Alan Pauls: «Escribir es una práctica extrema»

Este escritor argentino, conocido sobre todo por su novela El Pasado, ganadora del Premio Herralde 2003, estuvo en Lima y participó en el Festival Eñe América. Lo entrevistamos y he aquí el resultado.

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=fMXY1h22L2c]


 

Alan Pauls es de los que escogen las palabras indicadas para
cada respuesta. Aunque denota cierta frialdad cuando habla, eso no le resta expresividad a cada una de sus frases y esto se puede comprobar fácilmente al leer sus respuestas en esta
entrevista.

 

Usted dijo que leer a
Cortázar fue una «una especie de virus importante» ¿Qué tanto influyó él en su
manera de escribir?

Creo que, como a muchos otros escritores, Cortázar me
permitió escribir. Él es un gran iniciador de escritores. Creo que básicamente
esa es su influencia más importante. Me parece que no hay escritores que
escriban como Cortázar, pero que sí hay escritores que empezaron a escribir
después de leerlo.

¿Y qué es lo que más
le gustó de la obra de Cortázar?

Me parece que Cortázar propone como una cierta concepción de
la literatura que es accesible. La literatura como juego, la literatura como
una experiencia lúdica. Yo creo que hay algo de eso en él que siempre es muy
productivo para adolescentes o gente muy joven que está tratando de escribir.
Me parece que Cortázar les muestra que eso es posible, al revés de otros
escritores que por ahí son grandes escritores, pero se presentan como modelos
imposibles de imitar. Cortázar más bien es como un escritor muy amigable,
generoso en cierto sentido, más allá incluso del valor que uno le atribuya a su
obra. Me parece que es un escritor que hace posible escribir.

 

¿Cómo define usted
escribir? Alguna vez dijo que escribir «es no expresarse»

Sí y sigo pensando lo mismo, en el sentido que escribir no
tiene nada que ver con la expresión, sino con la impresión. Me parece que no
hay nada personal, en cierto sentido, en escribir. O en todo caso, cuando uno
escribe, lo personal se convierte en algo impersonal, en algo común, algo
compatible. Me parece que cuando uno es joven y comienza a escribir existe
cierta idea, cierta superstición de que escribir es expresarse ¿no? Es contar
lo que a uno le pasó. Pero me parece que esa es una superstición romántica,
anacrónica. Creo que uno se da cuenta rápidamente que escribir es otra cosa, es
más bien colocarse en un plano más bien impersonal, en el que probablemente la
experiencia personal puede ser una materia prima como cualquier otra.

¿Y cómo influye
entonces lo autobiográfico?

Lo autobiográfico es una materia a trabajar, a transformar,
no es el objetivo del asunto, no se trata de contar una verdad, no se trata de
confesar nada al escribir. Me parece que hay allí un error, o en todo caso una
superstición adolescente de que escribir es sacar algo de adentro hacia afuera.
Me parece que no se trata de eso.

 

¿Qué tan importante
es para usted el lenguaje? Usted dijo que su «droga» era la sintaxis

El lenguaje es todo. Es la sustancia en la que uno flota. Me
parece que no se puede concebir nada del lenguaje y creo que la literatura es
básicamente una especie de aventura del lenguaje.

 

Hablemos ahora de su
novela El Pasado (Premio Herralde 2003), es la historia de un amor complicado
entre dos personas. ¿Es el amor aún un tema importante en la literatura?

Sí. Creo que el amor problemático es un tema importante. El
amor que sufre desperfectos contratiempos y sobre todo, lo que a mí interesa
por lo menos, la idea de que en la experiencia amorosa hay algo que se parece
mucho a la enfermedad, a la patología. En el sentido, en que la experiencia
amorosa obliga a los amantes que la experimentan a sufrir ciertas
transformaciones, no del todo agradables a veces, pero por las que hay pasar.

¿Y le molesta que se
haga un paralelo entre los protagonistas Rímini y Sofía con Horacio Oliveira y
La Maga, de Rayuela?

No, no. No veo que haya mucha afinidad, más allá que se
trata de una pareja en que en ambos casos la experiencia amorosa desaparezca,
es una experiencia límite, pero no me siento demasiado reconocido, pero tampoco
me molesta… para nada.

¿Cómo usted
selecciona los temas de sus obras? Acaba de decir que le interesan los
problemas

Me interesa el momento en que una lógica se obstruye en que
un funcionamiento empieza a complicarse. Me interesan los cortocircuitos, los
desperfectos, los desarreglos. Para que algo me resulte estimulante, en el
sentido de inspirarme para ideas para una ficción, es necesario que haya un
circuito que empiece a funcionar mal. No puedo escribir o inspirarme a partir
de algo que funciona naturalmente, fluidamente… necesito que algo empiece a
renguear, y cuando ocurre eso me da curiosidad. En ese sentido digo problema,
algo que plantea preguntas, algo que obliga a interrogarse sobre una situación
que de otro modo sería natural y pasaría inadvertida. Me interesa el problema
en el sentido de que vuelve extraño algo familiar.

Usted ha publicado un
libro sobre diarios de escritores, ¿Algún diario en particular que le haya
gustado mucho?

Hay muchos diarios de escritor, sobre todo en el siglo XX,
que me gustan mucho. Yo creo que el diario de Kafka es el ejemplar más perfecto
del género.

¿Qué disfruta usted
más leer o escribir?

Me parece que leer es una práctica más placentera que
escribir. Escribir es quizás una práctica más de goce, extrema, más peligrosa
si se quiere. Leer siempre es un lugar donde uno siempre se siente seguro. Yo
creo que me puedo imaginar a mí mismo dejando de escribir, pero me resulta muy
difícil imaginarme sin leer. Creo que leer es un lugar donde uno se siente como
en una cierta felicidad. Escribir implica pasar por momentos de una gran
felicidad y también de una especie de extrañeza, de inquietud bastante
desasosegante.

 

¿Por qué sostiene que
la herencia que ha dejado el Boom Latinoamericano tiene influencia en la
crónica y no en la novela?

Creo que la crónica periodística, como género que se
alimenta y recupera ciertas técnicas de las narrativas  de ficción es la verdadera herencia que el
boom latinoamericano dejó. Es decir, me parece que es más difícil reconocer las
marcas del boom en la ficción que se produce en Latinoamérica a diferencia de
la crónica. Y de hecho, me parece que la herencia institucionalizada del boom
es la escuela de Nuevo Periodismo que dejó García Márquez, que es el cuartel
general desde donde se produce se promueve, y se difunde el género de la
crónica en América Latina.

Usted dijo que cuando
supo que iba a tener una hija sentía una fascinación porque creía que iba a descubrir ‘el
gran secreto’ de la mujer. ¿Lo descubrió?

En realidad mi ilusión cuando nació mi hija era que iba a poder
descubrir el secreto de una mujer, ver cómo se forma, se fabrica una mujer y
por lo tanto iba a acceder a la clave del enigma femenino. Y luego me di cuenta
o que no hay tal clave o no hay tal secreto. O incluso una mujer tan pequeña,
como mi hija en el momento que nació, ya sabía cómo distraerme de ese secreto y
cómo impedirme descubrirlo. Muy rápidamente me di cuenta de que era una
fantasía disparatada (sonríe).

 

CINCO LIBROS RECOMENDADOS POR ALAN PAULS

1. Rojo y Negro (Stendhal).

2.
Ferdydurke (Witold Gombrowicz)

3.
Ficciones (Borges).

4. El Instituto Benjamenta (Robert Walser).

5. Los diarios de Franz Kafka.



No hay comentarios

Añadir más