Jorge Eslava: “Es demagógico decir que leer es un placer”

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Se habla mucho de la importancia de leer y de lo mal que andamos en comprensión lectora en el Perú. Además, los intentos por salir de este foso aún no dan resultados alentadores. Conversamos con el escritor y docente Jorge Eslava, quien nos da su punto de vista sobre el problema de la lectura en la escuela y cómo, a su criterio, el Plan Lector no ha funcionado. 

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Por Jaime Cabrera Junco*

La lectura es un placer que se cultiva, que se transmite por herencia y que la escuela puede -no siempre- incrementar. De esto puede dar fe el escritor y docente universitario Jorge Eslava (Lima, 1953), cuyo gusto por leer le fue inculcado por sus padres. “He crecido en un hogar con una gran biblioteca, y no de una biblioteca como un decorado, pues mi padre y mi madre eran muy lectores. Ella nos cantaba rondas infantiles e historias de la Amazonía –era de Loreto- y mi padre escribía poesía, cuentos y ensayos; diría que mi relación principal con él fue a través de la poesía”, afirma este autor de libros de literatura infantil, género que descubrió durante su trabajo como profesor en el colegio Maristas del Callao llevándolo a crear historias y a revivir su gusto por las aventuras de piratas que leyó en los relatos de Emilio Salgari.

Eslava lleva puesto un buzo azul cuando nos recibe en su casa de Miraflores. Dentro de una hora tiene que ir en bicicleta a practicar boxeo. El deporte es parte de su rutina, incluso afirmará después que a este le debe el haber forjado una disciplina física sino también mental. En la sala de su vivienda nos rodean un estante de libros –algunos clásicos de tapa dura- y juguetes antiguos que nuestro anfitrión colecciona. En una esquina se ubica un piano y en un rincón, detrás de un mueble, un viejo triciclo rojo de fierro que nos recuerda que antes se fabricaban los objetos para que duren toda la vida y que hoy –tiempos consumistas los nuestros- todo se reemplaza permanentemente.

 

Usted estudiaba Sociología en San Marcos, pero decide cambiarse a Literatura por influencia de Washington Delgado, a cuyas clases asistía como alumno libre.
Es verdad. Uno está lleno de gratitudes en la vida. He mencionado a mi padre y ahora menciono a Washington Delgado a quien descubrí en la universidad frente a una situación azarosa, pues la facultad de Sociales de San Marcos había sido recesada. Yo estaba estudiando sociología, y estaba muy próximo a terminar la carrera, y ahora podría decir que gracias a ese receso es que decido estudiar algunos cursos de literatura y me deslumbró el conocimiento, la erudición, la bonhomía, la generosidad de Washington Delgado y gracias a él decido estudiar Literatura como profesión, y luego he tenido un tercer maestro vinculado a la pedagogía que es Constantino Carvallo.

¿Cómo empieza ese derrotero como profesor de literatura y luego ya su inicio como autor de textos de literatura infantil y juvenil?
Estaba estudiando Literatura en San Marcos, tenía 23 años, y una compañera de estudios me ofrece la posibilidad de enseñar en el colegio Maristas del Callao. Yo apenas había empezado a estudiar literatura, pero tenía muchos conocimientos porque era lector y conseguí esa plaza y comencé a enseñar. Desde muy temprano tuve la visión de que no quería repetir el papel que había visto en muchos profesores en el colegio, quería ser un profesor distinto y por eso tuve una relación distinta con mis alumnos: para empezar jugaba pelota con ellos todos los fines de semana.

Siempre se dice que para ser profesor se necesita tener vocación
En mi caso es una vocación irrenunciable, consustancial a mí y la llevo conmigo todo el santo día. Tengo algunas aficiones como el deporte, soy un cinéfilo empedernido y cuando estoy haciendo deporte estoy pensando en mis alumnos, he participado en varios campeonatos con ellos. Cuando estoy comprando películas en Polvos Azules estoy pensando en qué películas pueden ser útiles en mis clases. De modo que es una especie de sombra que me persigue.

