Fernando Iwasaki: «Borges es para mí el sistema operativo»

Empezó, como muchos escritores latinoamericanos, escribiendo cuentos, pero dice que ya dejó por completo este género. Abocado a la novela y al ensayo, considera que Jorge Luis Borges es el escritor que le da valor a nuestras lecturas y hace funcionar la escritura. Aquí la charla con el escritor peruano Fernando Iwasaki, quien hace poco estuvo en Lima.




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Fernando Iwasaki Cauti (Lima, 1961) dice que para
escribir tiene que robarle tiempo a sus descansos de fin de semana o aprovechar
por completo sus vacaciones. Hacía tres años que no volvía a Lima y cuando le
preguntamos si nota cambios en la ciudad dice que sí, pero que una de las cosas
que no han cambiado es el trato hacia las empleadas del hogar. Nos pidió hacer
la entrevista en una librería y así, rodeado de libros, conversamos con el
autor de novelas como Libro de mal amor y Neguijón.


Te defines como un
escritor de novelas, pero dices que te sientes más cómodo con el ensayo ¿Por
qué?

Bueno, yo creo que un narrador debe leer poesía y
escribir ensayo. Es algo intrínseco a la actividad de un narrador escribir
ficción, por eso hago mucho hincapié en que hay que escribir ensayo. Creo que
el ensayo permite ordenar las ideas, argumentar, exponer y por lo tanto aprecio
muchísimo que un narrador, además de escribir ficción, escriba ensayo. En
España los narradores no escriben ensayo, a veces escriben poesía. Los
latinoamericanos escribimos ficción y además escribimos ensayo, eso lo vemos en
Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Jorge Luis Borges…entonces creo que es algo
que probablemente nos diferencia y nos distingue con respecto a los narradores
españoles.

¿Y el ensayo acaso
te resulta más cómodo por tu formación como historiador?

No, porque el ensayo no necesariamente es académico. Debe
ser, como su nombre lo indica, un intento, una reflexión…y hay ensayos
literarios que ni siquiera deben tener la presentación de una monografía
filológica. Chesterton escribía ensayos que, desde mi punto de vista, eran más
literarios que filológicos, y ese es el tipo de ensayo que a mí me interesa escribir.
Un ensayo donde la historia, la literatura y cualquier otra disciplina estén
como un perfume. Que tenga el ensayo un aroma literario, un aroma histórico, un
aroma antropológico, un aroma psicoanalítico, pero que no sea propiamente una
monografía de psicoanálisis, de filología.

Tu primer
acercamiento a la ficción fue a través del cuento, ¿Cómo es tu relación con
este género?

Me imagino que como todos los peruanos de mi edad,
comenzamos disfrutando los cuentos de Julio Ramón Ribeyro, también los cuentos
de Edgar Allan Poe, de Lovecraft… el cuento siempre ha sido un género dentro de
la narrativa que en América Latina ha tenido gran predicamento. En América
Latina tú puedes tener prestigio literario gracias a los cuentos. Ahí tenemos
los casos de Monterroso, Borges, Cortázar… de Ribeyro. El cuento surge en mí
porque era lo que estaba leyendo, lo que me había educado el gusto literario.

¿Y actualmente
sigues escribiendo cuentos?

Dentro de lo que podría ser mi plan de escritura por el
momento no tengo ya previsto escribir más libros de cuentos. Además, yo concibo
los libros de cuentos como proyectos. Ajuar
funerario
era un proyecto donde estaba el terror y la idea de escribir
relatos muy breves. Helarte de amar
era un libro donde lo que yo deseaba era que el tema del erotismo estuviera dominando
todos los cuentos… Entonces, para mí los libros de cuentos no son como
embarazos…yo no voy escribiendo los cuentos de a pocos, yo me planteo
escribir un libro, me documento, los preparo y salen los libros de cuentos para
mí. No tengo en este momento un proyecto de libros de cuentos, tengo proyectos
de libros de ensayos, tengo proyectos de dos novelas y la verdad es que a mí no
me importaría escribir estas dos novelas y no volver a escribir ficción porque
creo que ya está bien…

Mencionas que tus
influencias provienen principalmente de Jorge Luis Borges y de Guillermo
Cabrera Infante. Empecemos por Borges, ¿qué cosas asimilaste de él?

Borges es un autor que te permite darle a todas tus
lecturas un valor. Gracias a Borges para mí tiene sentido haber leído desde
cómics hasta novelas, pasando por relatos o prospectos de antibióticos. Borges
te sirve para todo. Él reivindica los diccionarios, las enciclopedias, los
artículos de revistas. Entonces, yo creo que Borges es el escritor en su estado
más elevado y, al mismo tiempo, él escribía desde el juego, desde el humor,
desde la erudición. No lo puedo considerar ni siquiera una influencia, para mí
Borges es el sistema operativo. Es decir, tú usas Windows…yo uso Borges.
Entonces, a partir de esa idea de Borges se cargan otros programas, se cargan
otras lecturas y es Borges lo que las hace funcionar.

