Raúl Tola: «La televisión es una máquina trituradora de almas»

Conocido más por su trabajo como periodista, Raúl Tola, por si no lo sabía amigo lector, también es escritor. Con tres libros publicados -uno de ellos llevado al cine por Aldo Salvini- y otro en camino, conversamos con él y nos confiesa que por ahora, gracias a la literatura, disfruta de estar pateando latas.



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Si es cierto eso de que las cosas pasan por algo, Raúl Tola
Pedraglio (Lima, 1975) podría decir que su salida de la televisión hace unos
meses le ha servido para dedicarse de lleno a terminar de escribir su tercera
novela. Admirador de la literatura norteamericana y de Oswaldo Reynoso -quien le
diera el visto bueno a su ópera prima-, este periodista y escritor nos habla
sobre el poder de la literatura. Esa magia invisible que satisface a quienes se
dedican a explorarla.

En una entrevista
dijiste que escribir es tu verdadera vocación. ¿Eso te hace sentir más un
escritor que un periodista? O, dicho de otro modo, ¿eres un escritor dedicado
al periodismo por razones alimenticias?

Es bien difícil, sino imposible, encontrar en el Perú
escritores que vivan de escribir. Los escritores son personas que tienen una
gran pasión por escribir, pero se ganan la vida de otra manera. En mi caso me
tocó ser periodista y trabajar en la televisión por una serie de casualidades y,
claro, comprendo que eso sea más llamativo que mi vocación literaria, pues la
televisión tiene un impacto mayor, una proximidad mayor con la gente, pero mi
principal vocación claramente es la literatura.

¿Desde cuándo
empezaste a escribir? ¿Cómo surge esa inquietud literaria?

(Piensa unos segundos). Digamos que siempre he tenido una
gran proximidad por el arte, especialmente por el dibujo. Era bueno haciendo
caricaturas en el colegio (sonríe) y quizá decidí dejar el arte plástico por
temor a la eventualidad de ganarme la vida como artista y fracasar. Pero en mí
había una fuerza muy poderosa que me exigía expresarme, que del dibujo y la
pintura pasó a ser la palabra impresa.

Noche de cuervos, tu primer libro, dices que lo escribiste con
rabia. ¿Qué desencadenó esa amargura? Me llamó la atención esto porque contaste
una vez que a los 19 o 20 años sufriste una «abismal depresión».

Sí, bueno, era un momento difícil porque cuando tenía 17
años mis padres se separaron y no volvieron a juntarse nunca más. Escribir esa
novela fue un primer paso para pasar al mundo de los adultos, porque toda esa
rabia que se incubó en los primeros años universitarios la traduje de manera
creativa en esa novela. Este es un libro que veo con mucha autocrítica a la
distancia, y si me lo preguntas ahora, no la hubiera publicado, la habría
dejado como un ejercicio de catarsis.

¿Cómo tomaste las
críticas a tu primera novela? Se te sacó mucho en cara la influencia de Ray
Loriga e, incluso, una crítica mucho más cruel decía que era una mezcla entre No se lo digas a nadie y Matacabros.

No sé…la crítica, y voy a decir un lugar común, cada vez
me importa menos. Lo digo, pues muchas de las críticas que aparecieron por
aquella época sobre esa novela fueron absolutamente desatinadas. Recuerdo que leí
una crítica que, quizá fue la más sanguinaria, decía que
Noche de cuervos era una mala copia de American Psycho, de Bret Easton Ellis, y yo no había leído a ese
autor. Cuando entré en la televisión la crítica se transformó radicalmente en
odio, en prejuicio.

En tu obra hay mucho
de desencanto y de una exploración en la destrucción o autodestrucción humana. ¿Cómo
explicas ese contraste entre lo que escribes con la imagen que reflejas como
persona?

Porque justamente has
empleado el término exacto. Lo que aparece públicamente es un fragmento de mi
personalidad, no de mí, del 100% de lo que soy. En pantalla, y esto lo he
repetido siempre, uno aparece en dos dimensiones, y uno es un ser
tridimensional. Así que hay muchas cosas que yo escondo, que mantengo
privadamente, creo que es lo más sano además.
La televisión es una máquina trituradora de almas. Hay mucha gente
que entra a la televisión y se transforma en un personaje para televisión y ese
personaje se lo termina comiendo.

Qué género se te
acomoda más ¿la novela o el cuento?

