spes!, un saludo a la esperanza. 


Cuando le preguntan sobre los poetas peruanos que le influyeron, menciona a José María Eguren, no solamente por la obra sino también como ejemplo de vida. ¿Podría explicar esta admiración?
Bueno, en cuanto a la vida por su actitud sacerdotal frente a la poesía, y luego por su estilo, la dicción, el lenguaje muy depurado, un simbolista sensible a las manifestaciones modernas. Incluso tiene un poema un poco extraño llamado Canción cubista, en el que hace patente su entusiasmo por la vanguardia que ya estaba surgiendo por los años 20. Y Vallejo también, por su sentido de vanguardia que influye en su lenguaje poético en el que está presente el ámbito de la infancia, de la madre, los símbolos cristianos.


Vallejo tiene una presencia muy fuerte en nuestra poesía. ¿Esto lo intimidaba cuando empezaba a escribir?
En realidad lo comencé a leer en el colegio, pero después me he apartado, seguramente con el temor de ser influenciado por esta figura que está presente entre nosotros, esa omnipresencia vallejiana. Poemas Humanos me entusiasmó. Vallejo es otro poeta al que debería releer con más ahínco. 




LA PRESENCIA DE LA FAMILIA

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Carlos Germán Belli vive en San Isidro y al ingresar en su sala se observa un rincón tomado por fotografías familiares. Sobre una mesa reposan los portarretratos entre los que destacan, por su tamaño, dos imágenes: una en blanco y negro del día de su matrimonio y una a colores -de hace algunos años- en la que posa sonriente junto a su esposa. A pocos centímetros, se ubican las fotografías de sus hijas y nietos. «Tengo cuatro nietos, las dos mujercitas tienen cierta inclinación artística…espero que alguno salga artista, más que a escribir me gustaría que se dediquen a la pintura», nos dice el poeta. El papá de Belli pintaba y de él ha heredado el gusto por la pintura, incluso le dedicó un poema al pintor italiano Giovanni Donato da Montorfano. Las pinceladas de Belli son a través de las palabras y aunque disfruta de contemplar cuadros y esculturas, señala que no entiende los «experimentos» del arte contemporáneo. Lo dice con su voz aflautada, de abuelo entrañable, cuya vitalidad de espíritu supera al desgaste que refleja su cuerpo.


En su poesía está muy presente su familia. Usted afirma que la discapacidad de su hermano Alfonso quizás desencadenó su vocación literaria. Contaba que al verlo inmovilizado en su cama eso lo sensibilizó mucho…
Sí, eso es lo que yo también creo. Fue tema de varios poemas míos. Mi hermano Alfonso y su presencia me sensibilizó, probablemente, verlo inmóvil fue decisivo en mi vida.


Hay un poema en el que se disculpa con sus padres por  su «yerro» en el que «cautivo yace hasta la muerte». ¿Es una disculpa por haber elegido a la poesía?
Lo que pasa es que mis padres, mi papá en particular conocía el ambiente artítisco, de la bohemia de esa época, entonces ellos tenían miedo de que me dedicara a esa vida. Y luego el entusiasmo con el que abrazaba la poesía (ríe) y que solo quería dedicarme a ella, a ningún otro oficio. Para ellos era preocupante, lógico, imagínese un hogar en el que segundo hermano era paralítico y el mayor quería ser poeta, mis padres estaban preocupadísmos, pero felizmente la providencia me orientó.


¿Y cómo explica esta presencia tan fuerte de su familia en su poesía? Porque incluso en sus últimos versos aparecen su hija fallecida en un accidente, nuevamente su hermano Alfonso y su abuelo italiano
Yo creo que estaba sensibilizado por la situación de mi hermano y esto me hizo muy sensible en general a todo lo relacionado con mi familia. Incluso he escrito, en los últimos meses, un poema a mis abuelas, con quienes estaba en deuda. A mi abuelo Carlos, a mi esposa, todo el ambiente familiar lo tengo presente. Ahora, en la poesía peruana, el antecedente es Valdelomar con su soneto famoso Tristitia, el propio Vallejo, en la poesía italiana del siglo XX está presente la madre. Ahora el tema de la familia es algo del que reniega la vanguardia que no quiere saber nada con la familia ni el orden establecido, ni con los símbolos cristianos, pero para mí esto que he mencionado es indesligable. Ese soy yo.


Empecemos hablando de su obra. Los críticos han establecido tres etapas en su obra poética. La primera, más próxima a la vanguardia, a la exploración del lenguaje, incluso el crítico Ricardo González Vigil dice que es un momento tanático, de desilusión. Cuando usted empezó a escribir poesía, ¿qué buscaba expresar? ¿El joven Belli qué preocupaciones tenía cuando escribía poesía?
Bueno, el sonido. Primero el surrealismo me impresionó mucho, los ismos de vanguardia, la escritura automática. Después surgió otro ismo como es el letrismo en base al sonido, no se preocupaba por el significado sino por el sonido. Hice algunos experimentos fonéticos. Esa sería mi prehistoria, y luego viene mi adhesión por el Siglo de Oro español y las formas clásicas.