¿Y Cabrera
Infante?

Cabrera Infante es otra cosa. Él es alguien que
experimenta con las palabras, con el lenguaje y lo lleva al límite, lo somete a
una serie de presiones. Cabrera Infante hacía que las palabras chocaran y
perdieran el sentido y se convirtieran en otra palabra. Me interesa esa manera
de jugar y creo que Borges y Cabrera Infante o Jorge Ibargüengoitia o Mario
Vargas Llosa o Tolstoi o Stendhal son figuras a las que siempre vuelvo.

Y de Cabrera
Infante la influencia, además, del juego de palabras que utilizas en los
títulos de tus obras también se nota que has asimilado el humor y la presencia
de la música

Sí. Sobre todo de Cabrera Infante me interesa el que no
se puede decir que haya cultivado un género en concreto. ¿Qué es La Habana para un infante difunto? Puede
ser una novela, pero pueden ser unas memorias, puede ser de pronto un ensayo,
puede ser de pronto una pequeña obra de teatro incrustada en este libro. ¿Qué
es Tres tristes tigres? Es también un
experimento, una fiesta ¿Qué es O?
¿Qué es Ejercicios de estío?
Entonces, Guillermo Cabrera Infante es alguien que rompe toda la baraja de los
géneros y hace cosas nuevas. Reivindico esa manera de escribir, de crear cosas
nuevas. Lo hizo, por ejemplo, Julio Ramón Ribeyro cuando escribió sus Prosas
apátridas, que no son cuentos, que no son memorias, que no son ensayos, pero
que es una mezcla de todo eso y no encontró mejor manera de bautizarlas que
llamándolas así. Pues, a lo mejor, estoy escribiendo prosas apátridas también
yo y eso se lo debo a los autores que he mencionado.

¿Y lo tuyo no es
quizás más la ironía que el humor?

A ver…creo que la televisión ha distorsionado las cosas.
Antiguamente un humorista era un escritor. Hoy un humorista es un tipo que sale
en la tele contando chistes. Entonces ya para empezar hay una distorsión, una
degeneración del concepto. Creo que el humor y la ironía son conceptos limítrofes.
El humor no te tiene solo que hacer reír, sino también pensar y darte cuenta de
que te ríes de algo patético. Te ríes de algo que merece una reflexión. Por
otro lado, es más auténtico reírte de ti mismo que reírte de otro. También es
cierto que puede ser el humor más simple y puede ser el más chabacano, el duro
y el más cruel, pero soy partidario de reírse de uno mismo y eso es lo que he
tratado de hacer en muchos de mis libros.

Eres historiador
de profesión y decías que eso ha ayudado a darle verosimilitud a tus novelas
¿Te gusta más trabajar novelas históricas?

Para mí la documentación no tiene por qué ser histórica.
A la literatura no le corresponde decir la verdad, pero sí proponer algo
inverosímil. La historia sí debe decir la verdad, entonces en un libro como España, aparta de mí estos premios
prácticamente todas las historias tienen una serie de elementos verdaderos,
pero sé que el lector las va a considerar inverosímiles, pero a mí lo que me
interesa es el juego de confundir lo verdadero con lo inverosímil, porque la
realidad a veces tiene elementos más rocambolescos que la ficción. Entonces en Neguijón o en España…. O en otros libros, trato de documentarme para presentar
cosas que son verdaderas que sé que el lector las va a considerar
inverosímiles.

Hablemos del Libro de mal amor, un juego de palabras
en el título con el Libro del buen amor del
Arcipreste de Hita. Aquí el humor disfraza lo que podría ser una situación
triste, es decir, tener una serie de fracasos amorosos…

Bueno, un libro donde alguien presuma de todas las
enamoradas que ha tenido y de lo bien que se la ha pasado, creo que sería un
libro antipático, horrible y no tiene sentido. A mí, personalmente ese tipo de
libros no me representan, yo no he sido una persona que haya sido un gran
conquistador ni mucho menos. He escrito algo que me refleja más como lo que he
sido en realidad, como alguien que se enamoraba muchísimo de chicas que
consideraba inalcanzables que hacía el ridículo y muchos papelones. ¡Quién no
ha hecho papelones por amor! Yo he hecho tantos papelones que los he encuadernado
y me ha salido este libro. Entonces me parecía que esto es más sincero, más
honesto y me lo pasé muy bien escribiéndolo, así que siento que este libro
refleja mejor que lo que tiene que haber sido la vida de mucha gente. Es más probable
que a lo largo de tu vida te hayan dicho que no a que te hayan dicho que sí
siempre.

En Ajuar funerario exploras el microrrelato
de terror y decías que estos textos cortos tenían influencia del haiku, ¿fue
así o esa explicación fue una ocurrencia tuya?