No sé, es una respuesta que no tengo a la mano porque
todavía no he terminado de explorar los dos géneros. Ahora estoy escribiendo
una novela y me siento muy cómodo escribiéndola. 

¿Tienes algún libro
por publicar? Leí que estás trabajando en una novela llamada Flores amarillas, basada en la
experiencia de tu tatarabuelo italiano como combatiente en la guerra contra el
imperio austro-húngaro

Sí, y se llama así porque mi abuelo le llevaba todos los
días un ramo de flores amarillas a mi abuela. Es una exploración a mis
ancestros, en el momento en que mi familia materna llega al Perú, en el momento
en que mi tatarabuelo -que era un guerrillero garibaldino- y mi bisabuelo huyen
de la persecución del imperio austro-húngaro. Además, está la historia de mi
abuelo, que era un hombre de (Manuel) Odría. Esta novela, no sé si es bueno
decirlo, es un homenaje a varios libros que para mí fueron importantes: a
Conversación en La Catedral, Cien años de soledad y El Padrino.

¿Cuándo saldrá publicada
esta novela?

Este libro lo tengo escribiendo tres años y medio y siento
que ya es momento que el libro me abandone. Espero terminarlo lo más pronto
posible, en unos meses.

¿Cuáles son los retos
de Raúl Tola como escritor? Es decir ¿hay algún tema en particular sobre el que
quisieras escribir y aún no encuentras cómo?

Yo creo que esta novela que estoy escribiendo, lo que me ha
permitido es 
ver mis antecedentes. Y he proyectado después de este libro
escribir uno donde me centre ya no en de dónde vengo, sino en quién soy. Creo
que ese es el camino que viene después, atreverme a traducir lo que siento y he
vivido en una novela con una cuota más autobiográfica.

 

PERIODISMO Y
TELEVISIÓN

Raúl Tola nos recibe en su departamento de Miraflores. Es
mediodía y hay una neblina rara para ser verano. Al ingresar en su casa uno de
los primeros en recibirnos es su perro Borges, quien por ironías de la vida ha
quedado ciego de un ojo. La entrevista la realizamos en su estudio y lo que
llama la atención de inmediato es ver los libros apilados como ladrillos
junto a las paredes blancas de este ambiente. El pequeño Borges, que previo a la entrevista correteaba inquieto alrededor de su amo, se calma cuando empezamos a grabar. Es un perro sabio.

Estudiaste Derecho,
según dices, para hacer periodismo, ¿Crees acaso que es innecesario estudiar
Comunicaciones?

Yo quise cambiarme a Comunicaciones cuando estaba en la
facultad de Derecho porque no disfrutaba esta carrera. Estudié Derecho para
ganarme la vida con algo que me incomodara menos, pero me di cuenta que uno
debe hacer lo que le apasiona. Por otro lado, no creo que estén mal las carreras de comunicaciones o periodismo, pero a diferencia de otros oficios, el
periodista debe diferenciarse individualmente. Es decir, un periodista es bueno
no por lo que ha estudiado, sino por su pasión, por su dedicación, por su
valor, por los libros que ha leído.

Cuentas que empezaste
en el periodismo como ‘chupe’ en la revista Sí. ¿Qué aprendiste de esta etapa
haciendo periodismo escrito?

Tenía 17 años. Quizás si no hubiera pasado por esa etapa no
estaría aquí hablando de 19 años como periodista. El primer recuerdo que tengo
de la revista es el sonido de las máquinas de escribir que me guiaba a la
redacción porque yo no sabía la dirección exacta. Ese es un recuerdo
entrañable.

¿Y confirmó tu
interés por el periodismo?

Fue una revelación la revista Sí, una época increíble a
pesar de haber estado solo seis meses.

Luego diste el salto
a la televisión y fuiste uno de los fundadores de Canal N. ¿Tuviste dudas o
temores de trabajar en un medio nuevo para ti?

No, al contrario. Creo que por el hecho de ser nuevo era
especialmente apasionante. Siempre es apasionante fundar algo y en Canal N
comenzamos todos muy jóvenes sin saber muy bien lo que estábamos haciendo y
conseguimos cosas enormes en esa época. Para empezar, dar un poco de limpieza a
la televisión, y ahora ya sabemos por qué estaba tan sucia ¿no? Porque
(Vladimiro) Montesinos ‘aceitaba’ con montañas de dólares. Hubo una cuota de
decencia, de limpieza que fue fundamental para lo que ocurrió después. Sin ese
pequeño canal cable no se hubiera conocido el video Kouri-Montesinos.

