Jorge Volpi: “Siempre estamos necesitados de leer y crear ficciones”

El escritor mexicano Jorge Volpi participó en la Feria del Libro de Lima donde presentó su más reciente novela, Memorial del engaño (Alfaguara, 2014), obra inspirada en la crisis financiera de 2008 y firmada por un falso autor que parece él, pero no lo es.

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Volpi cree que su último libro se leerá dentro de diez años como una novela histórica. (Foto: Jaime Cabrera)

 

Por Jaime Cabrera Junco
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“Cualquier parecido con la realidad es culpa de la ficción”, se lee en la página de créditos de esta novela que ha sido publicada bajo la apariencia de unas memorias. Jorge Volpi (México, 1968) sostiene que escribió Memorial del engaño para comprender la crisis financiera de 2008, pero esta obra presenta al lector una sucesión de artimañas propias de la ficción. Desde el autor, denominado J. Volpi, así como la supuesta traducción de esta ‘obra’, las fotografías que se incorporan en el libro, todo es falso…pero nadie se lo reprochará. Si la novela es un género que lo contiene y aguanta todo, Memorial del engaño es un ejemplo claro de ello. Puede leerse como una biografía. Alguien más perspicaz tratará de buscar las semejanzas con la biografía de este narrador mexicano, quien a fines de la década de 1990 formó parte de la denominada Generación del Crack, un movimiento que significó un rompimiento con el llamado postboom Latinoamericano y que buscaba retomar la estética este fenómeno literario representado por Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y su compatriota Carlos Fuentes. Con la sobriedad y serenidad de un japonés, Jorge Volpi conversó con nosotros y aunque lo pillamos con un sueño terrible debido a esas jornadas maratónicas de entrevistas a las que son sometidos los escritores invitados a las ferias del libro, creemos que la charla no resultó soporífera. Créanos.

 

A propósito de Memorial del engaño, la novela que acabas de publicar, quería comenzar por pedirte una reflexión sobre el papel que puede tener la literatura en la sociedad. ¿La literatura, sin necesidad de ser panfletaria, puede ser un mecanismo para entender la realidad?
Estoy convencido de que la literatura es una herramienta que no solo retrata la sociedad sino que es capaz de tener esa mínima influencia en los lectores para que reflexionen sobre los problemas de nuestro tiempo. Si bien no es como la prensa o un ensayo, es a través de las vidas de otras personas, sobre lo que ocurre en nuestra época, sobre los grandes problemas que nos aquejan a cada momento.

En ese sentido, ¿qué es lo que buscas con tus novelas? En tus obras hay una búsqueda y un diálogo con la historia.
Las novelas son herramientas de conocimiento que nos permiten explorar la realidad y también el pasado. De ahí que más que novelas históricas mis novelas tratan de hacernos reflexionar sobre lo que nos ha ocurrido en otros momentos para vivirlos en el presente.

¿Y qué rol le corresponde al lector?
Un rol doblemente activo. Por un lado, el rol de no dejarse engañar todo el tiempo por el narrador, de esquivarlo, eludirlo y así completar el juego novelístico. Por el otro, probablemente esta lectura le suscite dudas sobre su tiempo o sobre el pasado y esto lo lleve a investigar estos mismos fenómenos aludidos en las novelas.

En tu ensayo Leer la mente dices: “La literatura nos hace humanos”.
La ficción no es algo que surgió por casualidad en el ser humano sino que esa pasión que tenemos por la ficción es una herramienta evolutiva. Esta herramienta fue esencial para que nos convirtiésemos en lo que somos ahora, nos hizo ponernos en el lugar de los otros, de nosotros mismos y prever nuestro comportamiento futuro. Eso no quiere decir que la literatura nos haga necesariamente mejores, pero así amplía el horizonte de lo humano, nos hace conocer mejor lo que significa la variedad de la naturaleza humana.

JorgeVolpiPost2¿Y cómo fue tu acercamiento a la literatura? ¿Cómo empezaste como lector y como escritor?
No fui un lector tan temprano, empecé a leer por gusto a los 12 años. Leía libros de divulgación científica, sobre todo Cosmos, de Carl Sagan. También leía los cuentos de Edgar Allan Poe porque en esa época me gustaba el misterio que veía en la televisión. Sin embargo, lo que me interesó más fue la historia y en algún momento quise ser historiador, quise ser medievalista, pero en la preparatoria, a los 16 años, gracias a un amigo de entonces…

(Volpi bosteza y los ojos se le achican mucho más…. Se disculpa, dice que un día antes tuvo una jornada extenuante, un maratón de entrevistas…continúa)
Me encontré con Eloy Urroz, quien me compartió su pasión por la literatura y empecé a escribir en ese momento. A partir de ese momento, a los 16 años, supe a qué quería dedicarme.

