¿Quién cura a los psiquiatras?: «Obsesión», de Alina Gadea

Presentamos una singular reseña de Obsesión (Ediciones Altazor, 2012), la última novela que acaba de presentar la escritora Alina Gadea. La autora nos presenta la intensa relación que establece una paciente con su psiquiatra.

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(Gracias a la página Lima en escena y a su directora, Rosa López Cubas, por permitirnos usar la foto que le tomaron a Alina Gadea).


Por Marlon Aquino Ramírez* (@Nefelibata80 en Twitter)

«Yvonne d´Argent iba dos veces por semana al consultorio del doctor Durand, en la avenida Central. Unos meses después, las sensaciones parecían haber amainado. Comenzaba a controlarlas y se iba soltando poco a poco.

–     Casi todos los días me acuesto con un hombre que me repugna. No sé por qué lo hago. Supongo que al comienzo me sentí halagada de que alguien se fijara en mí».

–    Alina Gadea. Lima. Estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica…

–    Pontificia…

–    También, en la Escuela de Escritura Creativa de esa misma universidad…

–    Escritores que estudiaron Derecho. Todo un tema. Continúa, por favor.

–    Premio Copé de Bronce en el 2006 con el relato La casa muerta. Con Borrador Editores publicó en el 2010 la novela Otra vida para Doris Kaplan.

–    ¿Dijeron algo nuestros heroicos reseñistas sobre esa novela?

–    «Estamos frente a una autora que transita a paso seguro» escribió Carlos Sotomayor en una entrevista que hizo para Correo en esa época.

–    En Lima siempre es bueno transitar a paso seguro.

–    José Donayre en Caretas: «Gadea, quien ha mostrado sus dotes narrativas en libros colectivos de cuentos, comienza con paso firme y buen pulso su propia historia como novelista. La obra se divide en cuarenta y tres subtítulos que muestran a una Doris al margen de la tragedia nacional que desangra al país».

–    Interesante. ¿Algo más?

–    Alonso Cueto en la contratapa de esa misma novela: «Es un placer leer a una narradora tan fina y a la vez tan vital como Alina Gadea, porque su prosa avanza con una delicadeza y una fluidez maravillosas. En esta novela, los lectores encontrarán que las verdaderas aventuras son las que se viven en la conciencia».

–    Lo mismo se podría decir de esta segunda novela que acaba de publicar.

–    Exacto. Obsesión. Noventa y dos páginas, Ediciones Altazor. Yvonne, la protagonista, ha terminado sus sesiones con el prestigioso psiquiatra limeño Marcelo Durand. Él acepta una cita que ella le propone y poco a poco el doctor, casado y con hijos, se envuelve en una intensa relación con su expaciente hasta el punto de comprometer su sosegado matrimonio. La leí en dos días, siempre antes de dormir, que es cuando mejor se disfrutan los thrillers.

–    Yo en tres viajes de couster, que también son todo un thriller. Y casi me paso de paradero en el segundo de esos viajes. La carga erótica es fuerte. ¿Te acuerdas de esto, por ejemplo?: «Metió su cara entre sus piernas y permaneció ahí. Hasta que una sensación perversa lo hizo cargarla en peso e incrustarse en ella de pie contra la pared… El somier sonó y se despegó totalmente de la pared. Entró y salió de ella muy fuerte y sin parar...».

–    Sí, claro. Aunque va más allá de eso. Me sorprendió mucho, por ejemplo, cómo ha trabajado la evolución psicología del doctor, cómo de a pocos se van invirtiendo los papeles, y uno verifica una vez más que los instintos pueden hacer tambalear hasta el más estructurado. Me acordé de Galileo Gall, el anarquista frenólogo de La guerra del fin del mundo, del Gustav von Aschenbach de La muerte en Venecia, del Ramiro Bernárdez en Luna caliente de Mempo Giardinelli…

–    Bastaba con mencionar al profesor Humbert Humbert… Pero sí, es llamativa esa perversa ironía de enfermar a un doctor.

–    Yo resaltaría también la concisión de la historia. Tiene las páginas que debía tener.

–    Vivimos los felices tiempos de la novela breve.

–    Y también me gustó el final, un verdadero viaje al fango de una conciencia abrumada, una ojeada al vértigo de una psicología hecha trizas.

–    Eros=Tánatos. Sí, coincido. Sabe cómo representar las… digamos… «aventuras de la conciencia». Aunque veo irregularidades también. Por ejemplo, la esposa del psiquiatra, la mujer-abnegada-frívola es un personaje muy plano, previsible, diría caricaturizado. Los hijos de él, puro decorado. Y, en verdad, el que un psiquiatra pierda el control, es llamativo pero…

–    También había pensado en eso. Pero creo que más bien la profesión ayuda a repotenciar el tema del poder arrasador del instinto sexual. Si un psiquiatra, que se supone que es más fuerte psicológicamente que los demás (sino no podría ayudar a otros, me parece), llega a poner en peligro su estabilidad familiar, su trabajo, su libertad por una obsesión sexual, entonces ¿qué queda para los demás?

–    Una observación atendible.

–    Es esta entonces una buena novela. Ágil, intensa, concisa.

–    Una novela correcta diría yo. El tema no es nada novedoso, ya has citado algunos ejemplos de esos personajes «arrastrados por el deseo». Y ciertamente en esta novela no hay una variante llamativa del tema. No se ve una marca de autor en cuanto al estilo además. Sin embargo, se trata simplemente de sacar algo a la luz. Arriesgo una hipótesis: el sello y las posibilidades de Gadea están en el diseño de atmósferas disolventes (de la identidad, de la percepción del mundo).

–    Eso iba a decir. Está muy bien trabajada esa sensación tan visual de personajes que no solo parecen fantasmas a lector, sino que ellos mismos parecen dudar de que realmente están vivos en esa ciudad enrarecida por la neblina.

–    Luego de estos dos libros creo que Gadea ya está más que preparada para algo más: arriesgar.

*Marlon Aquino Ramírez estudió Literatura en la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos. En 2008 publicó una colección de seis cuentos
infantiles (Ediciones El Nocedal). Ha escrito reseñas para  la revista
virtual de literatura El Hablador y el portal web Porta 9. El año pasado publicó su primera novela Las tristezas fugitivas, que puede ser adquirida en librerías y en Amazon.



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