Que es imitación solo en la forma porque usted le añade el humor negro, la jerga de Lima…
Claro, la forma es antigua, el endecasílabo y el heptasílabo y  composiciones poéticas como la sextina, la villanela, la balada. Pero en cuanto al contenido son mis experiencias de hombre del siglo XX y ahora del siglo XXI. Allí está mi amor familiar, mi experiencia burocrática.

¿Y por qué dijo que dado que dado que tenía carencias como hablante tenía que refugiarse en el Siglo de Oro?
Seguramente me he sentido con una baja de autoestima como hablante (ríe). Para autofortalecerme he leído a los poetas del Siglo de Oro. Pero hay otra razón más exacta. Yo escribía poemas muy breves al comienzo, a lo máximo de 14 o 15 versos, yo quería amplificar el texto y empecé a leer los poetas del Siglo de Oro y a eso se suman algunas preocupaciones que tenía como hablante en general frente a los hablantes peninsulares, que son los dueños de nuestro lenguaje. Entonces he tratado de fortalecerme frente a esta elocuencia peninsular, como hispanoamericano me sentía como un usuario que se ha apropiado de algo ajeno. Bueno, son ideas, obsesiones, que no sé si sean ciertas o no.


¿Y qué tan deudor se siente del Siglo de Oro? Y de Petrarca al que siempre menciona
Mi deuda es muy grande con estos poetas, españoles. Leía mucho a Francisco de Medrano, lo leo con mucho entusiasmo, es un barroco, un manierista. Luego escribo estas sextinas, que no son muchas, las descubrí a través de poetas de lengua inglesa como Ezra Pound, y luego leí las sextinas de Petrarca.


¿Y usted diría que la poesía clásica española es útil en estas épocas de velocidades tan mediáticas y de tanto vértigo?
Yo creo que sí, y no solo en poesía sino en todas las artes, entonces yo creo que es necesario este sostén de lo clásico, de lo antiguo. 



Hacemos un corte y antes de pasar a hablar de s
u poema ¡Oh hada cibernética!, le pedimos que lo lea. Toma el libro que le ofrecemos y recita:

Oh Hada Cibernética
cuándo harás que los huesos de mis manos
se muevan alegremente
para escribir al fin lo que yo desee
a la hora que me venga en gana
y los encajes de mis órganos secretos
tengan facciones sosegadas
en las últimas horas del día
mientras la sangre circule como un bálsamo a lo largo de mi cuerpo.


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¿Cuál es su interpretación de este poema? 
Bueno el tema del hada cibernética quedó incorporado en mi imaginario personal, en las cosas que escribo. Finalmente, el hada cibernética se transforma en una suerte de enviada de ella, o sea una enviada del hada cibernética que sería mi esposa. Mi señora estaba muy vinculada a la electricidad, ella debió ser una ingeniera electrónica, me enseñó a manejar el automóvil y le gustaba la electricidad, y entonces con justa razón ella se convirtió en enviada del hada cibernética.


Y esta palabra, «cibernética», que para nosotros es tan familiar, pero era algo extraña hace más de 50 años cuando usted la escuchó por primera vez al leer un despacho cablegráfico en 1960. Cuéntenos sobre el origen del poema. 
Sí, leí sobre una revolución tecnológica que se estaba produciendo en Inglaterra y que estaba dejando secuelas negativas porque producía desocupación, botaban a la gente, pero yo no lo consideré negativo, me pareció que andando el tiempo iba a ser una cosa positiva y ahora vemos con la Internet con todo ese mundo electrónico vemos que es así por ahí ha ido el desarrollo humano. Por otro lado, yo estaba acosado por la necesidad de trabajar en dos sitios, eran sueldos muy bajos y no tenía tiempo para dedicarme a lo mío, a la cosa espiritual, a la lectura y allí vino también la idea de la cibernética como liberalizadora.


Aunque también nos hemos vuelto un poco esclavos de esta ‘hada cibernética’, dependemos más de la tecnología, del Internet, y otros artefactos…
Claro, evidentemente, eso sería lo negativo. Pero creo que al final de cuentas la poesía se está divulgando más. Ahora todo es riesgoso en la vida, evidentemente, pero hay que mirarlo positivamente. Si yo en el año 60 hubiera escuchado las críticas de un amigo que me dijo que era horrendo eso de la cibernética, no hubiera avizorado lo que iba a ocurrir después, felizmente no le escuché a este amigo y pensé en el futuro.