¿Hay algunas lecturas importantes o fundamentales que te hayan empujado no a imitar, sino a motivar a escribir?
Curiosamente, mis dos primeras lecturas fundamentales fueron Nietzsche y Freud. De los 15 años hacia adelante, leí a ambos como si fueran novelas. Luego, en el momento que empiezo a leer más literatura, son fundamentales Dostoyevski y Thomas Mann, y siguen siendo mis escritores favoritos.

¿Y Carlos Fuentes fue una influencia? En una columna en El País de 2012, a propósito de su muerte, te referías a él como “nuestro Virgilio”
En la misma época que leí a Thomas Mann y Dostoyevski también leí a Fuentes, a Paz y a Rulfo. Ellos me convencieron de convertirme en escritor no solamente en lector. La lectura de Terra Nostra, de Carlos Fuentes, fue una experiencia reveladora, me cambió la vida.

¿Y por qué tiene tantos detractores en México? He leído comentarios que coinciden en que en los últimos 30 años no había publicado nada rescatable y salvo La muerte de Artemio Cruz y alguna que otra novela sus demás libros podrían quedar en el olvido.
Todos los escritores tienen detractores y más aun en sus países. Es lo mismo que pasa en Perú con Vargas Llosa aunque por otras razones, sobre todo políticas. Lo más admirable de Fuentes es que, como Vargas Llosa, era un escritor incansable. Jamás se conformó con lo que había hecho, escribía con esa disciplina que compartía con Vargas Llosa. Puede que algunos libros finales de Fuentes no sean tan afortunados como otros, pero lo que nunca hizo fue repetirse. A diferencia de otros escritores que no hacen más que repetirse, él siempre buscó otros caminos y otras posibilidades. Eso lo hizo hasta el último día de su vida.

¿Es malo repetirse?
Prefiero a los escritores que buscan innovar y no repetirse con facilidad. Por supuesto que hay escritores que tienen un solo mundo y lo exploran hasta el final, si pensamos por ejemplo en Onetti o en Thomas Bernhard. Hay otros que simplemente encuentran un modelo y no hacen más que repetirlo constantemente. Eso siempre es contra lo que un escritor debe luchar: contra la facilidad de lo que ya aprendió a lo largo del camino.

Ahora que hablabas de Vargas Llosa, me llamó la atención la crítica que hiciste de su libro La civilización del espectáculo. Llegaste a escribir que hacía un elogio vehemente de la aristocracia. También, que había un tono de nostalgia y un desencanto de la época que le toca vivir en los últimos años de su vida
Vargas Llosa es otro de los escritores que admiro profundamente, con el que también aprendí a leer. Es cierto que La civilización del espectáculo me pareció un canto de cisne, con el cliché de que “todo tiempo pasado fue mejor”, con una nostalgia de ese modelo aristocrático que prevaleció en la literatura y contra el que, paradójicamente, Vargas Llosa, al igual que Fuentes y García Márquez, lucharon cuando eran jóvenes. Sobre todo critico la idea de que este mundo digital es menor comparado a esa “gran época” que ellos vivieron en su juventud.

¿Crees que contradictoriamente a lo que se afirma, ahora hay más acceso a la cultura? ¿Se lee mucho más en la época en la que solo una élite podía hacerlo?
Se ha democratizado, se ha ampliado, pero hay el riesgo que asusta a Vargas Llosa -y a cualquiera-, que es el de la frivolidad de la cultura. Al no haber referente no sabemos distinguir entre la alta cultura y la cultura mediática. Quizás esto siempre fue así pero en un grupo muy reducido y lo que pasa es que este grupo, inevitablemente, se ha ampliado.

 

 

EL MEMORIAL DE VOLPI

JvolpiMemorialEnganoDice que una de sus muchas vocaciones frustradas es la de ser historiador, es que también quiso ser científico. “La novela es ese espacio donde uno puede fingir que sabe todas esas cosas”, afirma con amabilidad y timidez. No le molesta para nada que se hable de una ‘narcoliteratura mexicana’, es más, lo considera “inevitable”, pues este problema ha golpeado los últimos siete años a su país. En ese sentido, Élmer Mendoza y Yuri Herrera le parece que son autores de obras perdurables.

 

En Memorial del engaño el lector se enfrenta a una serie de mentiras. Empecemos por el autor, es tu heterónimo, llamado J. Volpi. ¿Esta decisión de firmar con un heterónimo fue lo primero o lo último que pensaste?
Fue lo último. Primero fui desarrollando toda la historia de la novela, las distintas tramas que se van cruzando y este cúmulo de engaños. Luego me di cuenta de que un estafador financiero y un escritor se parecen: los dos se dedican a contar mentiras y a contarlas lo mejor posible para embaucar al mayor número de personas. Fue así que vi que podía haber un engaño literario más y hacer que el autor del libro sea alguien quien en realidad es el personaje.

