Tres años de la Casa de la Literatura Peruana

La vieja estación de tren de Desamparados es sede de esta institución, cuya misión esencial es difundir y revalorizar la literatura peruana. Son tres años ya de múltiples actividades académicas, de exposiciones sobre autores y sus obras, así como de talleres de motivación a la lectura. La tarea es inmensa sobre todo porque las mediciones indican que en nuestro país se lee poco y se entiende casi nada. Visitamos la Casa de la Literatura para conocer de cerca qué es lo que se ha avanzado y qué cosas hay aún por hacer.


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Por Jaime Cabrera Junco

La literatura es fuego, como dijera alguna vez Mario Vargas Llosa. Y es que no hay nada como dejarse abrasar por fulgurantes historias, muchas de las cuales las encontramos en nuestra fértil tradición literaria. Con el objetivo de que esa llama siga ardiendo fue creada, el 20 de octubre de 2009, la Casa de la Literatura Peruana. Aunque su nacimiento vino precedido de recelos y algunas suspicacias por cuestiones políticas, el proyecto se hizo realidad y sigue en marcha. Su aspiración principal es vincular identidad con arte, la palabra escrita y la pertenencia a nuestro país. 

Esta institución cultural tiene por sede a la antigua estación de tren de Desamparados, un edificio de estilo académico francés construido hace exactamente cien años. Tiene 16 salas, 12 de ellas de exposición permanente, así como ambientes donde se realizan presentaciones de libros, congresos; entre otras actividades como talleres de motivación a la lectura y presentaciones de obras de teatro. En el primer nivel funciona su pequeña biblioteca que lleva el nombre del Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa

«La casa nació con mucho recelo y dudas en cierto sector que discutía sobre si iba a ser un museo o un centro cultural. Recogiendo todas estas expectativas nos dimos cuenta de que podíamos ser todo, entonces trabajamos mucho el tema de la literatura viva», nos dice la directora de la Casa de la Literatura, Karen Calderón Montoya, quien está a cargo de esta institución desde diciembre 2009, y  actualmente viene alistando su transferencia del Ministerio de Educación hacia la cartera de Cultura, lo cual se concretaría en 2013. 


UN RECORRIDO POR LA CASA

Su fachada color amarillo contrasta con la grisura del cielo limeño y el color marfil del Palacio de Gobierno que tiene al frente. El edificio, diseñado por el ilustre arquitecto peruano Rafael Marquina, de por sí es ya un atractivo, tanto así que muchos turistas extranjeros le toman fotografías a sus rincones y al bello vitral que corona su techo, aunque ignorando la función actual que tiene. 

En las 12 salas permanentes se resume la historia de nuestra literatura, desde la colonia hasta la producción contemporánea. Si bien cumplen una función didáctica, ya que están orientadas a escolares de primaria y secundaria, prima el concepto museográfico dándole un aspecto caduco en estos tiempos de Internet. Los paneles -algunos de diseños bastante atractivos- contienen los nombres, fotografías, y descripción de las obras de los escritores. Además, en las salas hay unos dispositivos para poder escuchar los poemas y fragmentos de relatos de nuestros escritores, aunque por el momento se encuentran en mantenimiento. 

Todo esto es complementado con la presencia de guias -estudiantes de Literatura todos ellos-, quienes dictan las charlas a los escolares que llegan en grupos a la casa. La información de estos paneles estáticos es contextualizada con menciones de algunas anécdotas de la vida de los escritores o explicaciones sobre el origen de sus obras. Precisamente eso captamos en la sala que está dedicada a los 90 años de la publicación de Trilce, audaz poemario de nuestro poeta mayor César Vallejo. El guía les hablaba a los niños sobre la apremiante vida de Vallejo en París, y sobre su poema Piedra negra sobre una piedra blanca

En el primer nivel, luego de bajar a través de una amplia escalera enmarcada por bellas barandas color marfil, se encuentra la biblioteca Vargas Llosa, la cual fue inaugurada por el mismo escritor en febrero de 2010, es decir, meses antes de que obtuviera el Nobel de Literatura. El lector podrá encontrar allí principalmente textos de escritores peruanos y leerlos dentro de la sala de manera gratuita, tan solo dejando su documento de identidad. Liliana Polo, la bibliotecóloga a cargo, dice que los días que más gente visita la biblioteca son los sábados, donde es común ver a padres leyendo junto a sus hijos.

Hay, además, una sala infantil, en la que se realizan talleres de animación a la lectura, espectáculos de cuenta cuentos. Además, naturalmente, hay libros disponibles para los más pequeños, sobre todo relatos inspirados en mitos y leyendas del interior del país. Cuando ingresamos a la sala vimos a una pareja de esposos junto con sus dos nietos -una niña y un niño-, quienes hojeaban los cuentos que habían tomado prestado.

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MUCHAS ACTIVIDADES Y EL SELLO EDITORIAL PENDIENTE

Uno de los puntos fuertes que tiene la Casa de la Literatura Peruana es su gran producción en cuanto realización de congresos, coloquios y conferencias relacionadas a obras y autores. En julio hubo un congreso internacional a propósito de los 120 años de César Vallejo y los 90 de la publicación de Trilce. Asimismo, periódicamente se realizan distinciones a escritores de reconocida trayectoria, como Edgardo Rivera Martínez y recientemente al escritor chinchano Antonio Gálvez Ronceros. 

Si bien el público objetivo de la institución son los escolares, en estos eventos se congregan académicos, así como estudiantes universitarios que van mostrando su interés en determinado autor u obra. Además, se viene trabajando en una exposición dedicada al escritor Clemente Palma y a la literatura fantástica. En el 2013, por los 50 años de publicación de La ciudad y los perros, se realizarán una serie de actividades de homenaje a la primera gran obra de Vargas Llosa. 

Dicho todo esto, ¿adónde apunta la Casa de la Literatura? Su directora nos aclara que la idea no es imitar íntegramente a otros proyectos como Casa de las Américas, de La Habana, o la Fundación Borges. Lo que vienen haciendo es recoger las experiencias de otros países y llevarla al plano de la revalorización de nuestra literatura, empezando principalmente con los estudiantes de primaria y secundaria.

¿Qué tarea queda pendiente en estos tre
s años que quisiera concretar?
, le preguntamos a Karen Calderón. 

– Lo que quisiera conseguir es un proyecto que se viene avanzando de a pocos que es el lanzamiento del sello editorial. Queremos que este se convierta en la cuna de muchos escolares que les guste escribir, así como medio para difundir los catálogos de nuestras exposiciones y para la publicación de las actas de los congresos que realizamos. Además, esperamos que con nuestra transferencia al Ministerio de Cultura se pueda concretar el proyecto del Premio Nacional de Literatura, ya que ahora se ha relanzado el de fomento a la cultura. 

Sin duda, parafraseando a Vallejo, hay mucho por hacer. Pese a los presupuestos ajustados para la cultura que tiene nuestro país, la labor de la Casa de la Literatura merece tener nuestro apoyo, y aunque siempre habrá críticas, ojalá en el tiempo vaya definiendo su rumbo y se convierta en la principal referencia en el campo de investigación, fomento a la lectura y formación de docentes. Si eso es así, se habrá avanzado bastante y quizás seamos una sociedad menos indolente, menos intolerante y más digna.


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