Seguramente muchos de ustedes tienen varios cuentos favoritos de Ribeyro y tendrán alguna deuda con este maestro de la prosa. A nosotros, desde Lee por gusto, solo nos queda celebrar a Ribeyro y, sobre todo, a su obra.
Un 31 de agosto de 1929 nació el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro. Aunque incursionó también en la novela y en el teatro, es su obra cuentística la que destaca de manera notable.
Su estilo clásico, de lenguaje sencillo, llevó a sus contemporáneos a decir que era «el mejor escritor peruano del siglo XIX»*. Sin embargo, el elogio -con sabor a burla- se le volteó a sus críticos porque las historias de Ribeyro lo han convertido no solo en uno de los mejores cuentistas del siglo XX, sino el que más influencia ha tenido sobre todo en los jóvenes escritores. Muchos narradores empezaron escribiendo cuentos luego de leer a Ribeyro, y no solo narradores peruanos sino también de otras latitudes.
Las historias de Ribeyro, ambientadas sobre todo en la urbe, exudan humanidad y nos presentan situaciones tragicómicas o dramáticas, como en el cuento Los gallinazos sin plumas o Interior L. ¿Quién no se ha sentido identificado con muchos de sus personajes? ¿Con ese dubitativo profesor suplente?, ¿con el protagonista de La insignia que no sabe cómo llegó hasta donde está? ¿hasta qué punto somos como Silvio, del cuento Silvio en el Rosedal, que anda buscando las claves de la vida?
De allí que el término ribeyriano nos remita a ese mundo, que no es pesimista como alguien estúpidamente extrapoló, sino que reivindica a la realidad tal cual y sin edulcorante. La vida tiene momentos rosa, amarillos y, otras veces es gris como el cielo limeño. Leer a Ribeyro no nos vuelve derrotistas, sino nos hace tomar conciencia de lo antes dicho. De allí que al revisar sus diarios, publicados con el título de La tentación del fracaso, entendemos al Ribeyro-ser humano, con sus dudas, temores y enfermedades.
Seguramente muchos de ustedes tienen varios cuentos favoritos de Ribeyro y tendrán alguna deuda con este maestro de la prosa. A nosotros, desde Lee por gusto, solo nos queda celebrar a Ribeyro y, sobre todo, a su obra. Feliz cumpleaños, don Julio Ramón Ribeyro.
*Nota: Sobre esto, Peter Elmore señala en un ensayo incluido en el libro El perfil de la palabra, que Abelardo Oquendo recuerda que alguien llamó a Ribeyro de esta forma, pues luego de la publicación de La ciudad y los perros (1963), la prosa ribeyriana parecía envejecida.
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