Este libro está inspirado en la crisis financiera del 2008. El autor de esta falsa memoria es J. Volpi, este hombre de finanzas que prófugo. Hablando de esto leí una reseña en Internet que era poco creíble que alguien ligado a las finanzas pudiera escribir una trama como esta. Sin embargo, en la nota introductoria el editor sospecha que este libro pudiera haber sido escrito por un “ghost writer”.
Claro. Para dar la verosimilitud completa, se desliza la posibilidad de que en realidad este hombre que es millonario ni siquiera sea el verdadero autor del libro, que haya pagado a alguien para que se lo escriba.

Este personaje J. Volpi desde el inicio de su relato trata de justificarse, pero también de causar empatía con el lector. “Yo no he sido el único estafador, yo he estado menos que Madoff”. Además está en busca de las huellas de su padre, a quien casi no conoció. ¿Cómo fue la construcción de este personaje?
Quería que sea un villano, pero el reto cuando uno crea un villano que es un narrador en primera persona es que la voz sea lo suficientemente atractiva para que el lector no se confunda, se engañe y simpatice con él. Mi modelo es Nabokov, otro de los grandes escritores que admiro, y yo pensaba un poco Lolita, donde el narrador nos encandila por su manera de contar pero en el fondo no deja de ser un pederasta. Aquí también quería crear esa voz y también la educación sentimental de un personaje que se convierte en un cínico. Además está presente esta frustración por no convertirse en músico, pero también está su bisexualidad que tarda en descubrir. Intenté crear a un villano entrañable.

Algo así como el hombre nace bueno, pero el sistema lo corrompe
No sé si soy tan hobbesiano como dices, pero en este caso no sabemos si era bueno o malo por naturaleza, simplemente hay cierta cantidad de puntos que lo van acercando hacia esa generación a la que pertenece. Esta generación cree que el egoísmo es bueno porque el hombre se hace rico y así terminará repartiendo su riqueza entre los demás, lo cual es otro engaño.

¿Cómo crees que podría leerse Memorial del engaño de aquí a diez años?
Ahora es un libro en el cual la mitad no es una novela histórica. Es más cercana al periodismo, al reportaje porque es algo que está pasando todavía, cuyas consecuencias siguen siendo muy visibles. Dentro de diez años el libro se convertirá por completo en una novela histórica.

Después de esta experiencia de escritura, ¿qué viene ahora? ¿mantendrás este afán en buscar algo distinto?
Sobre todo algo distinto. Con la aparición de Memorial del engaño se cumplen 15 años desde que apareció En busca de Klingsor, con lo cual se forma una especie de tetralogía con El fin de la locura, No será la tierra y Memorial del engaño. A mí me queda claro que lo que haga a continuación va a ser algo distinto de estos cuatro libros.

¿Por qué crees que se sigue escribiendo ficción, se sigue leyendo ficción, cuando la sección de autoayuda es lo que más vende en las librerías?
Más allá de la autoayuda, estamos siempre necesitados de ficciones. A veces se han desplazado a la televisión, al cine, a los videojuegos, incluso a ficciones personales que uno puede llevar a cabo en las redes sociales. Pero la literatura sigue siendo la única manera realmente de creer que somos otros por un tiempo largo. Eso es una experiencia humana que se vuelve adictiva, uno quiere seguirla haciendo casi por razones naturales.

¿Qué es lo que buscas o pretendes mostrar en tus libros?
Me interesa mostrar el comportamiento humano, las distintas variedades de la conducta humana: las relaciones de poder, amor, de venganza, las distintas emociones que nos dominan y la manera como organizamos nuestras sociedades.

¿Cuál es la mayor satisfacción que te ha dado la literatura?
La satisfacción está en el momento en el que el escritor cree haber encontrado una historia que está contando como quiere contarla o un párrafo que está escrito como quiere que esté escrito. La otra es que me ha permitido tener muchas más vidas de las que tengo.

¿Fuera de la literatura a qué te hubiera gustado dedicarte?
A mí lo que más me gusta es la música, aun más que la literatura. Ahora estoy muy contento porque tengo un trabajo que me permite estar muy cerca de ella, soy el director del Festival Cervantino desde hace dos años. Es el festival de música, teatro y danza más grande de América Latina y también fue mi primer trabajo hace 25 años. Ahí está mi otra gran vocación junto con dar clases.

 

 

LOS CINCO LIBROS FAVORITOS DE JORGE VOLPI

1. Así habló Zaratustra, de Friedrich Nietzsche

2. Interpretación de los sueños, de Sigmund Freud

3. Crimen y castigo, de Fiodor Dostoyevski

4. Doktor Faustus, de Thomas Mann

5. Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez

 

 



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