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ESLAVACHICO1Estudió la primaria en el colegio La Salle y dice que aún tiene grabada en su memoria la lectura de “La Historia Sagrada” –léase la Biblia-, pero también las fábulas clásicas de Esopo y Samaniego. Su padre, quien le establecía horarios y regímenes de lectura, lo llevó a leer la poesía de José Santos Chocano, de Amado Nervo, y ya en la adolescencia empieza a escribir sus primeros poemas. «Yo era un chico más o menos retraído, muy sentimental y muy enamoradizo. Escribía poemas de desamor o poemas existenciales», recuerda Eslava, quien confiesa que por entonces veía a la escritura como sinónimo de autodestrucción…hasta que descubrió la literatura infantil y su visión cambió. Felizmente.

 

Hablando de su experiencia como docente, ¿la lectura en la escuela es ‘Un placer ausente’, parafraseando el título de un libro suyo?
(Sonríe por unos segundos y retoma la mirada seria) Un placer ausente es un libro que va a aparecer este año y que a lo mejor va a fastidiar un poco a algunos profesores. Si bien actualmente estoy vinculado solo a la enseñanza universitaria, recibo estudiantes que han estudiado en colegios de enseñanza A-B y que no han sido formados como lectores. Tengo cierta autoridad para decir que el Plan Lector no ha funcionado en el país como tampoco ha funcionado nuestro sistema educativo. Hice un trabajo bastante exhaustivo para la Universidad de Lima, lo cual me llevó a entrevistar a muchos profesores de colegios nacionales y particulares y a miles de estudiantes. La conclusión es que no ha funcionado el Plan Lector. He encontrado muchas sorpresas: profesores que evalúan lecturas que no han leído, profesores que proponen algunos libros para leer y que no han evaluado durante el año porque simplemente algunas editoriales han logrado persuadirlos, sabe Dios a través de qué medios, para trabajar con algunos libros. También he encontrado que se eligen ciertos textos que no van a ocasionar problemas porque no tocan temas controversiales o porque hay una imposición de las autoridades del colegio para leer determinados libros. Un punto que me parece muy controversial es el de la evaluación, a mí me parece una pantomima lo del Plan Lector.

 

¿Cuál es el principal problema: la falta de motivación de los profesores o la imposición de lecturas?
A ver, el problema es muy complejo y casi semántico, porque tú me hablas de motivación y también de imposición. ¿Qué entendemos por motivación? ¿Qué entendemos por evaluación, por pasión por la lectura? ¿Qué entendemos por el gusto de leer que va en el sentido del nombre de tu blog? El gusto de leer, en primer lugar, no es algo natural, es un proceso cultural que se obtiene por transmisión. Yo no puedo practicar deportes si mis ejemplos en un proceso de aprendizaje, no lo hacen. Difícilmente voy a leer si mis modelos adultos no lo hacen. Entonces, he llegado a algunas conclusiones que me parecen perogrulladas pero que las he obtenido personalmente. Por ejemplo, es muy difícil garantizar la consecución de un Plan Lector cuando los profesores no leen, así de sencillo. Es muy difícil garantizar que mis alumnos lean cuando no hay biblioteca en el colegio, cuando no es un hábito el leer ni para el director ni para los profesores. Cuando esos chicos regresan a sus casas donde no hay libros, cuando en sus casas no existe el hábito de leer. Cuando encienden el televisor y el lenguaje lo agarran a las patadas. He terminado este análisis que he hecho en la sociedad, porque pienso que hay una gran responsabilidad del Estado, que no ha asumido, no solo la lectura sino el lenguaje, donde creo que está el problema fundamental.

¿Cómo así?
En las escuelas se habla de la lectura cuando debería hablarse antes de la comunicación. Debería haber una comunicación fluida y franca entre profesores y alumnos. Yo no lo he visto. Me gustaría ver que las profesoras y profesores de inicial y de primaria hubieran llevado cursos de cuentacuentos para que les contaran relatos o le cantaran rondas a sus estudiantes, de modo que el vínculo de los chicos con el lenguaje, que es lo que nos humaniza, fuera algo placentero y que después no suene como algo bizarro la frase «leer es un placer». Leer no es un placer, leer es un placer para quienes tenemos el hábito de leer, para quienes no tienen el hábito de leer que es la inmensa mayoría en este país, leer no es un placer, es un calvario. Entonces resulta demagógico decir que leer es un placer. No es un placer ni para los profesores.

