Bellatin: «Ser escritor no sirve para nada»

Es uno de los invitados de la Feria del Libro de Huancayo que va del 20 junio al 1 de julio. Vuelve al Perú después de cinco años y presentará Disecado, un libro de relatos que publicó el año pasado y que él mismo ha calificado de una suerte de arte poética. Aquí nuestra entrevista con el autor de Salón de belleza, Canon perpetuo, entre otras notables obras.

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Hijo de padres peruanos, Mario Bellatin (Ciudad de México, 1960) es un escritor que dice que lo que realmente le interesa es escribir, es decir, que la palabra surja y que esto luego pueda convertirse en una propuesta literaria. Cree que hay un extraño placer en escribir que está en la escritura en sí misma y no en planear un libro. Este narrador que vivió durante su niñez y su juventud en el Perú, es uno de los invitados de la Feria del Libro de Huancayo que acaba de comenzar. Conversó con nosotros a través del correo electrónico antes de su llegada al país del que tenía la certeza que debía salir para consolidarse como escritor.

Una vez dijiste que más que escritor te consideras lector de tus propios libros. Esto me lleva a preguntarte ¿cuál es tu relación con la escritura?
Se trata de la única relación duradera con algo que he tenido en mi vida y no sé de dónde viene ni hacia dónde va. Hacia la nada, supongo.

¿Y eso cuánto tiene que ver con tu frase «siempre escribo para saber quién soy»? ¿o fue acaso una frase hecha?
No fue una frase hecha, pero tampoco tiene que ver con el autoconocimiento. Quizá cuando la dije lo pensaba, y ahora la respuesta puede resultar casi tautológica: escribo para saber que soy escritor.

Tu primera obra la escribiste a los 10 años, y era un relato inspirado en tu afición a los perros. ¿En qué momento te diste cuenta que realmente te querías dedicar a ser escritor?
La decisión la tomé después de publicar mi primer libro (Mujeres de sal) cuando vivía en Cuba y advertí que ser escritor era una actividad como cualquier otra.

El rechazo de tus padres a esa pretensión, ¿reforzó tu vocación? ¿fue un acto de rebeldía?
No sé si realmente hubo un rechazo. Quizá los tomó por sorpresa solamente. Les llamó la atención quizá que un niño trabajara en algo, cuando no debía de hacerlo.

Estudiaste Teología, Comunicaciones en la Universidad de Lima, y luego cine en La Habana. ¿Cómo ves ahora a la distancia esta curiosa secuencia, o acaso era una búsqueda?
Lo que yo deseaba era tener una vida universitaria más que una educación formal. Me comenzó a llamar la atención la vida de pasillo, lo que sucedía alrededor de las clases más que los cursos en sí. En realidad me sentía como un estudiante privilegiado, pues a diferencia de muchos de mis compañeros no tenía ninguna intención de llevar a la práctica lo que estudiara, pues yo contaba con la escritura como aliada.

¿Cómo ves tu desarrollo como narrador? Dicho de otra forma, ¿qué diferencia hay entre el Mario Bellatin de Mujeres de sal y el de Disecado?
Quizá que soy alguien más triste, con más certezas y consciente de una manera más clara que ser escritor no sirve para nada.

 

EL ARTE DE ESCRIBIR, KUNDERA Y LOS LECTORES

La crítica suele ser tan ocurrente que ha definido a la obra de Bellatin como «neobarroca». Es cierto que hay muchos juegos -por no decir experimentación- y que en relatos como El gran vidrio uno podría intentar reconocerlo en uno de los protagonistas que también utiliza una prótesis, pero lo cierto es que no es él. O algunas veces, como en El jardín de la señora Murakami, Bellatin juega a no ser autor. En fin, la obra de este escritor mexicano es tan sólida que no en vano Salón de belleza ha sido considerada como una de las mejores novelas de los últimos 25 años.

En tus obras no hay una mención precisa de lugar y tiempo. ¿Qué tanto tiene que ver el hecho que en tus inicios de escritor tenías claro que tenías que irte del Perú para consolidarte como tal?
Lo que sucede es que creo que descubrí desde entonces que la presencia social del escritor no estaba en la manera cómo se afrontaba la escritura en ese entonces. De una manera absolutamente coyuntural y binaria. O se asumía un compromiso de la manera como estaba predeterminada o se hacía una literatura de lenguaje, se decía entonces.

En una entrevista para la revista Somos en 1992 mencionabas que odias a Milan Kundera porque trata a sus lectores como tontos. ¿Sigues de acuerdo con esto?  
Sigo no estando de acuerdo con los autores que tratan como tontos los lectores, claro que sí. A propósito ¿Existe Kundera?

¿El narrador debe pensar en su lector? ¿Y si no debe tratarlo como un tonto, entonces cómo debería hacerlo?
Se le debe tratar, por supuesto, como a un creador. No como a una suerte de tabula rasa puesta allí para que soporte todas las ideas que un autor decida endilgarle. Me parece necio que un lector, después de leerse más de quinientas páginas, pensando igual que cuando las comenzó.

Se etiqueta a tu obra como experimental. ¿Para ti la literatura es juego parafraseando el discurso de Vargas Llosa que decía que era «fuego»?
¿Juego? ¿Experimental? Precisamente eso es lo que decían aquellos que pensaban a la literatura como un mero vehículo de cosas más importantes. Que le faltaban el respeto no dándoles su valor como un arte en sí mismo.

¿Y crees que actualmente a la literatura se le está dando un valor como un arte en sí mismo?
Eso de etiquetar la literatura me parece que se trata de un truco para destruirla. Ninguna literatura que haya sido sometida a ese sistema ha podido resistir mucho tiempo llevando esa etiqueta encima. Los casos abundan. La literatura no necesita del otro para que sea considerada de valor o no. Se basta a sí misma para demostrárselo.

En ese sentido, ¿cada nueva obra tuya es un reto?
Sí, por supuesto. De otra manera mi tarea no sólo sería absurda sino aburridísima.

¿Cuáles son los escritores que consideras tus referentes? Es decir aquellos a que admiras y que reforzaron tu vocación de escritor.
Los que conocí en persona, con los que conversé y cuya sola existencia me dio fuerza para seguir haciendo lo que me proponía, a pesar de que todo estaba en contra, como le sucede a casi todo el que pretende escribir. Blanca Varela y Julio Ramón Ribeyro fueron los primeros con los que conversé.

¿Estás preparando una próxima novela? Si es así, ¿de qué trata y cuándo la piensas publicar?
Acabo de publicar un libro que no conozco porque todavía no llega de España: El libro uruguayo de los muertos. Lo podría resumir en una larga carta -300 páginas- que de alguna manera trata de demostrar, con la mayor cantidad de argumentos posibles que es imposible la existencia del amor.

¿Qué tipo de escritor quisieras llegar a ser?
Nunca he querido escribir determinado tipo de libro. Lo que me interesa es escribir, y si para eso es necesario darle a esa escritura la forma de un libro, pues adelante.

NOTA: Cuando le pedimos a Bellatin que nos diga cuáles son sus cinco libros recomendados nos respondió lo siguiente: «No, lo siento. Es como hacer una lista infinita que cada vez que señala un punto concreto anula los infinitos».



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