Algunos años después
pasaste a trabajar en la señal abierta como presentador de noticias y luego en Cuarto poder. ¿La experiencia en un
programa de corte más político fue en algún momento incómoda para ti?

No, incomodidad no es la palabra que usaría yo. En Canal N
ya había hecho entrevistas políticas. Tiene dificultades hacer un programa de
ese corte en la señal abierta, necesitas traducirte en términos más generales
para que te entienda todo el mundo.

Reconociste que eras
consciente que no tienes las cualidades de improvisador de Jaime Bayly o el discurso
contundente de César Hildebrandt. ¿Crees que por eso te pusieron a Sol Carreño
como complemento?

Cuando me decían por qué usas prompter, yo decía que era una
herramienta como cualquier otra que aquí está satanizada porque se le asocia con
la estupidez. Sí creo que hay personas que tienen una gran capacidad
improvisatoria que yo no tengo. Por eso cuando empecé a hacer Cuarto Poder
preferí hacerlo empleando el prompter, que además yo escribía, y con el tiempo
dejamos de usarlo. La llegada de Sol no tuvo que ver con eso me parece, sino
con el cambio de director en el programa.

En tus columnas de
opinión en la prensa escrita se te percibe más elocuente, más a tus anchas.
¿También lo sientes así?

Sí. En televisión yo trato de ser un poco más contenido, de
no ser tan venal. En las columnas de opinión tengo más tiempo y toco temas que
me provocan, que me salen del forro. Por eso se siente que estoy más a mis
anchas porque efectivamente lo estoy.

¿Qué es lo que más te
gusta del periodismo?

Cuando fui a la central nuclear de Fukushima, en Japón, tuve
una mezcla de sensaciones: curiosidad, adrenalina, miedo a morirme,
incertidumbre. Creo que nunca voy a sentir algo igual, salvo cuando nazca un
hijo. Pero creo que esa sensación, esa mezcla tan intensa, es lo mejor que
puede pasarle a un periodista.

¿Qué es lo que más te
desagrada de este oficio?

Yo creo que en el Perú, en términos concretos, pasa un
fenómeno que no ocurre en ningún país del mundo. Ese libro de Ryszard Kapuscinski,
Los cínicos no sirven para este oficio
en el Perú estamos llenos de periodistas cínicos que creen que hay que ser
cínico para hacer las cosas bien. Y que las personas que no son cínicas son más
o menos unos cojudos, que están viviendo en un mundo ideal. Yo creo que eso es
lo peor del periodismo peruano.

¿Ahora que no estás trabajando
en algún medio a qué le estás dedicando más tiempo a leer o a escribir?

Me he inventado un horario, porque cuando tienes mucho
tiempo libre corres el riesgo de volverte loco o deprimirte. Me he impuesto un
horario más o menos estricto de escribir de 9 a 1:30 p.m., casi como quien va a
la oficina, y creo que ha sido muy provechoso ese tiempo. Creo que ha sido un
buen tiempo este de patear latas porque es bueno alejarse un tiempo de la
televisión. Creo que es bueno es ser tú y no tu personaje.

¿Cómo te gustaría ser
recordado? ¿Cómo un gran escritor o como un gran periodista?

A mí me gustaría ser recordado como un gran escritor y como
un periodista honesto.

 

CINCO LIBROS
RECOMENDADOS POR RAÚL TOLA

1. Guerra y Paz, León Tolstoi. «Probablemente la mejor
novela que se ha escrito».

2. Crimen y castigo, de Fedor Dostoievski. «Es una
profundización en los abismos del alma humana y que, además, responde a la
pregunta más trascendental de nuestra existencia. ¿Para qué estamos en la
Tierra?».

3. El Quijote, de Miguel de Cervantes. «Esta novela
vasta, infinita, tiene tan sabiduría».

4. Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. «Creo
que se ha hablado tanto de ella, y es una novela memorable que emplea como
nadie el lenguaje. En manos de García Márquez las palabras parecen una materia
maleable».

 5. Conversación en La Catedral, de Mario Vargas Llosa. «Los
años 50 en el Perú es una época que particularmente me interesa y, además, esta
es una obra de arquitectura literaria maestra. Es brillante».



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