Hay otro problema asociado que es el de la comprensión que se mide en la prueba PISA
Hay tantos absurdos, por ejemplo, que el control de la lectura tenga que ser de acuerdo a un número de palabras como si la lectura fuera una acumulación de palabras identificadas. La verdadera escritura en la escuela es a veces el mensaje de texto, la comunicación íntima entre los chicos, pero hay muy poca práctica de un lenguaje real en la escuela. El lenguaje es un lenguaje protocolar, es un lenguaje falso, es un lenguaje sobre la base de un instrumentalismo que el profesor va a evaluar. Por ejemplo, cómo se evalúa la lectura, ¿se permite que el chico exponga sus ideas de una manera libre? Yo creo que no, creo que los chicos tienen ciertos patrones de respuesta, porque los cuestionarios que elaboran los profesores son cuestionarios previsibles, son casi como las preguntas que le formulan los periodistas a los personajes de la farándula o del medio futbolístico. Son preguntas predecibles para respuestas predecibles.

Siempre se pregunta por métodos o estrategias para estimular que los chicos lean. ¿Existen «métodos» o «estrategias» para esto?
Palabras terribles, institucionales, que han hecho daño al magisterio. «Estrategias», «métodos», «ítems», «tips» como dicen ahora, es desalentador cuando tengo conversatorios o alguna conferencia y creo haber sido más o menos claro en la exposición y al final me desarman cuando un profesor me dice «¿cuáles son los tips para que los chicos lean?» No hay fórmulas, es como que tampoco hay fórmulas para educar en la casa. Cada hijo, a pesar de que pueda haber dos o tres que vivan bajo el mismo techo y se alimenten de la misma olla, son distintos. Igual son los chicos en el colegio y en la universidad. No creo en esos términos. Esa terminología protocolar ministerial ha hecho daño al sentido común de la docencia.

¿Entonces de qué debería hablarse si descartamos las estrategias, métodos o tips?
Debería culturizarse más a los docentes. Cuando no se tiene cultura, bagaje, un acervo, el profesor se apropia de un método, de un libro, es como creer a pie juntillas en el libro sagrado. Se apropian de un método y creen que ese método se tiene que aplicar a todo. Prefiero más el cultivo de una cultura amplia, los profesores deberían leer más, y debería dárseles también mayor autoridad. Se ha castigado demasiado la estima de los profesores.

 

 

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EslavaDelaManoEscribe todos los días, no necesariamente ficción, pues realiza trabajos de investigación para la Universidad de Lima. Además dirige allí la revista literaria llamada Un vicio absurdo y dicta talleres de narración para estudiantes. El año pasado publicó Las marcas, un libro que reúne sus dos poemarios e incluye poemas inéditos. “He escrito algunos poemas, los suficientes para publicar un próximo libro que no tengo dudas de que será el último libro de poesía que publicaré”, afirma al recordar que sus primeras influencias fueron Constantino Cavafis y Luis Cernuda.

¿La literatura infantil y juvenil se ha segmentado en exceso? Los niños de antes leían a Salgari a Verne y ahora tenemos lecturas divididas por edades
Bueno, ese es otro de los problemas. No quiero parecer un dinamitero, pero ese es otro de los problemas. La lectura, para empezar, se ha escolarizado. Las grandes editoriales no ponen sus libros en librerías sino que tienen su equipo de promotores que van a colegios, o sea no les interesa formar lectores para la casa, lo que les interesa es vender libros para que se lean en la escuela, entonces, de allí la clasificación por edades, la clasificación por temas. De allí conceptos como «lectura en valores», porque se ha engrilletado la lectura al colegio, como si la lectura tuviera que cumplir con el rol de la escuela. La lectura trasciende, rebasa el colegio. Yo no veo a papás metiéndose -eventualmente sí, pero no es algo frecuente- a una librería a comprar libros, sino lo máximo que hacen es «quiero comprar un libro para tal edad». Yo mismo me pregunto a veces por qué mis libros no están en las librerías. ¿Por qué no hay espacios que comenten libros para niños?, pues porque es un fenómeno estrictamente escolar, y acaba el horario escolar y ese niño no regresa a la casa a leer. Yo he reflexionado mucho sobre el aprendizaje de la lectura. El papá y la mamá celebran como si su hijo hubiera llegado a la Luna cuando ha aprendido a leer, pero a partir de allí no se preocupan porque ese aprendizaje se convierta en un ejercicio. Eso revela cuánto se ha reducido el concepto de la lectura al colegio.