¿Y cómo se lleva con la cibernética? Tengo entendido que sabe enviar correos electrónicos y navegar por Internet algo que muchos de sus contemporáneos no saben o no quieren aprender
Navego pero no en la magnitud como debería ser, no soy muy experto, ducho, pero sí utilizo la computadora para mi correspondencia, yo estoy muy contento en cuanto a mi correspondencia cotidiana me ayuda mucho, me ha mejorado mi estilo epistolar. Es que mis compañeros de generación escribían cartas muy bellas y yo no, y ahora con la Internet me he vuelto más ducho en la redacción de los mensajes, es más fácil tachar y borrar, antes era un problema. Ahora se eliminan párrafos enteros.




SEGUIR CON LA ESCRITURA

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«La poesía de Carlos Germán Belli es melodramática, de un narcisismo negro, impregnada de extraño humor, cáustica y cultísima», escribió Mario Vargas Llosa en el prólogo del libro publicado en España en el año 2008 que recoge toda su obra poética. Belli no solo es querido y admirado aquí, sino también en Chile. Amigo de poetas chilenos como Oscar Hahn, pero sobre todo de Enrique Lihn, quien murió en 1988, los vínculos de Belli con el país sureño se mantienen hasta hoy. Hace unos meses participó en un festival poético en Santiago y fue el encargado de clausurar el evento con un testimonio de su obra. Lo que en la política y el fútbol es un imposible, en el arte se torna más fácil, no hay diferendos insalvables, la poesía se convierte en un puente que une y hermana.


Sobre sus últimos poemas, usted afirma que esta etapa está marcada por el descubrimiento del amor, así como la fe y la esperanza. ¿Cómo poetiza ahora usted? 
Bueno sigo poetizando a la manera de hace 30 o 40 años, con una suerte de simbiosis entre lo antiguo y lo moderno, tratando de afianzarme en este estilo, en esta combinación de la poesía antigua y de los significados modernos, siempre estoy allí en esa línea. Ahora dicen de mí que me repito (ríe) y muy probablemente esto sea así, pero no me preocupa esa crítica.


En una entrevista que le hizo hace algunos años Enrique Planas, de El Comercio, él mencionaba que a usted le abruma que le pregunten qué es la poesía. ¿Podría ensayar una definición?
Bueno, para mí es el reino interior, es el alma de uno. La poesía es un medio de expresar ese reino interior, de exteriorizarlo (hace una pausa larga)… la poesía es el medio, la manera, una intermediaria para manifestar nuestro reino interior, nuestro espíritu, nuestra alma y de paso enriquecer nuestro lenguaje, es la manera de comunicarnos entre nosotros mismos.


Y por eso mismo, ¿por qué diría que es importante leer poesía?
Para enriquecer el lengu
aje y enriquecerse uno mismo.


Se lo preguntaba porque se publica muy poca poesía y hay esta fama de que se lee muy poca poesía
En efecto, se ha convertido en un arte muy difícil a partir del siglo XIX, de los simbolistas, la dificultad es la oscuridad, hay que tratar de ser lo más claro posible, esa es una lucha. 


Hay unos versos que usted escribió en el 2008 en el que menciona a su abuelo, a su hermano Alfonso y a su hija Mariella fallecida en un accidente. Dice usted: «hállome desde luego enriquecido con el recuerdo grande de cada cual que adentro me lo llevo hasta tener la idea de como nunca de hallarme juntamente allá, allá como ayer felices». ¿Estos versos tienen que ver con el presentimiento de la llegada de la muerte?
Sí, es en ese sentido. El deseo de reunirme con mis seres queridos que han partido antes que yo.


¿Y a los 85 años le teme a la muerte?
No, no le tengo miedo. Tengo la fortuna de ser un hombre de fe, cristiana en este caso. Eso me ayuda a enfrentarme al más allá, al invisible más allá.


¿Y se siente satisfecho con su obra, con todo lo que ha escrito?
Quisiera escribir más, un poemario un poco más largo, así como ¡Salve, Spes! Con eso me iría contento, partiría contento si escribo un poco más. Escribo poco, pero siempre con el ánimo de proseguir con la escritura poética. Y en eso estoy contento y tal vez me vaya feliz de la Tierra (ríe).
                 




CINCO LIBROS RECOMENDADOS POR CARLOS GERMÁN BELLI

1. La Divina Comedia, de Dante.

2. Azul, de Rubén Darío.

3. Poemas Humanos, de César Vallejo.

4. El cancionero, de Francesco Petrarca

5. Poemas de Quevedo. 


Extras: Prosas profanas, de Rubén Darío, y poemas de Garcilaso de la Vega.








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