Bueno, alguien me preguntó por qué es que me interesaba
el microrrelato…si lo peruano me llevaba al terror. Entonces yo dije ¿por
qué?…a lo mejor es lo japonés lo que me llevaba a la brevedad. Muchas
respuestas que se pueden encontrar en Internet son respuestas que por una parte
 quieren ser ingeniosas, pero motivadas
por una pregunta que me sorprendía. Creo que la entrevista es también un género
literario y es un mal negocio porque siempre se dice que la entrevista es un
encargo en el que más trabaja el que responde, pero el que cobra es el que pregunta
(sonríe).

 ¿Qué disfrutas más
leer o de escribir?

Los escritores somos escritores porque leemos. Yo soy lo
que leo. A mí me gusta decir que leo y que soy escritor porque leo. Si pudiera
la gente darnos los que nos dan a los escritores por leer y no por escribir, yo
preferiría leer. Creo que es mejor que te paguen por leer a que te paguen por
escribir.

 ¿Da más placer
leer que escribir?

Sí.

 ¿Y escribir?
Para mí escribir es un acto que tiene que ver más con el
juego de la lectura que con la rebelión o la crítica. Pero tendríamos que
hablar de los géneros. Yo,  a través de
la ficción, no pretendo corregir el mundo, hacer un cambio de paradigma en la historia…me
conformo con compartir las obsesiones que tengo como narrador y encontrar
personas que disfruten con ellas. Como leer es un acto solitario y escribir también,
yo siento que lo que yo hago solo va a poder ser interpretado por otra persona
solitaria.

 ¿Cómo es tu método
de trabajo? ¿Tomas apuntes?

Yo siempre viajo con un cuaderno y escribo a mano. Voy a
atesorando estas notas estas ideas. Cuando era joven las ideas las guardaba en
la memoria. Ahora tomo muchas notas, las vuelco luego en unos documentos, que
son los borradores, que me sirven para escribir la novela. Cuando escribo la
novela despejo una mesa y vuelco los borradores, los libros, mis apuntes y desde
que comienzo hasta que termino no me levanto. No escribo una segunda versión o
tercera, eso para mí no existe…es un milagro. Solo escribo una versión y la
escribo en limpio.

 ¿Decías que
estabas trabajando en dos novelas? ¿De qué tratan?

La primera de ellas la empecé en el año 2005. Escribí 47
páginas y desde entonces no la he tocado porque no tengo tiempo. Es sobre un
tema de corrupción en Perú y España… tiene que ver con alguna época histórica y
ahí se ha quedado. Y luego, cuando digo que trabajo en una segunda novela, es
porque me gustaría dedicarle una novela a la figura de mi abuelo que nació en
Japón y que vivió en Perú. Sé muy poco de su vida y lo que no sepa me lo voy a
inventar. Para eso voy a tener que leer mucho sobre los japoneses a principios
del siglo XX. Esas son las novelas en las que trabajo si puedo decir que
trabajo porque no hago más que leer.

 Hace algunos años se te
acusó de plagiar un artículo periodístico y tuviste la hidalguía de reconocerlo.
Años después, al recordar la experiencia, dijiste que en esa época te sentiste
realmente solo ¿Fue una experiencia tan dolorosa?

No creo que la palabra que me defina sea hidalguía. Reconocí
lo que tuve que reconocer y punto. Creo que en esa época tenía 27 años, nadie a
esa edad ha hecho nada lo suficientemente importante para sentir que su vida se
arruina. Creo que hice lo que tenía que hacer. Y sí, es cierto, que tú puedes
sentirte más o menos arropado, pero es una cosa personal. Yo le deseo a todo el
mundo que cuando de pronto sientan que han cometido algún tipo de error se
encuentren muy bien arropados por sus amigos porque al final eso es lo
importante. Los errores más terribles son los que cometes contra alguien a
quien tú quieres. Si tú cometes un error que solo te perjudica a ti, es tu
problema.

 Te hacía la
pregunta porque se comparó tu caso con el de Alfredo Bryce, quien fue acusado y
encontrado culpable de plagiar algunos artículos. Él, sin embargo, no ha
reconocido su error…

Nunca diré nada malo de Alfredo Bryce. A él yo lo quiero,
lo admiro, no sería quien soy sin Alfredo Bryce y si yo tuviera que decirle
algo a Alfredo se lo diría en persona y nunca a través de una entrevista.

 

 Cinco libros recomendados por Fernando Iwasaki

«Prefiero recomendar libros a un joven menor de 20
años, a una persona mayor no tengo nada que recomendarle».

1. Historias de Cronopios y famas, de Julio Cortázar.

2. La cartuja de Parma, de Stendhal.

3. El libro de Arena, de Jorge Luis Borges. «Para
comenzar a leer a Borges es el mejor título».

4. La voz a ti debida, de Pedro Salinas. «Para mí es un
libro de poemas mucho mejor que Veinte poemas… de Pablo Neruda. Salinas roza
la intimidad de una manera más rotunda».

5. La Palabra del Mudo, de Julio Ramón Ribeyro.



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