Tzvetan Todorov decía en una entrevista que la literatura nos enseña algo esencial sobre la condición humana. ¿Por qué cree usted que no se masifica el gusto por la lectura como la televisión o el cine?
Bueno, estoy de acuerdo con esa concepción, pero me gustaría aclarar que la lectura no se reduce a la lectura del texto literario. Yo creo que ahora hablar de lectura nos obliga a ampliar la noción de lectura. A mí me encanta cuando escucho hablar a (Sergio) Markarián y habla de la lectura del partido. O cuando un crítico de cine habla de la lectura de la película. Yo creo que hoy hablar de la lectura y limitarla a la lectura literaria es otro de los problemas del colegio, que han reducido la lectura a la lectura literaria, y dentro de ella la lectura de narrativa, y esta a su vez a la lectura del cuento y de la novela. ¿Por qué no se lee teatro en la escuela? O ¿por qué no se lee poesía en la escuela?

¿Por qué?
Porque los profesores no están capacitados para hacerlo, entonces terminan siendo el cuento y la novela los géneros privilegiados. Hace un momento te decía, los chicos consumen mucha música y cine, ¿por qué no se les enseña a los alumnos a leer cine o a leer música? No digo a leer un pentagrama sino a prestar atención a las letras de las canciones. Un chico termina el colegio y es probable que no haya ido una sola vez a una sola función de teatro. En la universidad lo compruebo y les pregunto y la mayoría no ha ido al teatro y consumen mucho cine, pero no tienen ninguna noción de cómo apreciar cine, eso también se lee y se aprende a leer. ¿Alguna vez un chico ha leído, al margen de El Bocón o Depor, algún texto sobre fútbol? A mí me parece un género riquísimo. O sobre nutrición o sobre el ADN. El concepto de lectura está súper restringido, a mí me encantaría que se leyera de todo y creo que, efectivamente, como dice Todorov, la lectura permite conocernos, porque en su noción más elemental la lectura es un diálogo que establece el lector con el productor del texto, y por lo general el autor del texto es una persona autorizada, legitimada porque así lo establece el libro, para hablar sobre ese tema y toda la vida uno como lector leerá con esa docilidad, con una disposición de aprender de lo que estamos ‘escuchando’, que es el texto que leemos.

¿Cómo se explica el éxito de libros como la saga de Harry Potter y de Crepúsculo entre los lectores adolescentes?
Esa es la demostración de lo que puede conseguir el marketing. No son libros mal escritos, desde luego, pero son los libros de consumo, son libros que no tienen mayor espesor ni densidad, son libros que van acompañados de un aparato propagandístico enorme y, bueno, es la civilización del espectáculo (sonríe).

¿Y esto puede generar una demanda por solo literatura de este corte y no despertar la curiosidad por explorar otros géneros y autores?
No estoy convencido de que estos libros conduzcan a los lectores a otra literatura. Lo que he podido comprobar en la universidad, porque estos libros mencionados salieron cuando yo trabajaba como profesor en ese ámbito, es que aquellos chicos que leen estos libros se quedan en esos libros. No creo que sea un peldaño para ir más arriba. Y lo que han conseguido esos libros es que se conviertan en una moda, no que se convierta en una moda la lectura.

 

 

CINCO LIBROS RECOMENDADOS POR JORGE ESLAVA [youtube width=»360″ height=»240″]https://www.youtube.com/watch?v=5bJbWILLY7o[/youtube]

 

1. El barón rampante, de Ítalo Calvino.

2. El extranjero, de Albert Camus.

3. Poemas Humanos, de César Vallejo.

4.  Pinocho, de Carlo Collodi.

5. Poemas de Luis Valle Goicochea.

Extra: Diario Educar, de Constantino Carvallo.

 

 

*Jaime Cabrera Junco (Lima, 1979). Estudió periodismo en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y ha trabajado en los diarios Expreso, El Comercio y Perú21. Ha dictado cursos de periodismo digital y multimedia en la Universidad San Martín de Porres y dirige el blog literario Lee por gusto, espacio alojado hasta julio de 2013 en Perú21.pe y que por una censura ha emprendido la aventura en solitario con la web Leeporgusto.com


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